UNA CIUDAD DENTRO DE LA CIUDAD: EL CEMENTERIO GENERAL DE LA APACHETA SERIA CONSIDERADO DENTRO DEL CIRCUITO TURÍSTICO DE LA CIUDAD DE AREQUIPA[1]
Lic. Edgar Chalco Pacheco[2]
El turismo de cementerios está siendo desarrollado en las ciudades latinoamericanas, y una ciudad como la nuestra llena de tradiciones, no puede quedar rezagada, que presume de ser primera en actividad cultural del sur del país, en visitar a esta ciudad dentro de otra ciudad, que conserva la historia no contada, la historia oculta.
Rendir culto a los muertos forma parte de una costumbre consustancial al ser humano a través de los tiempos. Las tumbas faraónicas de Egipto, los jardines colgantes de Babilonia y los mausoleos, son evidentes expresiones de este hábito o rito, que varía según las épocas, los continentes, razas y religiones.
La visita se puede hacer en dos horas a pie y el recorrido sería por la avenida principal desde la portada de acceso, con relieves y esculturas antiguas de sillar, hasta la capilla central. Se ofrecería información sobre los estilos de las tumbas, historia, mitos y creencias e información sobre los personajes más renombrados allí enterrados: desde obreros huelguistas, santos populares, poetas, hacendados, próceres, héroes, artistas, personalidades públicas y de los artesanos que esculpieron a mano las enormes sepulturas.
Al menos unos 250 monumentos adornan centenarias tumbas del Cementerio General de la apacheta de Arequipa. Fue una costumbre de principios de siglo XIX perpetrar su memoria, en la que se reflejaba el dolor, la vida eterna, el juicio final, la vida más allá de la muerte. Grandes estatuas de santos, ángeles y profetas rodean la capilla central del camposanto.
En este contexto, los cementerios, unos más que otros, guardan silenciosamente parte de la historia de los pueblos. Es un proyecto que está en consulta con el Instituto Nacional de Cultura, donde además deberán participar La Universidad La Beneficencia Pública será realidad a mediados del 2003. No se descarta la idea, que en un futuro próximo, los muros del cementerio sean reemplazados por rejas y cuente con bella y potente iluminación.
1.- LOS CEMENTERIOS Y LA CIUDAD
Los restos de Cementerios prehispánicos en Arequipa podemos encontrarlos en Pillo en el Distrito de Socabaya, Kasapatak y Cacallinca en el Distrito de Hunter es una zona elevada un cerro que conserva muchas tumbas prehispánicas, Lari Lari en el Distrito de Cayma. En la zona de Quequeña, Yarabamba y Characato, también se conservan estas tumbas al pie de los cerros.
Los cementerios del periodo colonial se fijaron en las Iglesias, Conventos y Monasterios, los devotos y las cofradías a que pertenecían se encargan de orientar a la voluntad de sus fieles en cuanto a las donaciones, sobre todo cuando estos hacían sus testamentos y su voluntad era que sean enterrados en tal o cual Iglesia.
Para el año 1814 se estaba realizando uno nuevo en el pueblo de Yanahuara “La idea de hacer un cementerio general ya va tomando vuelo en 1820 en virtud de una Real Provisión del 31 de noviembre de 1813,, para que se siga utilizando el cementerio de Miraflores, establecimiento que originalmente era destinado para el Hospital de San Juan De Dios, las epidemias de esos años forzaron la idea de ensanchar la necrópolis de Miraflores”[3].
Posteriormente se formó el Cementerio de la Apacheta (nombre quechua que se debe a un montículo, paraje, lugar donde se amontonaban piedras y se dividen dos caminos, simbólicamente en lengua Aymara es un Taypi, es división, del mundo presente con el más allá, es dejar este camino y pasar a otro camino[4]), la construcción se atrasó por muchísimos años, recibió ímpulso del Prefecto Gutiérrez de La Fuente en 1828, el Cementerio de Yanahuara se clausuró en 1835 para adscribirse a este Panteón General.
Sin embargo la Apacheta fue plenamente habilitada en 1843, a la vez que se disponía el cierre del de Miraflores[5]. Fue inaugurado con una ceremonia de ritual fúnebre con los restos del prócer de la independencia Mariano Melgar, con un discurso del Dr. Deán Juan Gualberto Valdivia y Cornejo (quien fuera secretario del Mariscal- Andrés de Santa Cruz, durante la Confederación Peruano-Boliviana).
Las observaciones que pudo hacer Flora Tristán acerca del tema nos dice, el panteón, hermosos cementerio recientemente construido, se halla a dos leguas de la ciudad. Está situado sobre la pendiente de una colina, frente al volcán y ocupa un vasto espacio. De lejos nada es más oscuro ni más melancólico, que la vista de los altos muros y dentellados que lo rodean. En la superficie de aquellos muros están dispuestas tres filas de nichos abiertos en el espesor de ellos. Se depositan los féretros en esos nichos, cuya abertura se cierra con una piedra sellada. Sobre esta piedra los parientes del difunto asocian su vanidad a la nada de la tumba. Se lee sobre planchas de mármol o de bronce, escritos en letras de oro. Aquí yace el ilustre mariscal, el célebre general, el venerable cura, etc.[6]
La distribución del espacio al interior del Cementerio de la Apacheta, se construyeron pabellones con hileras de nichos, donde se depositarían a los difuntos, cada pabellón lleva el nombre de un Santo: San Esteban, San Ursula, San Benito, etc. También un lugar destinado a sepultar a los muertos bajo tierra. Al centro del cementerio está la capilla para realizar misas para difuntos algunos de cuerpo presente. En la parte última al fondo del espacio del Cementerio existe un lugar destinado al entierro de difuntos que no pertenecen a la religión católica cristiana romana y apostólica y que más bien son judíos o de otra religión. Lo que llama la atención es un pabellón construido al fondo del cementerio, donde se enterraban los condenados, excluidos por la religión católica, que eran criminales, suicidas, extranjeros, de otras religiones.
Hoy Arequipa es una ciudad con rasgos de modernidad, con diversos problemas de una metrópoli su población bordea el millón de habitantes, pero aun conserva algo de la tradición y costumbres pasadas de nuestros ancestros.
Aparecieron cementerios modernos como el Parque de la esperanza y el jardín de Arequipa, pero paralelamente en los distritos alejados y sus Pueblos Jóvenes y Asociaciones de reciente creación, incluyeron cementerios como el de Jerusalén en el Distrito de Mariano Melgar, de la urbanización El Carmen y Cerro Verde en el Distrito de Tíabaya y otro en el Distrito de Miraflores en la Asociación Tomasa Tito Condemayta, el cementerio municipal de Cerro colorado, que pertenecen a sectores populares de población económicamente muy necesitada, y sus entierros generalmente son en un una. fosa y muchas de las veces el sitio donado por el municipio del lugar.
Sepulturas históricas, Sin duda que la riqueza histórica está en sus sepulturas centenarias. Las primeras datan de 1821. Muchos veranos e inviernos y algunos terremotos, han dañado su valiosa e irrecuperable arquitectura. De ahí el interés por repararlas, pero como son patrimonio privado y se debe la legislación, para hacerla más operativa.
"La meta es que todas las sepulturas que contienen a próceres o personas relevantes, puedan ser rescatadas de las ruinas". Cada sepultura es un bien especialísimo de los propietarios, se dice que pertenecen a sus dueños hasta que se mantengan en buen estado, salvo los plazos de la perpetuidad manejada por la Beneficencia.
2.- LAS TRADICIONES
El caso de nuestro Cementerio General. Un camposanto que mantiene vigente el respeto a las tradiciones y a la cultura de los arequipeños, en la forma de recordar a sus seres queridos con solemnidad, muchas flores y coronas en los funerales y que, precisamente, por guardar y conservar tanta historia y tradición, se convertirá a mediados del 2003, en un recorrido turístico gracias a un proyecto impulsado por la Universidad Nacional de San Agustín, La Beneficencia Pública y el Instituto Nacional de Cultura, siempre en cuando se ejecute.
El cementerio es como una pequeña ciudad. "Su importancia es vital porque no hace distingos de credo ni condición social. Aquí se confunden los Presidentes de la República con una importante cantidad de indigentes y personas de los más diversos credos religiosos. Es el único que recibe a todos los estratos sociales en un mismo lugar, con la misma importancia, el mismo respeto y la misma solemnidad".
Sus especies arbóreas centenarias en extinción, sus tumbas y mausoleos, sus estatuas, sus santos, ángeles y las personalidades que están sepultadas allí, lo han convertido en un centro cultural y arquitectónico. Esporádicamente es visitado por profesores y estudiantes de historia arquitectura periodismo, diseño, que concurren a hacer trabajos para sus respectivas universidades. "Porque es innegable que gran parte de la historia cívica de nuestra ciudad descansa ahí".
Es normal que a la gente le gusta mucho recordar a sus familiares. "Les construyen verdaderas casas. Tenemos las sepulturas con juguetes al interior de los nichos y, también, celebración de cumpleaños; los funerales de evangélicos que van cantando; los de las zona alto-andina que dejan comida y cigarrillos a sus deudos. Son tradiciones y costumbres que se siguen manteniendo, que nosotros aceptamos y que no son posibles en los nuevos cementerios parques.
3.- AS COSTUMBRES DEL SEPELIO
La Población nativa Collagua, prehispánica, eran enterrados en posición fetal en urnas rodeadas de piedra, al interior se colocaba el cuerpo sobre un cesto acompañado de su indumentaria, esto para las personas del común. Cuando el enterramiento era de un jefe lo acompañaban sus sirvientes, esposas utensilios, animales por ejemplo el Señor de Sipán. Hubo enterramientos, urnas colocadas en los desfiladeros, acantilados que de la parte baja se pueden apreciar como panales de abejas que cuelgan de los desfiladeros. En la actualidad tienen por costumbre enterrar a sus muertos acompañados de bandas musicales, todo parece una fiesta, la música es importante en la partida de la persona que falleció.
En el periodo colonial era de mucha importancia el luto y los rezos, esto se demuestra en las declaraciones que dejaban antes de morir en los testamentos donde pedían 30, 40, 100 rosarios, ave marías, credos, y misas, depende de la condición económica porque se dejaba una partida para ello. Indicaban que los restos deberían estar al pie de tal o cual santo e Iglesia, el cuerpo antes del entierro era preparado para el velorio, se podían contratar lloronas, mujeres dedicadas a este arte del lamento por la muerte del difunto acompañado de todo el ritual religioso cristiano.
En Arequipa en los años de 1833, nos cuenta doña Flora Tristán que, para enterrar a los difuntos, la muerte de las gentes acomodadas, no regocija únicamente a sus herederos. Los monjes encuentran también ocasión de vender a precios elevados, sus vestidos grises. Negros, blancos, carmelitas, etc. Se acostumbra y es de buen tono hacerse enterrar con hábito de monje y por esta razón esos santos personajes tienen, casi siempre hábitos nuevos que contrastan con la suciedad del resto de su indumentaria. En cuanto el moribundo ha expirado, se le reviste sin tener en cuenta su sexo, con un hábito de esos religiosos y queda así vestido con el rostro descubierto, extendido sobre su lecho por espacio de tres días. Durante ese tiempo se hacen visitas de condolencia. Los parientes más lejanos presiden el duelo, es decir que permanecen en la pieza de donde está el muerto, recibiendo a los visitantes. Estos sean hombres o mujeres, can vestidos de negro, hacen al entrar un saludo grave a los parientes, quienes se hallan sobre un estrado, enseguida van ha sentarse en un rincón y se ponen a rezar. Se lleva el cuerpo en hombros hasta la Iglesia y así, también en hombros, después de la ceremonia se le conduce fuera de la ciudad. Desde allí se le transporta en una carretilla al cementerio.[7]
El velorio, fue el ritual que por excelencia se encargó de reunir a un determinado grupo social junto al cadáver de uno de sus miembros. El anuncio de la muerte, el cambio en el decorado de la casa y la instalación de la capilla fúnebre, eran las etapas previas para el imprescindible acto de despedida colectiva, que se lograba mediante la exposición del extinto. La casa era el receptáculo obligado de quienes debían muchas veces mantener una etiqueta, presentar el pésame a la viuda u otros parientes que integraban la respectiva familia del duelo.[8]
En la actualidad los rituales del entierro, han cambiado de acuerdo al estrato social al que pertenece el difunto y de acuerdo a su pasado cultural, llamaría que es un proceso de occidentalización, porque hay una frialdad en todo el ritual de la muerte, en un estrato social alto, son las empresas funerarias las que se encargan del hecho, cuando muere la persona, los trabajadores de la funeraria, lo bañan lo visten con su ropa más usual, -ya no hay mortajas en su ideal-, terno, una capilla ardiente adornado de ofrendas florales en formas de cruces y corazones, no se invita licor, sino té o café, no hay lloros, o no lo demuestran por los lentes oscuros que tienen los deudos, pero sí se toman fotos de recuerdo acompañados al féretro, la capilla ardiente.
Luego en el velorio no acompañan al muerto durante toda la noche sino que a determinada hora, todos se van cierran la puerta del Velatorio, porque tampoco se vela en la casa de los deudos, pero si dejan las luces prendidas de la Capilla ardiente, al día siguiente temprano los deudos se alistan para la misa de cuerpo presente y se dirigen al cementerio llevándolo en una carroza (auto moderno) y todo el proceso no tarda mucho tiempo, algunos discursos de los conocidos al pie de la tumba y luego todos se marchan, los deudos no esperan para el pésame -no significa descortesía ni ofensa a los que acompañaron, sino que así es el ritual-, cada quien se va a sus casas. Los deudos tampoco están en su casa original, sino que están en otro sitio, de sus familiares.
Esta última forma de enterramiento va tomando aceptación, se va haciendo de mayor acogida en un buen sector de la población arequipeña, sobre todo los que son del centro de la ciudad, porque los que viven en de los distritos o pueblos tradicionales todavía conservan todos los rituales tradicionales más resaltantes de un entierro.
Los llantos, expresión de tristeza, dolor de lo perdido, causa mayor tristeza cuando la muerte es de una madre, sobre todo cuando deja hijos pequeños, desamparados, luego sería la muerte del padre cuando deja sus hijos en edad de formación pero nadie podrá negar que el de una madre representa mucho en su vida.
Cuando fallece personas de edad madura, ancianidad, no produce esa sensación de dolor, porque se cree que ya cumplió su rol en esta vida, y si es que sufría de una enfermedad prolongada en años, hay una expresión de consuelo “Dios te recogió porque no quería que sigas sufriendo”. La gente muy buena bondadosa, justa, trabajadora, luchadora, coincidentemente mueren jóvenes, mejor dicho no llegan a la ancianidad, hay excepciones. En cambio las personas que tienen algo de malicia y maldad, viven muchos años y sufren al morir, el común de la gente dice que es porque “los pecados se pagan en este mundo, en la tierra y te arrastrarás y Dios no te recogerá así pidas perdón, aquí es tu infierno donde sufrirás por todo lo malo que has hecho, porque muerto todo se acaba ya no hay nada”, aparentemente son pragmatistas, pero es una crisis de valores religiosos por la que atraviesan muchas personas.
Los lloros son expresiones de pena, cuyo sentimiento es la representación en la población de origen humilde, de bajos recursos económicos, o estrato social regular, durante todo el velatorio, forman fila después del entierro para recibir el pésame -cuando es de pueblo tradicional o pequeño casi toda la población asiste al sepelio-, hay misa de ocho días y también forman fila para recibir el pésame afuera de la iglesia, de igual manera en la misa de año.
La música,
Para un determinado estrato social es una expresión de congoja, sentimiento que acompaña al difunto durante el velorio, en su último viaje al cementerio y posterior a la muerte, se puede apreciar también en los cementerios de Pueblos Jóvenes. Para los arequipeños el yaraví es la música del amor frustrado, es posible reconocer otros temas secundarios como el de la muerte entrelazada con el tema principal, hay una amplitud temática, donde la ausencia del ser, el olvido en el grado más extremo es la muerte.[9]
Uno de tantos temas estudiados por Juan Carpio Muñoz a continuación detallamos, pero resaltamos en negrita las letras que mayormente se tocan y cantan en los entierros o días posteriores al sepelio, aquí un fragmento:
Ya me voy a una tierra lejana,
A un país donde nadie me espere,
Donde nadie sepa que yo muera,
Donde nadie por mí llorará.[10]
Durante el velorio de un chacarero a mediados de los años cincuenta, la esposa o hijas según el caso, cantan de una manera muy triste, con lamento y entre lloros, en una suerte de improvisación, que pareciera mezclar yaraví huayco y música gregoriana, esta va repetida muchas veces como una cantaleta, es un texto que repentinamente lo crean y que va recordando los momentos más importantes que en vida tuvo el difunto y generalmente para lamentarse cantando por la ausencia inesperada, esta costumbre ya está en desuso, que es muy diferente de las plañideras[11].
4.- DESPUÉS DEL ENTIERRO
Se puede comprender una sensación de soledad con mezcla de miedo hay una “incertidumbre del más allá, si llegaremos a conocer allí más dolor, si hay desigualdad social, tormento, nos preguntamos si los presentes nos olvidarán, qué será del patrimonio. Inquietud por los funerales necesarios, hay miedo a los aparecidos”.[12]
El miedo a los muertos ha perdurado por cientos de siglos desde nuestra prehistoria. La noche es tenebrosa incluso en hora actual se admite que los muertos pueden regresar y habrán de hacer maldades de no apaciguárseles con oraciones y otras ofrendas, según las religiones y costumbres de sus culturas.
En el cementerio general de la Apacheta de Arequipa, todos los nichos muestran una iconografía variada en las lápidas que se colocan pasado los dos años del entierro debido a que la humedad que sale del nicho por los gases y putrefacción del muerto pueden malograr el material de la lápida, que son variados, unos decorados con mármol de Italia, mármol nacional, con vidrios, en bronce en fierro forjado.
Hay mucha diversidad en la ornamentación de las lápidas, algunos colocan una foto, o pasajes de su vida, versos, oraciones del evangelio, hay una variedad de adornos, entre música y flores. Estas van desde imágenes de cristo crucificado, el rostro agonizante de cristo, vírgenes como la Candelaria, del Carmen, Santa Rosa de Lima, San Martín de Porres.
La visita a la tumba del difunto de reciente muerte –por los familiares-, es más constante casi interdiario y cada fin de semana, cuando más pasan los años de su fallecimiento es mayor la distancia de la visita, entre cada fin de mes, o al año, especialmente en las fechas de aniversario del difunto, de los pasajes que tuvo en vida, en cambio las más comunes se dan para el día de todos santos y entre las prácticas está el llevar flores, hacer oraciones hacer tocar alguna música o canciones por los rezanderos, aunque últimamente prefieren poner las tarjetas musicales de cumpleaños o de navidad.
LOS ÁNGELES PIADOSOS
En Algunas de las religiones monoteístas más grandes de la existencia del ser humano, como la islámica, judaica y cristiana-católica, el mundo angelical forma parte de su imaginario litúrgico
Ángeles contemplados en la liturgia católica, aunque todas las religiones han tenido Ángeles bajo diversos nombres.
Para la Iglesia católica los Ángeles son los espíritus grandiosos, son los intermediarios entre el cielo y la tierra. Y como tales llenaron el espacio entre el cielo y la tierra, conceptual y físicamente[13]. Si los Ángeles no existieren, la grande obra del creador no tendría el coronamiento y la perfección de que era susceptible este mundo que atestigua su omnipotencia.
Los Ángeles son clasificados de acuerdo a las denominaciones de órdenes inferiores, misiones, cargos, virtudes, la potencias que rigen el mundo físico y moral, “los unos se llaman Serafines, otros son Querubines, y otros los Tronos. Algunos están encargados de la dirección de las sociedades y de las personas, son los principados, los arcángeles que transmiten mensajes de alta importancia, y los Ángeles guardianes que nos acompañan velando por nuestra seguridad y nuestra santificación”[14]
Las alas de los Ángeles era una alusión directa a las aves, “para San Agustín las aves del mundo clásico eran demonios, o Ángeles caídos, que habían quedado encarcelados en la parte caliginosa hasta el día del Juicio Final”[15]
En la historia espectral Dios había creado el ángel Lucifer (Luzbel, Satán), para que este junto a él, pero desatada una guerra en los cielos, estos Ángeles van armados convirtiéndose en arcángeles, saliendo triunfante el arcángel Miguel, el campeón de Dios, el guerrero alado, ahora su conquistador había tomado el lugar de Lucifer. Se generó una tradición alrededor de un ángel de la muerte donde los demonios luchaban contra el bien para arrebatar almas de los fieles, la batalla del bien y del mal nunca terminaba para la religión angelical.
Estos Ángeles guardianes, según las creencias católicas van luchando entre el bien y el mal guiando nuestras almas a una purificación para alcanzarla gloria de Dios. Aún después de muertos se apiadan de nuestras almas, guardando vigilia sobre nuestras tumbas, como se puede apreciar en el cementerio de la Apacheta de Arequipa, cuyas expresiones corresponden a un imaginario colectivo, propio del siglo XIX cuando se fundó el cementerio hasta mediados del siglo XX. Aquella lucha constante entre Ángeles y demonios, entre el bien y el mal, que van rondando nuestras mentes, donde esa dualidad, esa dialéctica entre verdad y mentira, entre la ofensa y la disculpa, entre lo bueno y lo malo, entre la miseria y la bondad, permite que existamos como seres humanos.
Pero a pesar de esta controversia, estos ángeles son piadosos con todos, intercede ante Dios para que se acuerde de nosotros, porque aún después de muertos ruegan y se apiadan de nuestras almas guardando vigilia sobre nuestras tumbas, son también ángeles guardianes[16]. Como católicos en nuestro imaginario del siglo XIX hasta mediados del siglo XX, se tenía por costumbre adornar las tumbas sobre todo mausoleos de los difuntos, con ángeles, que coronaban en una parte elevada de las tumbas, pareciera haciendo guardia al alma del difunto, comunicando el cuerpo terrenal con Dios en el cielo, es un ángel intermediario que eleva el alma del hijo hacia el todo poderoso.
Los mausoleos.- A espaldas de la Capilla, que es el centro del Cementerio están los ángeles más conocidos, apreciamos el mausoleo de Alejandro Hartley y familia, donde se ve la estructura en mármol de un ángel sentado acongojado. De similar situación se ve en el mausoleo de Juan Rodríguez un ángel agachado llevando una cruz el difunto es de 07-09-1900. El mausoleo de Dorich, Carmen D.Gómez Valdez, cuya estructura es de granito hay cuatro ángeles de rodillas para cada esquina y una Virgen que lleva corona y ubicada en la parte superior de la puerta de entrada. En la tumba del Coronel José Valcarcel 1878 y Felícitas Ureta Vda. De Valcárcel 1903 se aprecia un ángel de pie protegido por una reja. En el mausoleo de Agustina Ureta Jonson 09-07-1872 se aprecia un ángel de mármol en posición de pie protegido con una reja.
Los mausoleos van tomando diferentes formas con el pasar de los tiempos, inicialmente los ángeles cubrían el mausoleo, luego tomaron construyeron en forma de templos romanos, finalmente varía entre pirámides egipcias, arcos de triunfo casonas, cilindros etc.
En la Casa
Pasado el entierro, una de las costumbres es buscar a un curandero, maestro, que busque el mal de muerte, el alma del difunto en la casa de los deudos, para que lo saque de ahí y “el alma no jale a otros" es decir hay el miedo que el muerto lleve en cadena también a otras personas de la familia. El curandero va buscando en los rincones de la casa con un cuchillo de acero y donde se hunda con facilidad en la tierra es el símbolo de sepultura, y el cuchillo cubrirá esa tumba abierta y no jalará ni se llevará a otros del entorno familiar.
Los migrantes de las alturas de Tacna y Moquegua, matan un perro negro para acompañe al difunto, después de ocho días de muerto y muchas de las cosas que más le gustaban al difunto se colocan en una bolsa negra, y los lleva lejos el curandero, para que sea el último viaje de lo que queda del alma del difunto, según corresponden a las tradiciones de los aymaras.
Los migrantes de la zona de Huancayo y el Cusco, tienen por costumbre hacer el lavado de ropa a los ocho días, (otros voltean la ropa), es un ritual que va acompañado de aguardiente y entre varias personas entrevistadas en Arequipa que también hacen el lavado de ropa se deduce que los hacen sin mucha relevancia, es muy simple y puede hacerse al día siguiente o dos días después del entierro. Cuando transcurre el año de muerto, se hace la misa y se quema toda la ropa del difunto, así como los presentes también lo hacen saltando por la fogata, para dejar lejos ese luto y no tener otro que los agobie en su tristeza.
Para los de las zonas residenciales en la ciudad, no tienen estas prácticas, algunos llevan a un sacerdote católico para los rezos, otros los deudos hacen a lo mucho unas oraciones en la habitación que ocupaba el difunto, y se mantiene desocupada por un mes y al final se hace una limpieza general para luego ser ocupada por otra persona de la familia, todas las cosas del difunto se escogen para ser guardadas las que no son de importancia se votan a la basura, o se venden a los negociantes de objetos de segundo uso.
Los sueños.-
El sufrimiento del ser querido, hace que piensen mucho en él, y por las noches tengan sueños, que vean a la persona, conversen con ella, pero llega el momento que el difunto le habla y dice “que se encuentra bien, ya no te preocupes”, entonces la persona que soñó cuándo despierta, siente una tranquilidad, en adelante será menor su aflicción.
Es común que las personas sueñen con sus familiares difuntos, manifiestan que les anuncian algo malo, preocupante de tener mucho cuidado en el día con su persona y de sus familiares vivos, porque las noticias no serán buenas.
Las almas.-
Desde la antigüedad sentimos miedo de los fantasmas y almas en pena, -que en paz descanse-, siempre ha sido la bendición para muertos vivos, nos da sus apreciaciones David Murray Director of Research Statistical Assessiment Service diciendo “la idea de los fantasmas, las persecuciones, el misterio y el miedo que nos invade cuando un espíritu persiste en un lugar. Creo que todo eso nos amenaza en todo el mundo, ya que más que nada esto nos da la noción de que las puertas siguen abiertas. Los límites aún no están claros, y que hay un pasadizo entre un lado y el otro”.[17]
En ciertas cuevas del sur de Francia, los cuerpos encontrados se hallan en posición fetal atados para evitar su fuga, “Frecuentemente los cuerpos enterrados allí fueron amarrados y atados en posición fetal. Esto nos sugiere que tenían algún tipo de preocupación de que los individuos regresaran, o que los molestaran, o que tal vez les trajeran mala suerte o algo así”.[18]
En Transilvania Hungría se mantiene la creencia, que aquellas personas que mueren por suicidio, los cajones deben ser clavados al piso de la fosa, y el cuerpo del difunto debe ser colocado de cubito ventral, es decir con la boca hacia abajo, cosa si quiere levantarse del cajón para convertirse en vampiro, este se vaya más al fondo y no pueda salir.
El miedo a los aparecidos sobre todo en África negra, sigue siendo bastante fuerte, para incitara algunos difuntos a no volver, se mutila su cadáver antes de la inhumación, por ejemplo se le quiebra los fémures, se les arranca una oreja, se le corta una mano: de ese modo por vergüenza o por imposibilidad física, se verán obligados a quedarse donde están.[19]
Para otras personas las siluetas y las imágenes del difunto vuelven a aparecer, pero no en forma directa sino, de costado o de espaldas, pero no se ve el rostro, ven que ingresa a una habitación y cuando se dirigen a ella, no hay nada. Para otros, es como un ángel que se les acerca y les habla al oído diciéndoles “allá donde estoy me encuentro tranquilo, me encuentro bien”, o dicen el ser en quien tu piensas se encuentra bien, después de esto da una tranquilidad a los deudos y se va aliviando la tristeza y la creencia firme en un Dios.
Los condenados
Es una de las creencias muy fuertes en el imaginario colectivo de la población arequipeña hasta la década de los años ochenta, quienes preocupados por estas creencias construyeron un pabellón especial en el cementerio de la Apacheta. En la mentalidad de las personas de religión católica, se creía que estos difuntos suicidas, criminales, extranjeros o de otras religiones, se iban a “condenar” y que sus almas llegarían a perturbar la paz de los muertos católicos que fallecieron en forma natural por la gracia de Dios. Y como el cementerio estaba alejado de la ciudad en medio de chacras y este “pabellón de condenados” al fondo del espacio del cementerio, aislado, sus almas saldrían de sus tumbas porque se condenarían y vagarían por la noche causando malestar a las almas católicas que descansan en paz enterradas cerca a la entrada de la puerta principal al cementerio.
La parte posterior del perímetro del cementerio de la Apacheta, la parte media del fondo, se encuentran tumbas de extranjeros de diferentes religiones –además del pabellón de los condenados-, estas se encuentran en la tierra ocupando un buen espacio con el perímetro de piedra o cemento que cubre cada una de las tumbas.
En un espacio especial para judíos, es de unos 15 metros por lado por debajo del nivel del terreno del cementerio, con tres gradas de escalera para el ingreso por tres costados, las tumbas están protegidas con piedra granito y las lápidas de mármol blanco, las tumbas en su mayoría son de niños los que hacen un total de catorce restos, cuyas inscripciones van acompañadas de la estrella de ocho puntas.
Entre los difuntos aparecen los nombres de: Isaac Beressi falleció el 25-09-1922 de 37 años de edad, va el año judío 5,683 acompañado de una estrella, luego Fanni Eskenazi falleció el 04-11-1922; Juana Betz de Grusendey falleció a los 29 años de edad el 25-05-1922. Lo que llama la atención es el grupo de niños: Ida Behar 03-08-1929; Jacobo Lemor nació 19-01-1931 y falleció el 21-121931; Jaime Kilimager Colordo nació 01-11-1931 y falleció 28-08-1932; Nisim Kilimager Colordo nació 18-08-1932 y falleció 15-09-1932; José Lemor nació 19-01-1931 falleció 15-12-1931; Salomón Eskenazi falleció 19-11-1929.
En las lápidas de el pabellón especial existen aquellos que murieron defendiendo sus derechos sociales, así se inscribió en la tumba de Ángel Descalzi Cráter, lo siguiente: “víctima de la alevosía, inmoló su vida en aras de la dignidad del empelado ultrajado” (Lápida Quezada)[20]. Otras tumbas contienen inscripciones en inglés, deducimos que se trata de una persona que en vida tuvo una religión diferente a la católica, donde se aprecia lo siguiente:
“In affectione remembrance
of
John Harts Smith
Who died at Arequipa july 01 setiembre 1927
Aged 51 years
Why Should our tears in sorrow flow
when god recolls his own.
And binds Then Teare a worls of woe
for an inmortal crown”
(Lápida Quezada).[21]
También podemos rescatar de las lápidas del pabellón especial, poemas de aquellos suicidas, que se mataron por un amor u otras razones, es el caso del nicho Nº71 del “pabellón de los condenados” del cementerio de La Apacheta, tumba de Alfredo del Carpio M. tiene escrito, que de Dios Goce fallecido el 12 de agosto de 1954, y también incluye un poema que a la letra dice:
“El día de mis nupcias
puse de testigo a la Virgen
que tuvo puesto un collar
de perlas
para saber si faltándole
una, me serías infiel,
más sorpresa la mía
al ver que había
desaparecido el collar.
Puse mi corazón de hielo
para ponerme a los pies
del todo poderoso
para que juzgara
si la habré querido
o no”
(anónimo).[22]
Pero el caso más conocido entre los últimos condenados es de “La Mónica”, una chica cuyos restos desaparecieron después de enterrada y dijeron que se había condenado y que se aparecía a cada joven que llevaba motocicleta, cierta noche se le apareció a un joven que la recogió en su motocicleta, charlaron y la condujo a su casa, con el frío que hacía él le prestó su casaca a Mónica con la idea de que la recogería al día siguiente en su casa, hasta donde la acompañó, tomó su dirección y se despidieron. Al día siguiente fue temprano y fue recibido por la mamá de Mónica quien le manifestó que hace un año que había fallecido y para que creyera lo llevó al muchacho al cementerio y le enseñó su tumba y para sorpresa de ambos la casaca prestada la noche anterior estaba colgada en la cruz de su tumba, se dice que el joven que la acompaño enloqueció tuvo problemas psiquiátricos hasta su muerte. La versión fue repetida por muchos años y poco a poco se fue perdiendo en las tradiciones arequipeñas de la década de los ochenta.[23]
Los santos populares.
En el cementerio de la Apacheta se hace reverencia a Víctor Apaza, por la creencia, de un sector de la población, que ha hecho milagros y su tumba es la más cubierta de flores y velas todos los días, la visitan primero antes de ir donde sus difuntos[24]. Pero el problema es difícil de explicarlo, porque el fue acusado de asesinar a su esposa y violar a su hija, se le dio la pena de muerte bajo fusilamiento, el último en esta ciudad el 17 de septiembre de l971, es la población quien sufre el martirio del otro, le dicen pobrecito, si era inocente, la aflicción y admiración lo convierten en veneración y santificación popular etc. pero hoy se hizo grande la veneración y tiene muchos seguidores que cuentan de sus milagros. Nadie llama a V. Apaza como “santo” pero lo tratan como tal, de esta forma el pueblo lo sitúa dentro del conjunto del panteón cristiano, V. Apaza es nuevo intercesor entre Dios y los hombres.[25]
5.- EL CEMENTERIO DEBE MODERNIZARSE,
Pese al apego a la tradición, el Cementerio General debe ser incorporado al proceso modernizador con atención personalizada al público y guiado en sus instalaciones. La automatización de todos los sistemas de administración e información, de atención de público, venta de servicios, manejo de archivos en las oficinas etc.
Esta modernización se debe hacer con sistemas computacionales y de equipamiento, de tal manera que cada funcionario va disponer de un terminal conectado a un computador central. Además, el cementerio cuenta con un sistema de incineración y eliminación de desechos orgánicos que estaban llegando a los vertederos, con los consiguientes riesgos sanitarios y de contaminación que podrían producirse.
Se hacen nuevas construcciones de pabellones de nichos para los que solicitan servicio, uno de sus graves problemas es que ya no habrá espacio para recibir difuntos de aquí a unos años más, pero lo importante es valorar la cultura de nuestro pueblo.
EVITE EL PLAGIO, CITAR LA FUENTE:
[1] Publicado EN: CUMBRES I, Revista del Programa de Turismo y Hotelería de la UNSA. Arequipa, Perú Agosto 2002. pp.43-61
[2] Profesor de la Escuela Profesional de Historia de la UNSA.
[3] Gutiérrez, Ramón, Evolución Histórica Urbana de Arequipa 1540-1990, Epígrafe 1992 p92
[4] Bertonio, Ludovico, Vocabulario de la Lengua Aymara 1612, edic. Facimilar MUSEF, La Paz Bolivia, 1984 p23, Segunda Parte.
[5] Gutiérrez, Ramón, Evolución Histórica Urbana de Arequipa 1540-1990, Epígrafe 1992 p124
[6] Tristán Flora, Peregrinaciones de una paria, Edit. UNSA. Arequipa, 1987, p.257
[7] Tristán Flora, Peregrinaciones de una paria, Edit. UNSA. Arequipa, 1987, p.258
[8] León L. Marco A. Sepultura Sagrada, Tumba Profana. Edit. LOM, Santiago 1997 p.128
[9] Carpio Muñoz, Juan G. Arequipa: Música y Pueblo Edit. INC. Arequipa 1984 p.34
[10] Carpio Muñoz, Juan G. Arequipa: Música y Pueblo Edit. INC. Arequipa 1984 p.36-37
[11] Carpio Muñoz, Juan G. Arequipa: Música y Pueblo Edit. INC. Arequipa 1984 p.163-164
[12] Louis-Vincent, Thomas, Antropología de la Muerte” F.C.E. México, 1993 p355
[13] Lamborn Wilson, Peter, EN: “Historia Espectral” Entrevista para video Film Roos y A& E Televisión, USA. 1995
[14] Kardec, Allan, El cielo y el Infierno, Edit. Kier SA. Bs. As. 1970, p.68
[15] Mujica Pinilla, Ramón, Ángeles Apócrifos en la América Virreinal, Edit. FCE. Lima 1996, p.21
[16] Mesa José y Gisbert Teresa, El Retorno de los Ángeles, En: www.bolivian.com/angeles/angarcg.html#menu
[17] David Murray EN: “Ritos Fúnebres” Entrevista para video Film Roos y A& E Televisión, USA. 1996
[18] Clifton D. Bryan, EN: “Ritos Fúnebres” Entrevista para video Film Roos y A& E Televisión, USA. 1996
[19] Louis-Vincent, Thomas, Antropología de la Muerte” F.C.E. México, 1993 p359
[20] Tumba de Ángel Descalzi Cráter, falleció el 2 de febrero de 1940, Nicho Nº57 “pabellón de los condenados” del Cementerio de La Apacheta, Arequipa
[21] Tumba de John Harts Smith falleció el 1 de septiembre de 1927, Nicho Nº43 “pabellón de los condenados” del Cementerio de La Apacheta, Arequipa
[22] Tumba de Alfredo del Carpio M. falleció el 12 de agosto de 1954, Nicho Nº71 Pabellón Laico “pabellón de los condenados” del Cementerio de La Apacheta, Arequipa.
[23] Alvear Corimaya, José, Mónica; Colección Literaria Nº62, Arequipa mayo2000
[24] Tumba de Víctor Apaza Quispe falleció el 17 de setiembre de 1971, Nicho Nº22 “pabellón San Hilarión” del Cementerio de La Apacheta, Arequipa
[25] Ronzelen de Gonzáles, Teresa Van, “Víctor Apaza: La emergencia de un santo” EN: Rev. América Indígena Vol-XLV, Nº4 diciembre 1985 pp.647-668
Lic. Edgar Chalco Pacheco[2]
El turismo de cementerios está siendo desarrollado en las ciudades latinoamericanas, y una ciudad como la nuestra llena de tradiciones, no puede quedar rezagada, que presume de ser primera en actividad cultural del sur del país, en visitar a esta ciudad dentro de otra ciudad, que conserva la historia no contada, la historia oculta.
Rendir culto a los muertos forma parte de una costumbre consustancial al ser humano a través de los tiempos. Las tumbas faraónicas de Egipto, los jardines colgantes de Babilonia y los mausoleos, son evidentes expresiones de este hábito o rito, que varía según las épocas, los continentes, razas y religiones.
La visita se puede hacer en dos horas a pie y el recorrido sería por la avenida principal desde la portada de acceso, con relieves y esculturas antiguas de sillar, hasta la capilla central. Se ofrecería información sobre los estilos de las tumbas, historia, mitos y creencias e información sobre los personajes más renombrados allí enterrados: desde obreros huelguistas, santos populares, poetas, hacendados, próceres, héroes, artistas, personalidades públicas y de los artesanos que esculpieron a mano las enormes sepulturas.
Al menos unos 250 monumentos adornan centenarias tumbas del Cementerio General de la apacheta de Arequipa. Fue una costumbre de principios de siglo XIX perpetrar su memoria, en la que se reflejaba el dolor, la vida eterna, el juicio final, la vida más allá de la muerte. Grandes estatuas de santos, ángeles y profetas rodean la capilla central del camposanto.
En este contexto, los cementerios, unos más que otros, guardan silenciosamente parte de la historia de los pueblos. Es un proyecto que está en consulta con el Instituto Nacional de Cultura, donde además deberán participar La Universidad La Beneficencia Pública será realidad a mediados del 2003. No se descarta la idea, que en un futuro próximo, los muros del cementerio sean reemplazados por rejas y cuente con bella y potente iluminación.
1.- LOS CEMENTERIOS Y LA CIUDAD
Los restos de Cementerios prehispánicos en Arequipa podemos encontrarlos en Pillo en el Distrito de Socabaya, Kasapatak y Cacallinca en el Distrito de Hunter es una zona elevada un cerro que conserva muchas tumbas prehispánicas, Lari Lari en el Distrito de Cayma. En la zona de Quequeña, Yarabamba y Characato, también se conservan estas tumbas al pie de los cerros.
Los cementerios del periodo colonial se fijaron en las Iglesias, Conventos y Monasterios, los devotos y las cofradías a que pertenecían se encargan de orientar a la voluntad de sus fieles en cuanto a las donaciones, sobre todo cuando estos hacían sus testamentos y su voluntad era que sean enterrados en tal o cual Iglesia.
Para el año 1814 se estaba realizando uno nuevo en el pueblo de Yanahuara “La idea de hacer un cementerio general ya va tomando vuelo en 1820 en virtud de una Real Provisión del 31 de noviembre de 1813,, para que se siga utilizando el cementerio de Miraflores, establecimiento que originalmente era destinado para el Hospital de San Juan De Dios, las epidemias de esos años forzaron la idea de ensanchar la necrópolis de Miraflores”[3].
Posteriormente se formó el Cementerio de la Apacheta (nombre quechua que se debe a un montículo, paraje, lugar donde se amontonaban piedras y se dividen dos caminos, simbólicamente en lengua Aymara es un Taypi, es división, del mundo presente con el más allá, es dejar este camino y pasar a otro camino[4]), la construcción se atrasó por muchísimos años, recibió ímpulso del Prefecto Gutiérrez de La Fuente en 1828, el Cementerio de Yanahuara se clausuró en 1835 para adscribirse a este Panteón General.
Sin embargo la Apacheta fue plenamente habilitada en 1843, a la vez que se disponía el cierre del de Miraflores[5]. Fue inaugurado con una ceremonia de ritual fúnebre con los restos del prócer de la independencia Mariano Melgar, con un discurso del Dr. Deán Juan Gualberto Valdivia y Cornejo (quien fuera secretario del Mariscal- Andrés de Santa Cruz, durante la Confederación Peruano-Boliviana).
Las observaciones que pudo hacer Flora Tristán acerca del tema nos dice, el panteón, hermosos cementerio recientemente construido, se halla a dos leguas de la ciudad. Está situado sobre la pendiente de una colina, frente al volcán y ocupa un vasto espacio. De lejos nada es más oscuro ni más melancólico, que la vista de los altos muros y dentellados que lo rodean. En la superficie de aquellos muros están dispuestas tres filas de nichos abiertos en el espesor de ellos. Se depositan los féretros en esos nichos, cuya abertura se cierra con una piedra sellada. Sobre esta piedra los parientes del difunto asocian su vanidad a la nada de la tumba. Se lee sobre planchas de mármol o de bronce, escritos en letras de oro. Aquí yace el ilustre mariscal, el célebre general, el venerable cura, etc.[6]
La distribución del espacio al interior del Cementerio de la Apacheta, se construyeron pabellones con hileras de nichos, donde se depositarían a los difuntos, cada pabellón lleva el nombre de un Santo: San Esteban, San Ursula, San Benito, etc. También un lugar destinado a sepultar a los muertos bajo tierra. Al centro del cementerio está la capilla para realizar misas para difuntos algunos de cuerpo presente. En la parte última al fondo del espacio del Cementerio existe un lugar destinado al entierro de difuntos que no pertenecen a la religión católica cristiana romana y apostólica y que más bien son judíos o de otra religión. Lo que llama la atención es un pabellón construido al fondo del cementerio, donde se enterraban los condenados, excluidos por la religión católica, que eran criminales, suicidas, extranjeros, de otras religiones.
Hoy Arequipa es una ciudad con rasgos de modernidad, con diversos problemas de una metrópoli su población bordea el millón de habitantes, pero aun conserva algo de la tradición y costumbres pasadas de nuestros ancestros.
Aparecieron cementerios modernos como el Parque de la esperanza y el jardín de Arequipa, pero paralelamente en los distritos alejados y sus Pueblos Jóvenes y Asociaciones de reciente creación, incluyeron cementerios como el de Jerusalén en el Distrito de Mariano Melgar, de la urbanización El Carmen y Cerro Verde en el Distrito de Tíabaya y otro en el Distrito de Miraflores en la Asociación Tomasa Tito Condemayta, el cementerio municipal de Cerro colorado, que pertenecen a sectores populares de población económicamente muy necesitada, y sus entierros generalmente son en un una. fosa y muchas de las veces el sitio donado por el municipio del lugar.
Sepulturas históricas, Sin duda que la riqueza histórica está en sus sepulturas centenarias. Las primeras datan de 1821. Muchos veranos e inviernos y algunos terremotos, han dañado su valiosa e irrecuperable arquitectura. De ahí el interés por repararlas, pero como son patrimonio privado y se debe la legislación, para hacerla más operativa.
"La meta es que todas las sepulturas que contienen a próceres o personas relevantes, puedan ser rescatadas de las ruinas". Cada sepultura es un bien especialísimo de los propietarios, se dice que pertenecen a sus dueños hasta que se mantengan en buen estado, salvo los plazos de la perpetuidad manejada por la Beneficencia.
2.- LAS TRADICIONES
El caso de nuestro Cementerio General. Un camposanto que mantiene vigente el respeto a las tradiciones y a la cultura de los arequipeños, en la forma de recordar a sus seres queridos con solemnidad, muchas flores y coronas en los funerales y que, precisamente, por guardar y conservar tanta historia y tradición, se convertirá a mediados del 2003, en un recorrido turístico gracias a un proyecto impulsado por la Universidad Nacional de San Agustín, La Beneficencia Pública y el Instituto Nacional de Cultura, siempre en cuando se ejecute.
El cementerio es como una pequeña ciudad. "Su importancia es vital porque no hace distingos de credo ni condición social. Aquí se confunden los Presidentes de la República con una importante cantidad de indigentes y personas de los más diversos credos religiosos. Es el único que recibe a todos los estratos sociales en un mismo lugar, con la misma importancia, el mismo respeto y la misma solemnidad".
Sus especies arbóreas centenarias en extinción, sus tumbas y mausoleos, sus estatuas, sus santos, ángeles y las personalidades que están sepultadas allí, lo han convertido en un centro cultural y arquitectónico. Esporádicamente es visitado por profesores y estudiantes de historia arquitectura periodismo, diseño, que concurren a hacer trabajos para sus respectivas universidades. "Porque es innegable que gran parte de la historia cívica de nuestra ciudad descansa ahí".
Es normal que a la gente le gusta mucho recordar a sus familiares. "Les construyen verdaderas casas. Tenemos las sepulturas con juguetes al interior de los nichos y, también, celebración de cumpleaños; los funerales de evangélicos que van cantando; los de las zona alto-andina que dejan comida y cigarrillos a sus deudos. Son tradiciones y costumbres que se siguen manteniendo, que nosotros aceptamos y que no son posibles en los nuevos cementerios parques.
3.- AS COSTUMBRES DEL SEPELIO
La Población nativa Collagua, prehispánica, eran enterrados en posición fetal en urnas rodeadas de piedra, al interior se colocaba el cuerpo sobre un cesto acompañado de su indumentaria, esto para las personas del común. Cuando el enterramiento era de un jefe lo acompañaban sus sirvientes, esposas utensilios, animales por ejemplo el Señor de Sipán. Hubo enterramientos, urnas colocadas en los desfiladeros, acantilados que de la parte baja se pueden apreciar como panales de abejas que cuelgan de los desfiladeros. En la actualidad tienen por costumbre enterrar a sus muertos acompañados de bandas musicales, todo parece una fiesta, la música es importante en la partida de la persona que falleció.
En el periodo colonial era de mucha importancia el luto y los rezos, esto se demuestra en las declaraciones que dejaban antes de morir en los testamentos donde pedían 30, 40, 100 rosarios, ave marías, credos, y misas, depende de la condición económica porque se dejaba una partida para ello. Indicaban que los restos deberían estar al pie de tal o cual santo e Iglesia, el cuerpo antes del entierro era preparado para el velorio, se podían contratar lloronas, mujeres dedicadas a este arte del lamento por la muerte del difunto acompañado de todo el ritual religioso cristiano.
En Arequipa en los años de 1833, nos cuenta doña Flora Tristán que, para enterrar a los difuntos, la muerte de las gentes acomodadas, no regocija únicamente a sus herederos. Los monjes encuentran también ocasión de vender a precios elevados, sus vestidos grises. Negros, blancos, carmelitas, etc. Se acostumbra y es de buen tono hacerse enterrar con hábito de monje y por esta razón esos santos personajes tienen, casi siempre hábitos nuevos que contrastan con la suciedad del resto de su indumentaria. En cuanto el moribundo ha expirado, se le reviste sin tener en cuenta su sexo, con un hábito de esos religiosos y queda así vestido con el rostro descubierto, extendido sobre su lecho por espacio de tres días. Durante ese tiempo se hacen visitas de condolencia. Los parientes más lejanos presiden el duelo, es decir que permanecen en la pieza de donde está el muerto, recibiendo a los visitantes. Estos sean hombres o mujeres, can vestidos de negro, hacen al entrar un saludo grave a los parientes, quienes se hallan sobre un estrado, enseguida van ha sentarse en un rincón y se ponen a rezar. Se lleva el cuerpo en hombros hasta la Iglesia y así, también en hombros, después de la ceremonia se le conduce fuera de la ciudad. Desde allí se le transporta en una carretilla al cementerio.[7]
El velorio, fue el ritual que por excelencia se encargó de reunir a un determinado grupo social junto al cadáver de uno de sus miembros. El anuncio de la muerte, el cambio en el decorado de la casa y la instalación de la capilla fúnebre, eran las etapas previas para el imprescindible acto de despedida colectiva, que se lograba mediante la exposición del extinto. La casa era el receptáculo obligado de quienes debían muchas veces mantener una etiqueta, presentar el pésame a la viuda u otros parientes que integraban la respectiva familia del duelo.[8]
En la actualidad los rituales del entierro, han cambiado de acuerdo al estrato social al que pertenece el difunto y de acuerdo a su pasado cultural, llamaría que es un proceso de occidentalización, porque hay una frialdad en todo el ritual de la muerte, en un estrato social alto, son las empresas funerarias las que se encargan del hecho, cuando muere la persona, los trabajadores de la funeraria, lo bañan lo visten con su ropa más usual, -ya no hay mortajas en su ideal-, terno, una capilla ardiente adornado de ofrendas florales en formas de cruces y corazones, no se invita licor, sino té o café, no hay lloros, o no lo demuestran por los lentes oscuros que tienen los deudos, pero sí se toman fotos de recuerdo acompañados al féretro, la capilla ardiente.
Luego en el velorio no acompañan al muerto durante toda la noche sino que a determinada hora, todos se van cierran la puerta del Velatorio, porque tampoco se vela en la casa de los deudos, pero si dejan las luces prendidas de la Capilla ardiente, al día siguiente temprano los deudos se alistan para la misa de cuerpo presente y se dirigen al cementerio llevándolo en una carroza (auto moderno) y todo el proceso no tarda mucho tiempo, algunos discursos de los conocidos al pie de la tumba y luego todos se marchan, los deudos no esperan para el pésame -no significa descortesía ni ofensa a los que acompañaron, sino que así es el ritual-, cada quien se va a sus casas. Los deudos tampoco están en su casa original, sino que están en otro sitio, de sus familiares.
Esta última forma de enterramiento va tomando aceptación, se va haciendo de mayor acogida en un buen sector de la población arequipeña, sobre todo los que son del centro de la ciudad, porque los que viven en de los distritos o pueblos tradicionales todavía conservan todos los rituales tradicionales más resaltantes de un entierro.
Los llantos, expresión de tristeza, dolor de lo perdido, causa mayor tristeza cuando la muerte es de una madre, sobre todo cuando deja hijos pequeños, desamparados, luego sería la muerte del padre cuando deja sus hijos en edad de formación pero nadie podrá negar que el de una madre representa mucho en su vida.
Cuando fallece personas de edad madura, ancianidad, no produce esa sensación de dolor, porque se cree que ya cumplió su rol en esta vida, y si es que sufría de una enfermedad prolongada en años, hay una expresión de consuelo “Dios te recogió porque no quería que sigas sufriendo”. La gente muy buena bondadosa, justa, trabajadora, luchadora, coincidentemente mueren jóvenes, mejor dicho no llegan a la ancianidad, hay excepciones. En cambio las personas que tienen algo de malicia y maldad, viven muchos años y sufren al morir, el común de la gente dice que es porque “los pecados se pagan en este mundo, en la tierra y te arrastrarás y Dios no te recogerá así pidas perdón, aquí es tu infierno donde sufrirás por todo lo malo que has hecho, porque muerto todo se acaba ya no hay nada”, aparentemente son pragmatistas, pero es una crisis de valores religiosos por la que atraviesan muchas personas.
Los lloros son expresiones de pena, cuyo sentimiento es la representación en la población de origen humilde, de bajos recursos económicos, o estrato social regular, durante todo el velatorio, forman fila después del entierro para recibir el pésame -cuando es de pueblo tradicional o pequeño casi toda la población asiste al sepelio-, hay misa de ocho días y también forman fila para recibir el pésame afuera de la iglesia, de igual manera en la misa de año.
La música,
Para un determinado estrato social es una expresión de congoja, sentimiento que acompaña al difunto durante el velorio, en su último viaje al cementerio y posterior a la muerte, se puede apreciar también en los cementerios de Pueblos Jóvenes. Para los arequipeños el yaraví es la música del amor frustrado, es posible reconocer otros temas secundarios como el de la muerte entrelazada con el tema principal, hay una amplitud temática, donde la ausencia del ser, el olvido en el grado más extremo es la muerte.[9]
Uno de tantos temas estudiados por Juan Carpio Muñoz a continuación detallamos, pero resaltamos en negrita las letras que mayormente se tocan y cantan en los entierros o días posteriores al sepelio, aquí un fragmento:
Ya me voy a una tierra lejana,
A un país donde nadie me espere,
Donde nadie sepa que yo muera,
Donde nadie por mí llorará.[10]
Durante el velorio de un chacarero a mediados de los años cincuenta, la esposa o hijas según el caso, cantan de una manera muy triste, con lamento y entre lloros, en una suerte de improvisación, que pareciera mezclar yaraví huayco y música gregoriana, esta va repetida muchas veces como una cantaleta, es un texto que repentinamente lo crean y que va recordando los momentos más importantes que en vida tuvo el difunto y generalmente para lamentarse cantando por la ausencia inesperada, esta costumbre ya está en desuso, que es muy diferente de las plañideras[11].
4.- DESPUÉS DEL ENTIERRO
Se puede comprender una sensación de soledad con mezcla de miedo hay una “incertidumbre del más allá, si llegaremos a conocer allí más dolor, si hay desigualdad social, tormento, nos preguntamos si los presentes nos olvidarán, qué será del patrimonio. Inquietud por los funerales necesarios, hay miedo a los aparecidos”.[12]
El miedo a los muertos ha perdurado por cientos de siglos desde nuestra prehistoria. La noche es tenebrosa incluso en hora actual se admite que los muertos pueden regresar y habrán de hacer maldades de no apaciguárseles con oraciones y otras ofrendas, según las religiones y costumbres de sus culturas.
En el cementerio general de la Apacheta de Arequipa, todos los nichos muestran una iconografía variada en las lápidas que se colocan pasado los dos años del entierro debido a que la humedad que sale del nicho por los gases y putrefacción del muerto pueden malograr el material de la lápida, que son variados, unos decorados con mármol de Italia, mármol nacional, con vidrios, en bronce en fierro forjado.
Hay mucha diversidad en la ornamentación de las lápidas, algunos colocan una foto, o pasajes de su vida, versos, oraciones del evangelio, hay una variedad de adornos, entre música y flores. Estas van desde imágenes de cristo crucificado, el rostro agonizante de cristo, vírgenes como la Candelaria, del Carmen, Santa Rosa de Lima, San Martín de Porres.
La visita a la tumba del difunto de reciente muerte –por los familiares-, es más constante casi interdiario y cada fin de semana, cuando más pasan los años de su fallecimiento es mayor la distancia de la visita, entre cada fin de mes, o al año, especialmente en las fechas de aniversario del difunto, de los pasajes que tuvo en vida, en cambio las más comunes se dan para el día de todos santos y entre las prácticas está el llevar flores, hacer oraciones hacer tocar alguna música o canciones por los rezanderos, aunque últimamente prefieren poner las tarjetas musicales de cumpleaños o de navidad.
LOS ÁNGELES PIADOSOS
En Algunas de las religiones monoteístas más grandes de la existencia del ser humano, como la islámica, judaica y cristiana-católica, el mundo angelical forma parte de su imaginario litúrgico
Ángeles contemplados en la liturgia católica, aunque todas las religiones han tenido Ángeles bajo diversos nombres.
Para la Iglesia católica los Ángeles son los espíritus grandiosos, son los intermediarios entre el cielo y la tierra. Y como tales llenaron el espacio entre el cielo y la tierra, conceptual y físicamente[13]. Si los Ángeles no existieren, la grande obra del creador no tendría el coronamiento y la perfección de que era susceptible este mundo que atestigua su omnipotencia.
Los Ángeles son clasificados de acuerdo a las denominaciones de órdenes inferiores, misiones, cargos, virtudes, la potencias que rigen el mundo físico y moral, “los unos se llaman Serafines, otros son Querubines, y otros los Tronos. Algunos están encargados de la dirección de las sociedades y de las personas, son los principados, los arcángeles que transmiten mensajes de alta importancia, y los Ángeles guardianes que nos acompañan velando por nuestra seguridad y nuestra santificación”[14]
Las alas de los Ángeles era una alusión directa a las aves, “para San Agustín las aves del mundo clásico eran demonios, o Ángeles caídos, que habían quedado encarcelados en la parte caliginosa hasta el día del Juicio Final”[15]
En la historia espectral Dios había creado el ángel Lucifer (Luzbel, Satán), para que este junto a él, pero desatada una guerra en los cielos, estos Ángeles van armados convirtiéndose en arcángeles, saliendo triunfante el arcángel Miguel, el campeón de Dios, el guerrero alado, ahora su conquistador había tomado el lugar de Lucifer. Se generó una tradición alrededor de un ángel de la muerte donde los demonios luchaban contra el bien para arrebatar almas de los fieles, la batalla del bien y del mal nunca terminaba para la religión angelical.
Estos Ángeles guardianes, según las creencias católicas van luchando entre el bien y el mal guiando nuestras almas a una purificación para alcanzarla gloria de Dios. Aún después de muertos se apiadan de nuestras almas, guardando vigilia sobre nuestras tumbas, como se puede apreciar en el cementerio de la Apacheta de Arequipa, cuyas expresiones corresponden a un imaginario colectivo, propio del siglo XIX cuando se fundó el cementerio hasta mediados del siglo XX. Aquella lucha constante entre Ángeles y demonios, entre el bien y el mal, que van rondando nuestras mentes, donde esa dualidad, esa dialéctica entre verdad y mentira, entre la ofensa y la disculpa, entre lo bueno y lo malo, entre la miseria y la bondad, permite que existamos como seres humanos.
Pero a pesar de esta controversia, estos ángeles son piadosos con todos, intercede ante Dios para que se acuerde de nosotros, porque aún después de muertos ruegan y se apiadan de nuestras almas guardando vigilia sobre nuestras tumbas, son también ángeles guardianes[16]. Como católicos en nuestro imaginario del siglo XIX hasta mediados del siglo XX, se tenía por costumbre adornar las tumbas sobre todo mausoleos de los difuntos, con ángeles, que coronaban en una parte elevada de las tumbas, pareciera haciendo guardia al alma del difunto, comunicando el cuerpo terrenal con Dios en el cielo, es un ángel intermediario que eleva el alma del hijo hacia el todo poderoso.
Los mausoleos.- A espaldas de la Capilla, que es el centro del Cementerio están los ángeles más conocidos, apreciamos el mausoleo de Alejandro Hartley y familia, donde se ve la estructura en mármol de un ángel sentado acongojado. De similar situación se ve en el mausoleo de Juan Rodríguez un ángel agachado llevando una cruz el difunto es de 07-09-1900. El mausoleo de Dorich, Carmen D.Gómez Valdez, cuya estructura es de granito hay cuatro ángeles de rodillas para cada esquina y una Virgen que lleva corona y ubicada en la parte superior de la puerta de entrada. En la tumba del Coronel José Valcarcel 1878 y Felícitas Ureta Vda. De Valcárcel 1903 se aprecia un ángel de pie protegido por una reja. En el mausoleo de Agustina Ureta Jonson 09-07-1872 se aprecia un ángel de mármol en posición de pie protegido con una reja.
Los mausoleos van tomando diferentes formas con el pasar de los tiempos, inicialmente los ángeles cubrían el mausoleo, luego tomaron construyeron en forma de templos romanos, finalmente varía entre pirámides egipcias, arcos de triunfo casonas, cilindros etc.
En la Casa
Pasado el entierro, una de las costumbres es buscar a un curandero, maestro, que busque el mal de muerte, el alma del difunto en la casa de los deudos, para que lo saque de ahí y “el alma no jale a otros" es decir hay el miedo que el muerto lleve en cadena también a otras personas de la familia. El curandero va buscando en los rincones de la casa con un cuchillo de acero y donde se hunda con facilidad en la tierra es el símbolo de sepultura, y el cuchillo cubrirá esa tumba abierta y no jalará ni se llevará a otros del entorno familiar.
Los migrantes de las alturas de Tacna y Moquegua, matan un perro negro para acompañe al difunto, después de ocho días de muerto y muchas de las cosas que más le gustaban al difunto se colocan en una bolsa negra, y los lleva lejos el curandero, para que sea el último viaje de lo que queda del alma del difunto, según corresponden a las tradiciones de los aymaras.
Los migrantes de la zona de Huancayo y el Cusco, tienen por costumbre hacer el lavado de ropa a los ocho días, (otros voltean la ropa), es un ritual que va acompañado de aguardiente y entre varias personas entrevistadas en Arequipa que también hacen el lavado de ropa se deduce que los hacen sin mucha relevancia, es muy simple y puede hacerse al día siguiente o dos días después del entierro. Cuando transcurre el año de muerto, se hace la misa y se quema toda la ropa del difunto, así como los presentes también lo hacen saltando por la fogata, para dejar lejos ese luto y no tener otro que los agobie en su tristeza.
Para los de las zonas residenciales en la ciudad, no tienen estas prácticas, algunos llevan a un sacerdote católico para los rezos, otros los deudos hacen a lo mucho unas oraciones en la habitación que ocupaba el difunto, y se mantiene desocupada por un mes y al final se hace una limpieza general para luego ser ocupada por otra persona de la familia, todas las cosas del difunto se escogen para ser guardadas las que no son de importancia se votan a la basura, o se venden a los negociantes de objetos de segundo uso.
Los sueños.-
El sufrimiento del ser querido, hace que piensen mucho en él, y por las noches tengan sueños, que vean a la persona, conversen con ella, pero llega el momento que el difunto le habla y dice “que se encuentra bien, ya no te preocupes”, entonces la persona que soñó cuándo despierta, siente una tranquilidad, en adelante será menor su aflicción.
Es común que las personas sueñen con sus familiares difuntos, manifiestan que les anuncian algo malo, preocupante de tener mucho cuidado en el día con su persona y de sus familiares vivos, porque las noticias no serán buenas.
Las almas.-
Desde la antigüedad sentimos miedo de los fantasmas y almas en pena, -que en paz descanse-, siempre ha sido la bendición para muertos vivos, nos da sus apreciaciones David Murray Director of Research Statistical Assessiment Service diciendo “la idea de los fantasmas, las persecuciones, el misterio y el miedo que nos invade cuando un espíritu persiste en un lugar. Creo que todo eso nos amenaza en todo el mundo, ya que más que nada esto nos da la noción de que las puertas siguen abiertas. Los límites aún no están claros, y que hay un pasadizo entre un lado y el otro”.[17]
En ciertas cuevas del sur de Francia, los cuerpos encontrados se hallan en posición fetal atados para evitar su fuga, “Frecuentemente los cuerpos enterrados allí fueron amarrados y atados en posición fetal. Esto nos sugiere que tenían algún tipo de preocupación de que los individuos regresaran, o que los molestaran, o que tal vez les trajeran mala suerte o algo así”.[18]
En Transilvania Hungría se mantiene la creencia, que aquellas personas que mueren por suicidio, los cajones deben ser clavados al piso de la fosa, y el cuerpo del difunto debe ser colocado de cubito ventral, es decir con la boca hacia abajo, cosa si quiere levantarse del cajón para convertirse en vampiro, este se vaya más al fondo y no pueda salir.
El miedo a los aparecidos sobre todo en África negra, sigue siendo bastante fuerte, para incitara algunos difuntos a no volver, se mutila su cadáver antes de la inhumación, por ejemplo se le quiebra los fémures, se les arranca una oreja, se le corta una mano: de ese modo por vergüenza o por imposibilidad física, se verán obligados a quedarse donde están.[19]
Para otras personas las siluetas y las imágenes del difunto vuelven a aparecer, pero no en forma directa sino, de costado o de espaldas, pero no se ve el rostro, ven que ingresa a una habitación y cuando se dirigen a ella, no hay nada. Para otros, es como un ángel que se les acerca y les habla al oído diciéndoles “allá donde estoy me encuentro tranquilo, me encuentro bien”, o dicen el ser en quien tu piensas se encuentra bien, después de esto da una tranquilidad a los deudos y se va aliviando la tristeza y la creencia firme en un Dios.
Los condenados
Es una de las creencias muy fuertes en el imaginario colectivo de la población arequipeña hasta la década de los años ochenta, quienes preocupados por estas creencias construyeron un pabellón especial en el cementerio de la Apacheta. En la mentalidad de las personas de religión católica, se creía que estos difuntos suicidas, criminales, extranjeros o de otras religiones, se iban a “condenar” y que sus almas llegarían a perturbar la paz de los muertos católicos que fallecieron en forma natural por la gracia de Dios. Y como el cementerio estaba alejado de la ciudad en medio de chacras y este “pabellón de condenados” al fondo del espacio del cementerio, aislado, sus almas saldrían de sus tumbas porque se condenarían y vagarían por la noche causando malestar a las almas católicas que descansan en paz enterradas cerca a la entrada de la puerta principal al cementerio.
La parte posterior del perímetro del cementerio de la Apacheta, la parte media del fondo, se encuentran tumbas de extranjeros de diferentes religiones –además del pabellón de los condenados-, estas se encuentran en la tierra ocupando un buen espacio con el perímetro de piedra o cemento que cubre cada una de las tumbas.
En un espacio especial para judíos, es de unos 15 metros por lado por debajo del nivel del terreno del cementerio, con tres gradas de escalera para el ingreso por tres costados, las tumbas están protegidas con piedra granito y las lápidas de mármol blanco, las tumbas en su mayoría son de niños los que hacen un total de catorce restos, cuyas inscripciones van acompañadas de la estrella de ocho puntas.
Entre los difuntos aparecen los nombres de: Isaac Beressi falleció el 25-09-1922 de 37 años de edad, va el año judío 5,683 acompañado de una estrella, luego Fanni Eskenazi falleció el 04-11-1922; Juana Betz de Grusendey falleció a los 29 años de edad el 25-05-1922. Lo que llama la atención es el grupo de niños: Ida Behar 03-08-1929; Jacobo Lemor nació 19-01-1931 y falleció el 21-121931; Jaime Kilimager Colordo nació 01-11-1931 y falleció 28-08-1932; Nisim Kilimager Colordo nació 18-08-1932 y falleció 15-09-1932; José Lemor nació 19-01-1931 falleció 15-12-1931; Salomón Eskenazi falleció 19-11-1929.
En las lápidas de el pabellón especial existen aquellos que murieron defendiendo sus derechos sociales, así se inscribió en la tumba de Ángel Descalzi Cráter, lo siguiente: “víctima de la alevosía, inmoló su vida en aras de la dignidad del empelado ultrajado” (Lápida Quezada)[20]. Otras tumbas contienen inscripciones en inglés, deducimos que se trata de una persona que en vida tuvo una religión diferente a la católica, donde se aprecia lo siguiente:
“In affectione remembrance
of
John Harts Smith
Who died at Arequipa july 01 setiembre 1927
Aged 51 years
Why Should our tears in sorrow flow
when god recolls his own.
And binds Then Teare a worls of woe
for an inmortal crown”
(Lápida Quezada).[21]
También podemos rescatar de las lápidas del pabellón especial, poemas de aquellos suicidas, que se mataron por un amor u otras razones, es el caso del nicho Nº71 del “pabellón de los condenados” del cementerio de La Apacheta, tumba de Alfredo del Carpio M. tiene escrito, que de Dios Goce fallecido el 12 de agosto de 1954, y también incluye un poema que a la letra dice:
“El día de mis nupcias
puse de testigo a la Virgen
que tuvo puesto un collar
de perlas
para saber si faltándole
una, me serías infiel,
más sorpresa la mía
al ver que había
desaparecido el collar.
Puse mi corazón de hielo
para ponerme a los pies
del todo poderoso
para que juzgara
si la habré querido
o no”
(anónimo).[22]
Pero el caso más conocido entre los últimos condenados es de “La Mónica”, una chica cuyos restos desaparecieron después de enterrada y dijeron que se había condenado y que se aparecía a cada joven que llevaba motocicleta, cierta noche se le apareció a un joven que la recogió en su motocicleta, charlaron y la condujo a su casa, con el frío que hacía él le prestó su casaca a Mónica con la idea de que la recogería al día siguiente en su casa, hasta donde la acompañó, tomó su dirección y se despidieron. Al día siguiente fue temprano y fue recibido por la mamá de Mónica quien le manifestó que hace un año que había fallecido y para que creyera lo llevó al muchacho al cementerio y le enseñó su tumba y para sorpresa de ambos la casaca prestada la noche anterior estaba colgada en la cruz de su tumba, se dice que el joven que la acompaño enloqueció tuvo problemas psiquiátricos hasta su muerte. La versión fue repetida por muchos años y poco a poco se fue perdiendo en las tradiciones arequipeñas de la década de los ochenta.[23]
Los santos populares.
En el cementerio de la Apacheta se hace reverencia a Víctor Apaza, por la creencia, de un sector de la población, que ha hecho milagros y su tumba es la más cubierta de flores y velas todos los días, la visitan primero antes de ir donde sus difuntos[24]. Pero el problema es difícil de explicarlo, porque el fue acusado de asesinar a su esposa y violar a su hija, se le dio la pena de muerte bajo fusilamiento, el último en esta ciudad el 17 de septiembre de l971, es la población quien sufre el martirio del otro, le dicen pobrecito, si era inocente, la aflicción y admiración lo convierten en veneración y santificación popular etc. pero hoy se hizo grande la veneración y tiene muchos seguidores que cuentan de sus milagros. Nadie llama a V. Apaza como “santo” pero lo tratan como tal, de esta forma el pueblo lo sitúa dentro del conjunto del panteón cristiano, V. Apaza es nuevo intercesor entre Dios y los hombres.[25]
5.- EL CEMENTERIO DEBE MODERNIZARSE,
Pese al apego a la tradición, el Cementerio General debe ser incorporado al proceso modernizador con atención personalizada al público y guiado en sus instalaciones. La automatización de todos los sistemas de administración e información, de atención de público, venta de servicios, manejo de archivos en las oficinas etc.
Esta modernización se debe hacer con sistemas computacionales y de equipamiento, de tal manera que cada funcionario va disponer de un terminal conectado a un computador central. Además, el cementerio cuenta con un sistema de incineración y eliminación de desechos orgánicos que estaban llegando a los vertederos, con los consiguientes riesgos sanitarios y de contaminación que podrían producirse.
Se hacen nuevas construcciones de pabellones de nichos para los que solicitan servicio, uno de sus graves problemas es que ya no habrá espacio para recibir difuntos de aquí a unos años más, pero lo importante es valorar la cultura de nuestro pueblo.
EVITE EL PLAGIO, CITAR LA FUENTE:
[1] Publicado EN: CUMBRES I, Revista del Programa de Turismo y Hotelería de la UNSA. Arequipa, Perú Agosto 2002. pp.43-61
[2] Profesor de la Escuela Profesional de Historia de la UNSA.
[3] Gutiérrez, Ramón, Evolución Histórica Urbana de Arequipa 1540-1990, Epígrafe 1992 p92
[4] Bertonio, Ludovico, Vocabulario de la Lengua Aymara 1612, edic. Facimilar MUSEF, La Paz Bolivia, 1984 p23, Segunda Parte.
[5] Gutiérrez, Ramón, Evolución Histórica Urbana de Arequipa 1540-1990, Epígrafe 1992 p124
[6] Tristán Flora, Peregrinaciones de una paria, Edit. UNSA. Arequipa, 1987, p.257
[7] Tristán Flora, Peregrinaciones de una paria, Edit. UNSA. Arequipa, 1987, p.258
[8] León L. Marco A. Sepultura Sagrada, Tumba Profana. Edit. LOM, Santiago 1997 p.128
[9] Carpio Muñoz, Juan G. Arequipa: Música y Pueblo Edit. INC. Arequipa 1984 p.34
[10] Carpio Muñoz, Juan G. Arequipa: Música y Pueblo Edit. INC. Arequipa 1984 p.36-37
[11] Carpio Muñoz, Juan G. Arequipa: Música y Pueblo Edit. INC. Arequipa 1984 p.163-164
[12] Louis-Vincent, Thomas, Antropología de la Muerte” F.C.E. México, 1993 p355
[13] Lamborn Wilson, Peter, EN: “Historia Espectral” Entrevista para video Film Roos y A& E Televisión, USA. 1995
[14] Kardec, Allan, El cielo y el Infierno, Edit. Kier SA. Bs. As. 1970, p.68
[15] Mujica Pinilla, Ramón, Ángeles Apócrifos en la América Virreinal, Edit. FCE. Lima 1996, p.21
[16] Mesa José y Gisbert Teresa, El Retorno de los Ángeles, En: www.bolivian.com/angeles/angarcg.html#menu
[17] David Murray EN: “Ritos Fúnebres” Entrevista para video Film Roos y A& E Televisión, USA. 1996
[18] Clifton D. Bryan, EN: “Ritos Fúnebres” Entrevista para video Film Roos y A& E Televisión, USA. 1996
[19] Louis-Vincent, Thomas, Antropología de la Muerte” F.C.E. México, 1993 p359
[20] Tumba de Ángel Descalzi Cráter, falleció el 2 de febrero de 1940, Nicho Nº57 “pabellón de los condenados” del Cementerio de La Apacheta, Arequipa
[21] Tumba de John Harts Smith falleció el 1 de septiembre de 1927, Nicho Nº43 “pabellón de los condenados” del Cementerio de La Apacheta, Arequipa
[22] Tumba de Alfredo del Carpio M. falleció el 12 de agosto de 1954, Nicho Nº71 Pabellón Laico “pabellón de los condenados” del Cementerio de La Apacheta, Arequipa.
[23] Alvear Corimaya, José, Mónica; Colección Literaria Nº62, Arequipa mayo2000
[24] Tumba de Víctor Apaza Quispe falleció el 17 de setiembre de 1971, Nicho Nº22 “pabellón San Hilarión” del Cementerio de La Apacheta, Arequipa
[25] Ronzelen de Gonzáles, Teresa Van, “Víctor Apaza: La emergencia de un santo” EN: Rev. América Indígena Vol-XLV, Nº4 diciembre 1985 pp.647-668
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