LA MUERTE EN LA CIUDAD DE AREQUIPA: COMPORTAMIENTO DE UNA POBLACIÓN HETEROGÉNEA[1]
Edgar Chalco Pacheco[2]
INTRODUCCIÓN
El tema nos lleva a revisar una Historia de las Mentalidades, que en un primer nivel tiene que ver con la Historia de las Culturas, de allí su relación con la Antropología Histórica con ese pensamiento claro y consciente, con la cultura de las elites y, en un segundo plano con la cultura popular. La cultura de las masas, donde campean los factores inconscientes, la cultura gestual.
La historia de las mentalidades significa así mismo una renovación de las fuentes, rompe con el monopolio de la fuente escrita, incursiona en nuevos tipos de fuentes, las orales y las iconográficas. Abandona el terreno de las elites y se acerca a la masa silenciosa, que se encuentra registrada en la mentalidad de quienes hicieron sus testamentos.
La Historia de las Mentalidades explora lo oculto, la voz silenciosas pero decisiva de los que no tenían uso de la palabra, de los sin voz.
Nuestro tema, la muerte, no es sólo la última postrimería, como la llama la tradición religiosa occidental, sino el momento en que el hombre afronta el fracaso final de toda omnipotencia personal, de todo éxito mundano. La muerte es por esencia el momento de la verdad, la que revela la verdadera personalidad y el carácter del hombre sobre la tierra. La muerte es la gran igualadora. Frente a este hecho todas las culturas han elaborado ciertos comportamientos, ciertos ritos gestuales, ciertas actitudes colectivas.
Frente a este hecho irremediable de la condición humana nuestra ciudad tiene herencia de la vieja tradición andina (los entierros funerarios de los Collaguas. Huaris. los Incas) que encierra en el humus de nuestra tradición más recóndita una cultura ritual de la muerte, nos ha legado una rica tradición que prácticamente se mezcla con la cultura occidental traída por los españoles, dándonos un mestizaje que, no ha sido explorada a profundidad en nuestra región y país, con excepción de algunos trabajos.
Hacemos una identificación de la cultura ritual de la muerte, como se ha venido modificando a lo largo de nuestra historia. En nuestra ciudad de Arequipa donde históricamente se ha concentrado una población con una cultura dominante blanca de origen extranjero y de características urbanas, con una escasa población de cultura popular, de raíces andinas y. donde es muy escaso la presencia de negros. Es ahí donde siempre han convivido, lado a lado, la cultura de las elites y la cultura popular y, aún es muy notorio en los últimos años por efecto de la concentración demográfica.
Algunos trabajos sobre el tema, guardan vinculación con la Escuela de los Annales, Marc Bloch en su "Introducción a la Historia" nos habla sobre la mentalidad, y posteriormente desarrolla trabajos sobre la muerte, allá por los años 1940. Por su parte Philippe Aries quien en su libro "La Muerte en Occidente" nos dice que a partir del siglo XVIII se tiende a considerar la muerte dentro una nueva óptica, en donde se exalta y dramatiza en tanto que siempre es la muerte "ajena" ya no la "propia" muerte. Estos y otros vivos y muertos, a raíz de la construcción de cementerios, permiten entender lo acertado del corte aludido.
Los trabajos de Georges Duby, Lucien Febvre, contribuyen a la comprensión sobre el tema de la muerte. Pierre Vilar, Emanuell Le Roy Ladurie, no escapan a esta tendencia de investigación. el periodo de sus trabajos es el siglo XVI y XVIII, temas relacionados con la muerte y la religión. Y Michel Vovelle es uno de los últimos seguidores de las mentalidades.
Nos planteamos múltiples preguntas en nuestro trabajo, entre ellas ¿Cómo se desarrolla el proceso de cambios culturales y el ritual sobre la muerte? ¿Qué efectos produce en el sentir colectivo de la población arequipeña?
Lo que presentamos aquí es un adelanto al proyecto de Investigación que tenemos en marcha. Nos hemos trazado como uno de los objetivos. Explicar las causas y consecuencias en los cambios de mentalidad formales y rituales sobre la muerte en Arequipa y sus implicancias en la población urbana.
Rescatamos mucha información de aquellas fuentes, para nuestro trabajo como los testamentos y los contratos ubicados en el Archivo Regional de Arequipa. Los libros de nacimientos, bautismos y Defunciones son indispensables en esta tarea que se encuentran ubicados en el Archivo Arzobispal de Arequipa. La iconografía en las tumbas, los mausoleos, la observación en los gestos culturales durante los rituales de entierros. Información oral mediante entrevistas, sobre casos especiales. Periódicos de la localidad como La Bolsa, El Deber, El Eco, El Chili, El Misti, El Republicano, etc. Los que nos permitirán apreciar los cambios de mentalidad, de comportamientos de la sociedad arequipeña con relación a la muerte en el transcurso de su historia.
I. LA MUERTE
Si en este mundo existe la vida que se manifiesta, como el brotar, crecer, fructificar, multiplicar, desarrollo de las especies, produciendo nuevas formas. Por otro lado también existe la muerte, es un fenómeno bio-fisiológico que por lo tanto afecta a todo viviente corpóreo y consiste en la cesación de la vida. Este fin se manifiesta por la extinción de las actividades vitales.
Después de la muerte se presenta la más o menos rápida descomposición del organismo, estos fenómenos visibles indican que ha ocurrido, lo que constituye la verdadera esencia de la muerte a saber; que el principio vital, el alma se ha separado del cuerpo. Con dicha separación las almas de las plantas y animales pertenecen también a un final perecen, porque no pueden existir sin el cuerpo.
Por el contrario el alma espiritual del hombre empieza su supervivencia supra corporal inmortal, debido a ésta su pensar y querer no aparece ya ligados al cuerpo, pero en modo alguno dejan de existir.
Uno de los grandes convencidos de que la muerte es el comienzo de un proceso de disolución biológica que acabará con la vida organizada de una entidad humana, es Voltaire, así lo expresa en toda su literatura.
Hoy día son pocas las personas que declaran no creer en la existencia de otra vida, pero cada día aumenta y son muchísimas las personas quienes creen que existe algún tipo de sustancia espiritual que sobrevive a la muerte.
Sin embargo, esa sustancia lo llegó a definir en forma más general William James indicando que "existe un flujo continuo de conciencia cósmica, contra el que nuestra individualidad sólo levanta barreras temporales y, en el que nuestras mentes se sumergen como en un mar..."
Nuestra sociedad andina siempre pensó en un más allá en el futuro después de la muerte, se hace mención de la Crónica de Juan Santa Cruz Pachacuti Salcamayhua, que en su diseño cosmológico hace este proceso de explicación del mundo andino, que algunos autores lo relacionan con el Paititi, el Paraíso, el mundo deseado en el más allá.
Para los cristianos es muy importante la creencia en la resurrección dentro de su doctrina religiosa, la vida terrena es muchas veces de sufrimiento y por lo tanto ellos tienen una esperanza de alcanzar la paz la felicidad en otro mundo cuando su cuerpo y alma resucite.
La reencarnación no es aceptada por los cristianos, menos por la Iglesia Católica, Apostólica y Romana muy condenada en el Concilio de Constantinopla quinto ecuménico de la Iglesia celebrado el año 553 bajo el reinado del emperador Bizantino Justiniano I, condenó la creencia en la reencarnación "si alguien afirmara la preexistencia de las almas... sea anatema".
Esta creencia si es aceptada por la religión Budista y también va tomando fuerza en otro sector de población que pertenece a otras religiones a pesar de su prohibición. La muerte en si es un hecho que conmueve a todo ser humano.
II. LA CIUDAD y LOS CEMENTERIOS
La humanidad siempre ha destinado un lugar donde conservar o preservar a sus antepasados o sus seres queridos. En el Perú y Arequipa desde épocas prehispánicas a la fecha existen lugares que aún se mantienen como tal.
Tenemos restos de la Cultura Collagua, cuyo desarrollo fue en el Valle del río Colca, sus principales adoratorios (guacas, son Collaguata y Gualcagualca). Acerca de sus enterramientos se ha podido observar que los nombres collaguas tuvieron deformaciones craneanas "al cráneo se le colocaba bonetes a manera de morteros amarrados con lana al rededor de su cabeza[3].
Estos Collaguas emigraron al Valle del río Chili en la margen derecha en lugar denominado La Chimba, así se registra en la documentación del siglo XVI. Los restos que han dejado en la "acequia Coa, que los españoles llamaron San Jerónimo, así como la andenería de Chil1na, teniendo como límite la acequia Chullo en la zona de la Atiqu1lla"[4].
Los restos de Cementerios prehispánicos en Arequipa podemos encontrar en Pillo en el Distrito de Socabaya, en Kasapatak en el Distrito de Hunther, es una zona elevada un cerro que conserva muchas tumbas prehispánicas. En la zona de Quequeña, Yarabamba y Characato, también se conservan estas tumbas al pie de los cerros.
Durante la llegada de los españoles, es conocido que se fijaron como sitios de entierro en las Iglesias, Conventos y Monasterios, de los que podemos mencionar, primeramente que la orden religiosa primera en llegar, fueron los dominicos, luego mercedarios, franciscanos, agustinos y jesuitas.
Los devotos y las cofradías que pertenecían se encargaban de orientar a la voluntad de sus fieles en cuanto a las donaciones, sobre todo cuando estos hacían sus testamentos y su voluntad era que sean enterrados en tal o cual iglesia. Por ejemplo Lucas Martínez Begazo vecino de Arequipa hace una fuerte donación a la Iglesia de la Compañía de Jesús.
De igual modo Juan de La Torre vecino y fundador hace una fuerte donación al Convento de San Agustín y para la iglesia Mayor o Catedral "pide que sea enterrado en la Catedral"[5].
En caso de Alonso de Luque, primer escribano público y de Cabildo contribuye en forma constante al Convento de San Agustín y es enterrado al pie de San Ildefonso[6].
Los Monasterios como de Santa Catalina, Santa Rosa, Santa Teresa, tuvieron destinado lugar para el entierro de sus religiosas.
Los problemas que se trataban y se buscaba dar solución en el Cabildo era el asunto de los pobres y gente que no tenía familiares o quien vele por ellos, de ahí que se fundó el Hospital de San Juan de Dios y que tenía como sitio destinado para Cementerio en Miraflores, en el lugar conocido hoy como "La Chavela", que luego se convertiría en Cementerio General[7].
Las iglesias destinadas para indígenas son las de Santa Marcha y San Antonio a cinco cuadras del centro de la ciudad. Y en la Chimba estaba la iglesia de Yanahuara y Cayma así como el Convento de La Recoleta.
El tema de los Cementerios abiertos al público fue de interés del Intendente de Arequipa, por motivos higiénicos, sobre todo en el de Miraflores, hoy no quedan restos del Cementerio porque se encuentra urbanizado, pero aún cuando se hacen excavaciones para construcción de casas se encuentran restos óseos, esqueletos.
Para el año 1814 se estaba realizando un nuevo en el pueblo de Yanahuara "La idea de hacer un cementerio general ya va tomando vuelo en 1820 en virtud de una Real Provisión del 31 de noviembre de 1813, para que se siga utilizando el cementerio de Miraflores, las epidemias de esos años formaron la idea de ensanchar la necrópolis"[8].
Edgar Chalco Pacheco[2]
INTRODUCCIÓN
El tema nos lleva a revisar una Historia de las Mentalidades, que en un primer nivel tiene que ver con la Historia de las Culturas, de allí su relación con la Antropología Histórica con ese pensamiento claro y consciente, con la cultura de las elites y, en un segundo plano con la cultura popular. La cultura de las masas, donde campean los factores inconscientes, la cultura gestual.
La historia de las mentalidades significa así mismo una renovación de las fuentes, rompe con el monopolio de la fuente escrita, incursiona en nuevos tipos de fuentes, las orales y las iconográficas. Abandona el terreno de las elites y se acerca a la masa silenciosa, que se encuentra registrada en la mentalidad de quienes hicieron sus testamentos.
La Historia de las Mentalidades explora lo oculto, la voz silenciosas pero decisiva de los que no tenían uso de la palabra, de los sin voz.
Nuestro tema, la muerte, no es sólo la última postrimería, como la llama la tradición religiosa occidental, sino el momento en que el hombre afronta el fracaso final de toda omnipotencia personal, de todo éxito mundano. La muerte es por esencia el momento de la verdad, la que revela la verdadera personalidad y el carácter del hombre sobre la tierra. La muerte es la gran igualadora. Frente a este hecho todas las culturas han elaborado ciertos comportamientos, ciertos ritos gestuales, ciertas actitudes colectivas.
Frente a este hecho irremediable de la condición humana nuestra ciudad tiene herencia de la vieja tradición andina (los entierros funerarios de los Collaguas. Huaris. los Incas) que encierra en el humus de nuestra tradición más recóndita una cultura ritual de la muerte, nos ha legado una rica tradición que prácticamente se mezcla con la cultura occidental traída por los españoles, dándonos un mestizaje que, no ha sido explorada a profundidad en nuestra región y país, con excepción de algunos trabajos.
Hacemos una identificación de la cultura ritual de la muerte, como se ha venido modificando a lo largo de nuestra historia. En nuestra ciudad de Arequipa donde históricamente se ha concentrado una población con una cultura dominante blanca de origen extranjero y de características urbanas, con una escasa población de cultura popular, de raíces andinas y. donde es muy escaso la presencia de negros. Es ahí donde siempre han convivido, lado a lado, la cultura de las elites y la cultura popular y, aún es muy notorio en los últimos años por efecto de la concentración demográfica.
Algunos trabajos sobre el tema, guardan vinculación con la Escuela de los Annales, Marc Bloch en su "Introducción a la Historia" nos habla sobre la mentalidad, y posteriormente desarrolla trabajos sobre la muerte, allá por los años 1940. Por su parte Philippe Aries quien en su libro "La Muerte en Occidente" nos dice que a partir del siglo XVIII se tiende a considerar la muerte dentro una nueva óptica, en donde se exalta y dramatiza en tanto que siempre es la muerte "ajena" ya no la "propia" muerte. Estos y otros vivos y muertos, a raíz de la construcción de cementerios, permiten entender lo acertado del corte aludido.
Los trabajos de Georges Duby, Lucien Febvre, contribuyen a la comprensión sobre el tema de la muerte. Pierre Vilar, Emanuell Le Roy Ladurie, no escapan a esta tendencia de investigación. el periodo de sus trabajos es el siglo XVI y XVIII, temas relacionados con la muerte y la religión. Y Michel Vovelle es uno de los últimos seguidores de las mentalidades.
Nos planteamos múltiples preguntas en nuestro trabajo, entre ellas ¿Cómo se desarrolla el proceso de cambios culturales y el ritual sobre la muerte? ¿Qué efectos produce en el sentir colectivo de la población arequipeña?
Lo que presentamos aquí es un adelanto al proyecto de Investigación que tenemos en marcha. Nos hemos trazado como uno de los objetivos. Explicar las causas y consecuencias en los cambios de mentalidad formales y rituales sobre la muerte en Arequipa y sus implicancias en la población urbana.
Rescatamos mucha información de aquellas fuentes, para nuestro trabajo como los testamentos y los contratos ubicados en el Archivo Regional de Arequipa. Los libros de nacimientos, bautismos y Defunciones son indispensables en esta tarea que se encuentran ubicados en el Archivo Arzobispal de Arequipa. La iconografía en las tumbas, los mausoleos, la observación en los gestos culturales durante los rituales de entierros. Información oral mediante entrevistas, sobre casos especiales. Periódicos de la localidad como La Bolsa, El Deber, El Eco, El Chili, El Misti, El Republicano, etc. Los que nos permitirán apreciar los cambios de mentalidad, de comportamientos de la sociedad arequipeña con relación a la muerte en el transcurso de su historia.
I. LA MUERTE
Si en este mundo existe la vida que se manifiesta, como el brotar, crecer, fructificar, multiplicar, desarrollo de las especies, produciendo nuevas formas. Por otro lado también existe la muerte, es un fenómeno bio-fisiológico que por lo tanto afecta a todo viviente corpóreo y consiste en la cesación de la vida. Este fin se manifiesta por la extinción de las actividades vitales.
Después de la muerte se presenta la más o menos rápida descomposición del organismo, estos fenómenos visibles indican que ha ocurrido, lo que constituye la verdadera esencia de la muerte a saber; que el principio vital, el alma se ha separado del cuerpo. Con dicha separación las almas de las plantas y animales pertenecen también a un final perecen, porque no pueden existir sin el cuerpo.
Por el contrario el alma espiritual del hombre empieza su supervivencia supra corporal inmortal, debido a ésta su pensar y querer no aparece ya ligados al cuerpo, pero en modo alguno dejan de existir.
Uno de los grandes convencidos de que la muerte es el comienzo de un proceso de disolución biológica que acabará con la vida organizada de una entidad humana, es Voltaire, así lo expresa en toda su literatura.
Hoy día son pocas las personas que declaran no creer en la existencia de otra vida, pero cada día aumenta y son muchísimas las personas quienes creen que existe algún tipo de sustancia espiritual que sobrevive a la muerte.
Sin embargo, esa sustancia lo llegó a definir en forma más general William James indicando que "existe un flujo continuo de conciencia cósmica, contra el que nuestra individualidad sólo levanta barreras temporales y, en el que nuestras mentes se sumergen como en un mar..."
Nuestra sociedad andina siempre pensó en un más allá en el futuro después de la muerte, se hace mención de la Crónica de Juan Santa Cruz Pachacuti Salcamayhua, que en su diseño cosmológico hace este proceso de explicación del mundo andino, que algunos autores lo relacionan con el Paititi, el Paraíso, el mundo deseado en el más allá.
Para los cristianos es muy importante la creencia en la resurrección dentro de su doctrina religiosa, la vida terrena es muchas veces de sufrimiento y por lo tanto ellos tienen una esperanza de alcanzar la paz la felicidad en otro mundo cuando su cuerpo y alma resucite.
La reencarnación no es aceptada por los cristianos, menos por la Iglesia Católica, Apostólica y Romana muy condenada en el Concilio de Constantinopla quinto ecuménico de la Iglesia celebrado el año 553 bajo el reinado del emperador Bizantino Justiniano I, condenó la creencia en la reencarnación "si alguien afirmara la preexistencia de las almas... sea anatema".
Esta creencia si es aceptada por la religión Budista y también va tomando fuerza en otro sector de población que pertenece a otras religiones a pesar de su prohibición. La muerte en si es un hecho que conmueve a todo ser humano.
II. LA CIUDAD y LOS CEMENTERIOS
La humanidad siempre ha destinado un lugar donde conservar o preservar a sus antepasados o sus seres queridos. En el Perú y Arequipa desde épocas prehispánicas a la fecha existen lugares que aún se mantienen como tal.
Tenemos restos de la Cultura Collagua, cuyo desarrollo fue en el Valle del río Colca, sus principales adoratorios (guacas, son Collaguata y Gualcagualca). Acerca de sus enterramientos se ha podido observar que los nombres collaguas tuvieron deformaciones craneanas "al cráneo se le colocaba bonetes a manera de morteros amarrados con lana al rededor de su cabeza[3].
Estos Collaguas emigraron al Valle del río Chili en la margen derecha en lugar denominado La Chimba, así se registra en la documentación del siglo XVI. Los restos que han dejado en la "acequia Coa, que los españoles llamaron San Jerónimo, así como la andenería de Chil1na, teniendo como límite la acequia Chullo en la zona de la Atiqu1lla"[4].
Los restos de Cementerios prehispánicos en Arequipa podemos encontrar en Pillo en el Distrito de Socabaya, en Kasapatak en el Distrito de Hunther, es una zona elevada un cerro que conserva muchas tumbas prehispánicas. En la zona de Quequeña, Yarabamba y Characato, también se conservan estas tumbas al pie de los cerros.
Durante la llegada de los españoles, es conocido que se fijaron como sitios de entierro en las Iglesias, Conventos y Monasterios, de los que podemos mencionar, primeramente que la orden religiosa primera en llegar, fueron los dominicos, luego mercedarios, franciscanos, agustinos y jesuitas.
Los devotos y las cofradías que pertenecían se encargaban de orientar a la voluntad de sus fieles en cuanto a las donaciones, sobre todo cuando estos hacían sus testamentos y su voluntad era que sean enterrados en tal o cual iglesia. Por ejemplo Lucas Martínez Begazo vecino de Arequipa hace una fuerte donación a la Iglesia de la Compañía de Jesús.
De igual modo Juan de La Torre vecino y fundador hace una fuerte donación al Convento de San Agustín y para la iglesia Mayor o Catedral "pide que sea enterrado en la Catedral"[5].
En caso de Alonso de Luque, primer escribano público y de Cabildo contribuye en forma constante al Convento de San Agustín y es enterrado al pie de San Ildefonso[6].
Los Monasterios como de Santa Catalina, Santa Rosa, Santa Teresa, tuvieron destinado lugar para el entierro de sus religiosas.
Los problemas que se trataban y se buscaba dar solución en el Cabildo era el asunto de los pobres y gente que no tenía familiares o quien vele por ellos, de ahí que se fundó el Hospital de San Juan de Dios y que tenía como sitio destinado para Cementerio en Miraflores, en el lugar conocido hoy como "La Chavela", que luego se convertiría en Cementerio General[7].
Las iglesias destinadas para indígenas son las de Santa Marcha y San Antonio a cinco cuadras del centro de la ciudad. Y en la Chimba estaba la iglesia de Yanahuara y Cayma así como el Convento de La Recoleta.
El tema de los Cementerios abiertos al público fue de interés del Intendente de Arequipa, por motivos higiénicos, sobre todo en el de Miraflores, hoy no quedan restos del Cementerio porque se encuentra urbanizado, pero aún cuando se hacen excavaciones para construcción de casas se encuentran restos óseos, esqueletos.
Para el año 1814 se estaba realizando un nuevo en el pueblo de Yanahuara "La idea de hacer un cementerio general ya va tomando vuelo en 1820 en virtud de una Real Provisión del 31 de noviembre de 1813, para que se siga utilizando el cementerio de Miraflores, las epidemias de esos años formaron la idea de ensanchar la necrópolis"[8].
Posteriormente se formó el Cementerio de la apacheta (nombre quechua que se debe a un montículo-paraje), la construcción se atrasó por muchísimos años, recibió impulso del Prefecto Gutiérrez de la Fuente en 1828, el Cementerio de Yanahuara se clausuró en 1835 para adscribirse a este Panteón General.
Sin embargo la Apacheta recién fue plenamente habilitada en 1843 fue inaugurado con una ceremonia de ritual fúnebre con los restos del prócer de la independencia Mariano Melgar, con un discurso del Dr. Dean Juan Gualberto Valdivia y Cornejo (quien fuera secretario del Mariscal Andrés de Santa Cruz, durante la Confederación Peruano - Boliviana).
Al interior del Cementerio de la Apacheta se construyeron pabellones con hileras de nichos, donde se depositarían a los difuntos, cada pabellón lleva el nombre de un Santo: San Esteban, Santa Ursula, San Benito, etc. También existe un lugar destinado a sepultar a los muertos bajo tierra y en la parte última al fondo del espacio del Cementerio existe un lugar destinado al entierro de difuntos que no pertenecen a la religión católica cristiana romana y apostólica y que más bien son judíos o de otra religión.
Lo que llama la atención es un pabellón al fondo del Cementerio, donde se enterraban a aquellos que no morían por la gracia de Dios, sino, que eran Criminales, o suicidas, extranjeros.
Se tenía la creencia que estos difuntos suicidas se iban a "condenar" y que llegarían a perturbar la paz de los muertos que fallecieron en forma natural por la gracia de Dios. Y como el cementerio estaba alejado de la ciudad en medio de Chacras y este pabellón de condenados al fondo del espacio del cementerio, se pensaba en una tranquilidad de la población y de las Almas.
También existen cementerios en los pueblos tradicionales de Chiguata Paucarpata, Characato, Pocsi, Quequeña, Yarabamba, Socabaya, Tiabaya, Sachaca, Yanahuara. Muchos de estos poblados nacen como consecuencia de las Reducciones de Indios a Pueblos iniciado por el Virrey Francisco de Toledo en la década de 1570. Cada uno de los cementerios está lleno de misterios y relatos acerca de los condenados y aparecidos que datan de siglos atrás.
Sin embargo la Apacheta recién fue plenamente habilitada en 1843 fue inaugurado con una ceremonia de ritual fúnebre con los restos del prócer de la independencia Mariano Melgar, con un discurso del Dr. Dean Juan Gualberto Valdivia y Cornejo (quien fuera secretario del Mariscal Andrés de Santa Cruz, durante la Confederación Peruano - Boliviana).
Al interior del Cementerio de la Apacheta se construyeron pabellones con hileras de nichos, donde se depositarían a los difuntos, cada pabellón lleva el nombre de un Santo: San Esteban, Santa Ursula, San Benito, etc. También existe un lugar destinado a sepultar a los muertos bajo tierra y en la parte última al fondo del espacio del Cementerio existe un lugar destinado al entierro de difuntos que no pertenecen a la religión católica cristiana romana y apostólica y que más bien son judíos o de otra religión.
Lo que llama la atención es un pabellón al fondo del Cementerio, donde se enterraban a aquellos que no morían por la gracia de Dios, sino, que eran Criminales, o suicidas, extranjeros.
Se tenía la creencia que estos difuntos suicidas se iban a "condenar" y que llegarían a perturbar la paz de los muertos que fallecieron en forma natural por la gracia de Dios. Y como el cementerio estaba alejado de la ciudad en medio de Chacras y este pabellón de condenados al fondo del espacio del cementerio, se pensaba en una tranquilidad de la población y de las Almas.
También existen cementerios en los pueblos tradicionales de Chiguata Paucarpata, Characato, Pocsi, Quequeña, Yarabamba, Socabaya, Tiabaya, Sachaca, Yanahuara. Muchos de estos poblados nacen como consecuencia de las Reducciones de Indios a Pueblos iniciado por el Virrey Francisco de Toledo en la década de 1570. Cada uno de los cementerios está lleno de misterios y relatos acerca de los condenados y aparecidos que datan de siglos atrás.
Con la expansión de la ciudad en 1940 y el crecimiento de la población aparecieron las barriadas, los pueblos jóvenes, urbanizaciones, y Asociaciones de vivienda "En 1940 la población urbana de Arequipa llegaba a 155, 144 habitantes; en 1961: 250,746; en 1972:420, 801; para 1981:583,927 y para el año de 1993:785:858; hoy se estima que la población bordea el millón de habitantes"[9].
Hoy Arequipa es una ciudad moderna, con diversos problemas de una metrópoli, pero aún conserva algo de la tradición y costumbres pasadas de nuestros ancestros. En sus Pueblos Jóvenes y Asociaciones de reciente creación incluyeron cementerios como el de “Jerusalén” en el Distrito de Mariano Me1gar, de la urbanización El Carmen y Cerro Verde en el Distrito de Tiabaya, y otro en el Distrito de Miraflores en la Asociación Tomasa Tito Condemayta “El Porvenir”, y el de ciudad Municipal en Cerro Colorado, que son lugares marginales de población económicamente muy necesitada, y sus entierros generalmente son en una fosa y muchas de las veces donado el sitio por el municipio del1ugar.
Este crecimiento de la ciudad se debe a la constante migración de familias enteras, que llegan a la ciudad en busca de ocupación laboral, mejores condiciones de vida, por desastres naturales (terremotos, el fenómeno del niño). También por las políticas del Estado peruano para industrializar a esta zona sur del país.
Últimamente, después de 1990 han destinado espacios para Cementerios modernos en el Distrito de Cerró Colorado, como "Los Jardines de Arequipa", "Parque de la Esperanza", que se diferencian de los demás por el tipo de servicio en el ritual del entierro en el suelo y un placa de los datos y lo demás es puro verdor del pasto. Hay pabellones para nichos que llevan nombres de santos, pero lo que resalta es la lápida que se coloca para todos los nichos, son de un mismo mármol nacional de color granate con tonos grises, sin anotaciones de oraciones, solamente va los nombres y fechas.
Además hay mucho recelo para el servicio a los solicitantes, porque guarda un nivel de estrato social alto, para gente de buenos ingresos económicos, que se complementa con los servicios funerarios que son toda una empresa constituida.
III. LA MUERTE: EL RITUAL DEL ENTIERRO
Sobre la muerte no vamos a detallar las diversas formas de los decesos, tampoco las expresiones de una tanatología. Lo que si tenemos que ver son las manifestaciones de una población y sus comportamientos, antes, durante y después del proceso de la muerte de los seres humanos.
l. Antes de la Muerte
La muerte siempre causa una sensación de miedo, temor, es horrible, no es bonito, muy a pesar, de las diversas religiones que hayan hecho algo para aliviar este miedo, haciéndonos ver que morimos y que el cuerpo se destruye, pero el alma vivirá por siempre. Para los cristianos nuestra esperanza es que después de muertos resucitamos como lo hizo Cristo, en cambio para los budistas existe una reencarnación.
Este temor se debe a muchos factores "hay un miedo a dejar una tarea inconclusa niños no educados todavía. Obsesión del dolor físico -espasmo de la agonía- de ahí el tema de la bella muerte o muerte súbita. Obsesión de la agonía psicológica, soledad, desesperanza, vacío"[10].
También estos días previos a la muerte, se encuentran llenos de misterios, anuncios, avisos de lo que va a ocurrir que siempre es malo, maligno, depende de la cultura, sociedad en la que nos sumerjamos.
La ciudad de Arequipa moderna con una población que bordea el millón de habitantes, acogedora de migrantes que viene con sus comportamientos y cultura ancestral. Encontramos manifestaciones que salen de lo común, son hechos que a nuestro entender, nos quieren expresar algo, nos revela, anuncia, es el preludio de muerte de una persona cercana, familiar o conocida. Y todo esto es el comportamiento de una herencia cultural muy ancestral.
En la actualidad se vienen repitiendo una serie de simbolismos en los animales, personas y espectros, que cuando se aparecen a nuestros ojos, significa algo relacionado con la muerte.
Bubo, ave nocturna que en la cabeza lleva dos penachos, es de regular tamaño, que generalmente se encuentra en las áreas verdes y zonas de cultivo. Pero cuando esta ave visita una casa o se para en ella, entonces se sospecha o insinúa que los propietarios o alguno de ellos irá a morir. Cuando el animal se para en la casa éste canta una crujir desagradable, esto es signo de mal augurio, sobre todo cuando nos visita de noche o media noche[11].
Perro. Cuando nuestra mascota doméstica el perro, aúlla en las noches de manera inusual, es signo de mal augurio y nos anuncia la muerte de alguien. Algunas personas con quienes conversamos, nos dicen que el perro tiene cierta cera y líquido en los ojos que le permite ver a los espíritus[12].
Similar situación ocurre cuando el perro hace huecos en le patio o jardín de la casa, en especial de noche, ello significa que está abriendo tumba, sepultura de muerte, para alguno de los amos de la casa.
También cuando el perro en nuestra habitación de la casa se arrastra de posaderas, como si estuviera limpiándose algo, pero nos hace el anuncio -creencia- que ese perro está arrastrando una caja de muerto, como signo que en esa casa alguien va ha fallecer.
Langosta. Es una especie de insecto que vuela de noche y si en una casa hace los sonidos de c1ick c1ick, c1ick, click, anuncia la cesación de muerte, pareciera que los sonidos fueran dos tijeras que están cortando el hábito o mortaja[13].
Cuyes. Si estos animalillos por la noche silban en forma continua, anuncian mal augurio, enfermedad o muerte de alguien del entorno. Aunque muy raras veces el animal lo hace en noche de luna, de parto cuando tendrá crías[14].
Gallo. Este animal normalmente canta por las mañanas al amanecer, pero cuando lo hace por la tarde cuando el sol entra al poniente, también anuncia muertes, accidentes o alguna desgracia[15].
Cuando una persona al momento de tomar sus alimentos, sin darse cuenta cómo lo hizo, llega a morderse la lengua o alguna parte interna de la boca, también anuncia la muerte, como si a poquitos se estuviera comiendo la vida de otra persona, sus carnes[16].
Los sueños. Tienen significados desde psicológicos hasta mundanos, pero esas representaciones algo fantásticas que aparecen en nuestro sueño, también nos reflejan algo. Todos algunas veces recordamos nuestros sueños, sólo que no siempre ponemos interés sobre ellos, y no reconstruimos las imágenes que tuvimos. Pero hay imágenes que siempre se repiten en las personas como son "la caída de un diente o una muela" representa la pérdida de un ser querido. "cuando un globo explota y nos despierta" es el anuncio de fallecimiento de alguien, soñar con sangre o mancharse con ella es también signo de accidente, subsecuente muerte. Y muchas otras representaciones que no vamos a detallar[17].
La presencia extraña de otro ser. Se dice por el común de la gente que las personas en su lecho de muerte antes de expirar, su alma, su espíritu recorre todos los sitios por donde anduvo en vida, entonces "el alma borra sus rastros" inclusive llega a manifestarse de una forma material despidiéndose de las personas que aprecia, o de aquellos a quien hizo mucho daño o maldad, esos no pueden morir sufren[18].
Esa manifestación, representación, es una sensación de roce con la piel o tocar al otro, es como si alguien nos vigilara, nos observara y que a través de extraños movimientos nos dijera algo malo que va a ocurrir. El roce de la piel ocurre cuando son familiares directos en primer grado.
Cuando un tío (que va a morir) se despide de su sobrina -según nuestra entrevista-, cuenta que el tío le dio un beso cuando ella se encontraba adormitada, casi despierta como recién iniciado el sueño, pero que el primer y pequeñísimo contacto con algo despertamos muy rápido y asustados, porque el recuerdo es mucho más inmediato que de un sueño normal. Y es que no estuvimos totalmente dormidos (en el sentido nato de la palabra) sino que estos fenómenos ocurren en el tránsito de medio adormitados nos permite percibir, sentir claramente el fenómeno de la otra persona o ser extraño, como si verdaderamente estuviéramos despiertos, y sentimos claro, un beso, la mano, los pies, tocar la cabeza, como una expresión de despedida, tan igual que lo hiciera una persona estando despiertos.
Si una madre se despide de su hijo, puede que lo exprese con un beso en la mejilla, lo toque con la mano en la cabeza o haga un roce de manos, la persona visitada, siente claramente que es otro ser quien nos está tocando, pero que al abrir los ojos no vemos a nadie, y si la persona vuelve a cerrar los ojos y llegar al instante de adormitado se puede recobrar la sensación pero de otra manera, pueda que se vea una imagen, todo depende de la capacidad de percepción del sujeto que experimente esas sensaciones.
Si se trata de enamorados, pudo notar que una vez que se encontraba adormitada en su cama sintió la presencia de otra persona echada a su lado y la cama se llega a hundir un poco dando la apariencia de dos personas, pero cuando voltea despierta, no hay nadie, y recién viene el miedo.
La habitación. En ella puede ocurrir muchas cosas, hay veces que en la habitación continua se sienten pisadas o ronquidos o voces, entonces la persona que escucha esto pregunta quién está ahí, pero nadie contesta, pero cuando se va al sitio no encuentra nada, recién nos causa la sensación de miedo, temor; hay casos en que se siente como si estuvieran personas que se sacuden se visten y se van, pero no hay nadie; hay casos en que si uno está durmiendo sentado con los pies estirados, se llega a percibir que otra persona está pasando por encima de los pies del que está sentado y cuando despierta todo es silencio.
La Puerta. Son los casos muy comunes de las personas que se despiden, se siente un portazo en un cuarto de la casa, cuando se registra el sitio creyendo que entró alguien no se encuentra nada, mayor es nuestra sorpresa si recordamos que dejamos la puerta cerrada y cerrojo, es muestra que la muerte ronda por esos lugares.
Las imágenes, siluetas. Lo más común es ver sombras en el piso o los rincones de los cuartos, a medio oscurecer, pero cuando se enciende la luz, no hay nada.
La silueta de una persona, con hábito de padre franciscano apareció cierta vez en el patio de una casa antigua, pero luego desapareció, lo que ocurrió fue que una vecina de la casa había fallecido ese día y no estábamos enterados, según lo cuenta el entrevistado[19].
Cierto día apareció una imagen de silueta de persona, en la noche, se sobrepuso a la T.V. no se miraba la T.V. pero sí era clara la silueta -según nos dice-, pero apenas abrió bien los ojos, la sombra desapareció.
Un bibliotecario nos declara, que entre la hilera de estantes llenos de libros, muy temprano vio a una persona leyendo en uno de los carriles de los estantes, pero al preguntar al otro trabajador ¿quién era el señor que estaba leyendo entre los estantes?, el otro dijo que, no había nadie, recién vino el miedo, pero se trataba que había fallecido la mamá de uno de los trabajadores.
2. El Instante de la Muerte, Ritual del entierro
El ritual de la muerte como deceso en nuestra ciudad tiene muchas manifestaciones en una población heterogénea culturalmente.
La población nativa Collagua, prehispánica, eran enterrados en posición fetal en urnas rodeadas de piedra, al interior se colocaba el cuerpo sobre un cesto acompañado de su indumentaria, esto para las personas del común. Cuando el enterramiento era de un Jefe lo acompañaban sus sirvientes, esposas ej. El señor de Sipán. Hubieron enterramientos urnas colocadas en los desfiladeros, acantilados, que de la parte baja se pueden apreciar como panales de abejas que cuelgan de los desfiladeros.
Los migrantes de Moquegua, y Tacna en especial de las partes altas, provincias de arraigo cultural ancestral, han variado el ritual de los enterramientos. "Cuando muere una persona los familiares se visten de ponchos negros los hombres, y de mantones las mujeres. Decoran las puertas con hojas de molle y preparan sahumerios de eucalipto a la entrada del hogar con el fin de ahuyentar y desinfectar de males a todo el que entre, el luto se mantiene durante un año, descansando de toda actividad laboral durante los ocho días siguientes a la muerte"[20].
El difunto una vez envuelto en frazadas o mantas es tendido en una mesa especial o una caja de madera. A ambos lados de la mesa hay dos velones que iluminan el recinto. Sentados en el interior los familiares y amigos lloran al difunto, cuando llegan a darles el pésame, rezan y, en momentos de descanso conversan y al tiempo que toman un cigarro, pijchan coca o beben chicha o pisco. Al día siguiente se celebra la misa y el entierro. Al salir de la iglesia se dirigen al cementerio rezando el Rosario y parando en cada esquina de la calle. Al llegar al campo santo se abre la caja y se arrojan flores, besan el cadáver entre llantos y gritos y se entierra al difunto. Hay una emotiva despedida, cuando envueltos en una manta pasan por encima del difunto a los niños familiares, por último los presentes depositan un puñado de tierra en la fosa y se reza una oración. Al terminar el entierro los familiares esperan sentados fuera del cementerio para recibir el pésame y perdonarse al tiempo que preparan cervezas, cigarrillos y hojas de coca para invitar a los presentes. Al abandonar el campo santo los asistentes se dirigen a la casa de los familliares del difunto donde se ha preparado la pachamanca o comida invitatoria[21].
En el Valle del Colca, tienen por costumbre enterrar a sus muertos hoy acompañados de bandas musicales; todo parece una fiesta, la música es importante en la partida de la persona que falleció.
En el periodo colonial era de mucha importancia el luto y los rezos, esto se demuestra en las declaraciones que dejaban antes de morir Testamentos que pedían 30, 40, 100 Rosarios, Ave Marias, Credos y misas, depende de la condición económica porque dejaba una partida para ello. Indicaban que los restos deberían estar al pie de tal o cual santo e iglesia, el cuerpo antes del entierro era preparado para el velorio, se podían contratar lloronas, mujeres dedicadas a este arte del lamento por la muerte del difunto acompañado de todo el ritual religioso cristiano[22].
En la actualidad los rituales del entierro, han cambiado de acuerdo al estrato social al que pertenece el difunto y de acuerdo a su pasado cultural, llamaría que es un proceso europeizante, porque hay una frialdad en todo el ritual de la muerte, en un estrato social alto, son las empresas funerarias las que se encargan del hecho, cuando muere la persona, los trabajadores de la funeraria, lo bañan, lo visten con su ropa más usual, (ya no hay mortajas en su ideal) terno, una capilla ardiente adornada de ofrendas florales en forma de cruces o corazones, no se invita licor, sino un té, café, no hay lloros, o no lo demuestran por los lentes oscuros que tienen los deudos, pero sí se toman fotos de recuerdo acompañados del féretro, la capilla ardiente. Luego no acompañan al muerto durante toda la noche sino que a determinada hora, todos se van, cierran la puerta del velatorio, porque tampoco se vela en la casa de los deudos, pero sí dejan las luces prendidas de la capilla ardiente.
Al día siguiente temprano, los deudos se alistan para la misa del cuerpo presente y se dirigen al cementerio llevándolo en una carroza (auto moderno) y todo el proceso no tarda mucho tiempo, algunos discursos de los conocidos al pie de la tumba y luego todos se marchan, los deudos no esperan para el pésame (no significa descortesía ni ofensa a los que acompañaron, sino que así es el ritual) cada quien se va a sus casas. Los deudos tampoco están en su casa original, sino que están en otro sitio, de sus familiares. Esta forma de enterramiento va tomando fuerza, se va haciendo de mayor acogida en un buen sector de la población arequipeña, sobre todo los que son del centro de la ciudad, porque los que vienen de los distritos o pueblos tradicionales todavía conservan todos los rituales más resaltantes de un entierro.
Los llantos. Expresión de tristeza, dolor de lo perdido; causa mayor tristeza la muerte de una madre, sobre todo cuando deja hijos pequeños, desamparados, luego sería la muerte del padre cuando deja sus hijos en edad de formación pero nadie podrá negar que el de una madre representa mucho en su vida.
Cuando fallecen personas de edad madura, ancianidad, no produce esa sensación de dolor, porque se cree que ya cumplió su rol en esta vida, y si es que sufría de una enfermedad prolongada en años, hay una expresión de consuelo "Dios te recogió porque no quería que sigas sufriendo". La gente muy buena bondadosa, justa, trabajadora, luchadora, coincidentemente mueren jóvenes, mejor dicho no llegan a la ancianidad, hay excepciones. En cambio las personas que tienen algo de malicia y maldad, viven muchos años y sufren al morir, el común de la gente dice que es Porque "los pecados se pagan en este mundo en la tierra, y te arrastrarás y Dios no te recogerá así pidas perdón, aquí es tu infierno donde sufrirás por todo lo malo que hiciste porque muerto todo se acaba ya no hay nada", aparentemente son pragmatistas, pero es una crisis de valores religiosos por la que atraviesan muchas personas.
Los lloros son expresiones de sentimiento, que hay representación en la población de origen humilde, de bajos recursos económicos, o estrato social regular, durante todo el velatorio, forma fila después del entierro para recibir el pésame (cuando es de pueblo tradicional o pequeño casi toda la población asiste al sepelio) hay misa de ocho días y también forman fila para recibir el pésame afuera de la iglesia, de igual en la misa de año.
Cuando se trata de un estrato social alto, no se aprecia estos sentimientos, con los lutos, usan lentes oscuros, no se sabe si llora o está serio, pero sí hay un silencio sepulcral, los discursos y loas son matiz de despedida, no acostumbran recibir pésame.
En los velorios no faltan temas de conversación, variados hasta se cuentan chistes, todo depende del momento.
3. Después de la muerte
Se puede comprender una sensación de soledad con mezcla de miedo, hay una "incertidumbre del más allá, ¿conoceremos allí más dolor, desigualdad social, tormento?; nos preguntamos si los presentes nos olvidarán, qué será del patrimonio. Inquietud por los funerales necesarios, hay miedo a los aparecidos"[23].
En el cementerio general de la Apacheta de Arequipa, todos los nichos muestran una iconografía variada en las lápidas que se colocan, van desde imágenes de Cristo Crucificado, el rostro agonizante de Cristo, vírgenes como la Candelaria, del Carmen, Santa Rosa, San Martín, otras llevan oraciones, citas del Evangelio, unos decorados con mármol de Italia, mármol Nacional, con vidrios, en bronce, en fierro forjado, hay mucha variedad en las lápidas, otros colocan una foto o pasajes de su vida, hay una variedad de adornos en las lápidas.
En cambio no ocurre así en los modernos cementerios como el Jardín de Arequipa, todas las lápidas son de un solo color; va el nombre y la fecha del deceso, las sepulturas bajo tierra son especiales se adornan de jardín, flores, césped.
En los pueblos tradicionales y marginales, las sepulturas bajo tierra hacen adornos de casitas pircan con piedras, no tienen jardín, no hay quien haga mantenimiento, muchas veces los espacios de la tumba son donados por el municipio, para esa gente en extrema pobreza.
Pasado el entierro, una de las costumbres es buscar a un curandero, maestro, que busque el mal de muerte, el alma del difunto en la casa de los deudos, para que lo saque de ahí, y "esa alma no jale a otros" es decir hay el miedo que el muerto lleve en cadena también a otras personas de la familia. El curandero va buscando en los rincones de la casa con un cuchillo de acero y donde se hunda con facilidad en la tierra es el símbolo de sepultura, y el cuchillo cubrirá esa tumba abierta y no jalará ni se llevará a otros del entorno familiar.
Los migrantes de las alturas de Tacna Moquegua, matan un perro negro para que acompañe al difunto, después de ocho días de muerto y muchas de las cosas que más le gustaban al difunto se colocan en una bolsa negra, y los lleva fuera el curandero, para que sea el último viaje de lo que queda del alma del difunto.
En la zona de Huancayo y el Cusco, se tiene por costumbre hacer el lavado de ropa a los ocho días, es un ritual que va acompañado de aguardiente, y entre varias personas en Arequipa también hacen el lavado de ropa pero sin mucha veneración, es muy simple y puede hacerse al día siguiente o dos días después del entierro. Cuando transcurre el año de muerto, se hace la misa, y se quema toda la ropa del difunto, así como los presentes también lo hacen saltando por la fogata, para dejar lejos ese luto y no tener otro que los agobie en su tristeza.
El sufrimiento del ser querido, hace que piensen mucho en él, y por las noches tengan ensueños, que la ven a la persona, conversan con ella, pero llega el momento que el difunto le habla y dice "que se encuentra bien, ya no te preocupes" entonces la persona que soñó cuando despierta se da cuenta y siente una tranquilidad.
Para otras personas las siluetas y las imágenes del difunto vuelven a aparecer, pero no en forma directa sino, de costado o de espaldas, pero no se ve el rostro, ven que ingresa a una habitación, y cuando se dirigen a ella, no hay nada, para otros, es como un ángel que se les acerca y les habla al oído diciéndoles "allá donde estoy me encuentro tranquilo, bien, o dicen el ser en quien tu piensas se encuentra bien", después de esto da una tranquilidad a los difuntos y se va aliviando la tristeza y la creencia firme en un Dios.
Los condenados. Es una de las creencias muy fuertes en Arequipa, que destinaron un pabellón especial en el cementerio de la Apacheta, en sus lápidas hay poemas de aquellos suicidas que se mataron por un amor etc. pero el más conocido es de "La Mónica", una chica cuyos restos desaparecieron después de enterrada, y dijeron que se había condenado (década de los ochenta) y que se aparecía a cada joven que llevaba motocicleta, y después de haber pasado una noche con ella, le prestó su casaca el joven a Mónica y que la recogerla al día siguiente en su casa, le dio la dirección, y se despidieron, es más acompañó a su casa, al día siguiente fue temprano, y lo recibió la mamá y preguntó por ella, la madre le contestó que hace un año que había fallecido y le enseñó su tumba, y tal fue la sorpresa que en la cruz estaba su casaca colgada, no voy ha explicar las consecuencias.
Los santos. En el cementerio de la, apacheta se hace reverencia a Víctor Apaza, por la creencia de un sector de la población que ha hecho milagros y su tumba es la más cubierta de flores y velas todos los días, pero el problema es difícil de explicarlo, porque él fue acusado de asesinar a su esposa y violar a su hija, y se le dio pena de muerte bajo fusilamiento, el último en esta ciudad en 1970. Es la población quien sufre el martillo del otro, le dicen pobrecito, si era inocente etc, pero hoy se hizo grande la versión y se tiene muchos seguidores de sus milagros[24].
En sí la vida del cristiano debe ser pues sumergido en el mero tránsito, porque es el futuro lo que el crtstiano debe tener en cuenta, ya que se cree que el Mal está aquí, y el Bien está fuera, más allá. Es una cuestión dialéctica, "entre el Bien-vida de un lado y el Mal-muerte de otro" es así que durante la vida del hombre sobre la tierra hace estragos el Mal, y el Bien supremo absoluto no es sino el premio prometido al justo, más allá de esta vida física, en la vida de ultratumba"[25].
CONCLUSIONES
Es difícil arribar a unas conclusiones sobre un trabajo cuya investigación está en plena ejecución. Pero lo que sí podemos decir es algunas apreciaciones.
Que la cíudad de Arequipa ha tenido un crecimiento poblacional muy rápido en la mitad de la última centuria, pero que al interior de ella, su gente conserva mucho de las tradiciones ancestrales.
Con los procesos de migración de población diversificada de lugares distintos del país a esta ciudad, la gente trajo consigo sus costumbres, creencias, rituales de su ámbito cultural.
En los barrios marginales hay población de Cusco, Puno, Ayacucho, Huancavelica, Moquegua, que muestran expresiones culturales diferentes unos de otros, y en el ritual de la muerte se puede notar claramente las diferencias.
Los cementerios de la ciudad de Arequipa guardan diferencia en cuanto al servicio que prestan a los usuarios, según el estrato social al que pertenecen, las diferencias sociales tienen un rol apropiado en el comportamiento de la población.
Son muchos los relatos que se mantienen de las costumbres de la población, representaciones antes de la muerte, como son las aves del mal augurio (búho) la muerte misma y el entierro. Las personas de estrato inferior, suelen frotarse con plantas, hierbas para quitarse el mal de muerto y, después de la muerte en ciertos sectores de la población se acostumbra hacer el lavado de ropa del difunto y las aguas botarlas muy lejos. Unos solicitan la ayuda de un maestro, que entiende sobre espantar los espíritus malos que haya traído el difunto, pasado el año de luto, se suele quemar la ropa negra, otros saltan sobre fuego, etc.
Se tiene la creencia en los "condenados" cuyas almas están deambulando por estos lares. Hay un relato conocido de una chica que se ha condenado y viene de vez en cuando "La Mónica". Hay un caso especial de personas difuntas que se convierten en santos, como es el Caso de Víctor Apaza, el último en ser muerto por pena de fusilamiento.
Esta variedad de creencias necesita de una investigación concienzuda, pausada y del apoyo de otras disciplinas, como la Antropología, la Psicología, la Lingüística, etc.
FUENTES
Archivo Arzobispal de Arequipa Libros de Defunciones
Archivo Regional de Arequipa Sección Notarial, Escribanías, Contratos, Testamentos
Archivo Municipal de Arequipa Libros de Actas de Cabildo
Sección Hemeroteca
Memorias de Alcaldes, Prefectos
Periódicos: El Yanacocha, El Chili, La Bolsa, El Deber, etc.
BIBLIOGRAFÍA
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TAPIA, Patricio, "Mundos Inexplorados". Edit. Ariel, Guayaquil. 1975
VOVELLE, Michel, "Aproximación a la Historia de las Mentalidades". En: Cuadernos de Historia. Univ. de Lima, Lima. 1991
EVITE EL PLAGIO, CITAR LA FUENTE:
[1] Publicado EN: Anales de la XII Reunión Anual de Etnología, La Paz Bolivia, MUSEF (Museo Nacional de Etnografía y Folklore). 26-29, Agosto 1998 Tomo I, pp.493-505
[2] Profesor de la Escuela de Historia de la UNSA. Arequipa, Perú
[3] Neira, Málaga, Galdos, Quiroz y otros, "Historia General de Arequipa". Edit. Fundación M. J. Bustamante de la Fuente, Arequipa, 1990
[4] Galdos R. Guillermo, Naciones Oriundas, en expansión y mitmaqs, en el valle de Arequipa. Tokio 1988 p.15
[5] Archivo Regional de Arequipa, Sección Notarial, Protocolo Nº55, folio:553
[6] Archivo Regional de Arequipa, Sección Notarial, Protocolo Nº15, folio:256-256v
[7] Galdos Rodríguez Guillermo, Una Ciudad para la historia, una historia para la Ciudad, Arequipa en el siglo XVI, Ed. EDIUNSA, Arequipa 1996 p.329
[8] Gutiérrez, Ramón, Evolución Histórica Urbana de Arequipa 1540-1990, Epígrafe 1992 p93, Tomado del Libro de Actas de Cabildo de fecha 6 de julio de 1820
[9] CENSOS NACIONALES 1993 "Perú Resultados Definitivos - Perú Socio-Demográfico". Instituto Nacional de Estadística e Informática, INEI, Lima.
[10] Louis-Vincent, Thomas, Antropología de la Muerte” F.C.E. México, 1993 p335
[11] García M. Juan, La muerte en la Cosmovisión andina: Los presagios, EN: Al final del Camino, SIDEA 1996 p120./ Confr. Ballón Hector, Mostajo y el Folklore Arequipeño Ed. Jhaider, Arequipa 1999. Pp 141 y ss.
[12] Barriga R. Juan, Conversación durante el velorio de los huesos, dic.1999
[13] Cuti Díaz, Irene, Conversación durante el velorio de los huesos, dic.1997. Confr. Orlando Acosta. La muerte en el Contexto Uru, Caso Chipaya. Rev. ECO ANDINO, Nº5 CEPA Oruro Bolivia, 1998, pp.54 y ss.
[14] Huaranca, Mateo, Conversación durante el velorio de los huesos, dic.1997
[15] Salazar B. Saturnino, Conversación durante el velorio de los huesos, dic. 1997.
[16] Chura Gallegos, Eufenia, Conversación a la hora del almuerzo día del entierro de huesos, dic.1997
[17] Barreda M. Yolanda, Conversación a la hora del almuerzo día del entierro de huesos, dic.1997
[18] Salazar B. Saturnino, Conversación durante el velorio de los huesos, dic.1997
[19] Espinoza Muñoz, Angel, Conversación después del Entierro de huesos, dic.1998
[20] Benito R. José Antonio, Candarave: Memoria y Pasión de una Provincia Andina, Aqp. Gracu 1996 p248
[21] Benito R. José Antonio, Op. Cit. p248-249
[22] Fuentes R. Elard, El Testamento de Juan de la Torre, EN: diario El Pueblo 15-08-1989, Arequipa
[23] Louis-Vincent, Thomas, Antropología de la Muerte” F.C.E. México, 1993 p359
[24] Ronzelen de Gonzales, Teresa Van, “Victor Apaza: La emergencia de un santo” EN: Rev. América Indígena Vol-XLV, Nº4 diciembre 1985 pp.647-668
[25] Caro Baroja, Julio, Las Formas Complejas de la Vida Religiosa, SARPE, Madrid. 1993 p149
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