domingo, 24 de agosto de 2014

LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN YA NO SON EL "CUARTO PODER"

Marcelo Colussi (especial para ARGENPRESS.info)

Los medios de comunicación y su influencia en la vida cotidiana.
De acuerdo a nuestra tradición occidental la realidad es una, dada desde siempre, puesta ahí en forma indubitable a la espera que el ser humano se contacte con ella. La realidad, en definitiva, existe independientemente del sujeto que se relaciona con ella. En ese marco, la verdad, siguiendo las enseñanzas aristotélicas y los teólogos medievales, es la “adecuación del sujeto que conoce con la cosa conocida”. La cosa, la realidad, está siempre ahí a la espera que el sujeto se dirija a ella para aprehenderla, para conocerla a través de sus sentidos y la razón. Esa fue la idea dominante por dos milenios en nuestra tradición cultural, y es la concepción que sigue prevaleciendo en el sentido común. El peso está puesto en la realidad objetiva.

En el Renacimiento, con el cambio de paradigmas que comienza a tener lugar en ese momento histórico de la humanidad, la noción de la realidad va variando. Con el mundo moderno que se empieza a construir a partir del nuevo ideal de ciencia copernicana, la realidad va a pasar ser “construcción”, es decir: producto de la forma en que el sujeto se relaciona con la cosa. La realidad deja de ser una, única, inobjetable. Llegados a nuestros días con un pensamiento cada vez más centrado en el sujeto, interesa fundamentalmente el proceso de “construcción” de esa realidad. Los datos de las distintas ciencias sociales y de una epistemología que rompe vínculos con la tradición aristotélica ponen el énfasis en la relatividad de la realidad: la misma pasa a ser entendida como construcción histórica, por tanto cambiante, variada, siempre relativa. El peso, ahora, está puesto en el sujeto y en las relaciones que establece con la cosa. Así como una botella está medio vacía o medio llena, según el punto de vista, así comienza a entenderse esta nueva visión de la realidad. La verdad deja de ser un absoluto.

Todo esto nos sirve para entender que la realidad de la que queremos hablar en términos político-sociales es una realidad “construida”, no absoluta, no terminada. Lo político, en tanto la esfera donde se juegan las relaciones de poder entre grupos humanos, no es una realidad dada de antemano, única e indubitable. Esa realidad política es producto de una historia, y por tanto, es cambiante, dinámica, en perpetuo movimiento. En esa construcción, más allá de la bienintencionada idea de paz y rechazo de la violencia, el conflicto juega un papel determinante. La historia, la realidad política en definitiva, es producto de una conflictividad estructural. La realidad política tiene que ver con el juego de los poderes que se van estableciendo, los cuales están en continuo cambio. La forma en que percibimos esa realidad no es nunca ni ingenua ni neutra. Lo que sabemos de esa realidad política -que es una realidad social, por tanto determinada por factores sociales, económicos en principio, así como culturales en sentido amplio- es siempre una construcción hecha desde el ejercicio de poderes. Lo que pensamos, sabemos, decimos de esa realidad, es lo que quien detenta la mayor cuota de poder social piensa.

El pensamiento político es el reflejo de las luchas de poder que estructuran toda sociedad, y que le dan su dinámica. Este pensar, en general, ha sido patrimonio de un pequeño grupo de pensadores -en general plegados a los poderes dominantes- que piensan, organizan y dan forma a lo que luego las grandes mayorías repiten. En relación a esto, algo inédito en la historia y que viene marcando una tendencia cultural ya desde inicios del siglo XX es el papel que juegan los modernos medios masivos de comunicación. Lo que la gran mayoría piensa, o más correctamente repite en términos políticos-ideológicos, cada vez más proviene de esos medios comunicacionales: prensa escrita primero, luego radio, después la televisión con una fuerza arrolladora, actualmente toda la diversidad de medios audiovisuales: internet, videojuegos. Estos llamados “mass-media” han ido creciendo hasta convertirse en una especie de nuevo medio ambiente creando una inversión que hace que para muchas personas ya no haya otra realidad relevante que la que esos medios producen.

Según una publicación de la empresa encuestadora Gallup, estadounidense y para nada sospechosa de pensamiento crítico con ideología de izquierda, el 85% de lo que un adulto urbano término medio “sabe” hoy día de su realidad política proviene de esos medios masivos de comunicación, de la televisión ante todo. Es ya sabido, es una frase hecha -pero no por ello menos importante- aquello de “si no está en la televisión no existe”.

Esa es nuestra realidad política actual: los medios de comunicación, tradicionalmente el “cuarto poder”, han subido drásticamente de categoría. Hoy día son uno de los factores del poder mismo, construyendo la realidad político-ideológica a escala planetaria. Muy buena parte de nuestras apreciaciones sobre esa realidad son los productos prefabricados que esas usinas culturales elaboran, cada vez con mayor sutileza, con mayor esmero.

La evolución de los medios de comunicación ha estado siempre asociada a las distintas revoluciones tecnológicas, así la imprenta precedió al motor de vapor, la radio a la televisión, el ferrocarril a los automóviles, el telégrafo al teléfono, etc. De igual forma la expresión oral precedió a los manuscritos mediante el pergamino que podía mostrar texto y miniaturas ilustradas. Primero se transmitían sonidos, luego sonidos e imágenes. Hasta llegar al nuevo medio de transmisión de información, a saber: internet. Ha sido un medio que empezó transmitiendo sólo texto, luego imágenes, sonido, hasta llegar al lugar que ocupa en la actualidad.

La televisión: un ejemplo de “diosa todopoderosa” en la comunicación

Para entender este poder que detentan los medios, nos vamos a permitir hacer un pequeño recorrido por el medio de comunicación que más ha impactado a escala global en la población: la televisión. Sin dudas, ella es uno de los inventos que más ha influido en la historia de la humanidad. Su importancia es tremendamente grande, dado que influye en los cimientos mismos de la civilización: es la expresión máxima de los medios masivos de comunicación, por tanto es parte medular de la cultura, de esta sociedad que llamamos ahora “sociedad de la información y la comunicación”. Lo es, de hecho, en forma cada vez más omnipresente, más avasallante. Sin temor a equivocarnos podemos decir que el siglo XXI será el siglo de la cultura de la imagen, de la pantalla, cultura que ya se entronizó en las pasadas décadas del siglo XX y que, tal como se ven las cosas, parece afianzarse cada vez con más fuerza sin posibilidad de retroceso. El “¡no piense, mire la pantalla!” parece haber llegado para quedarse. Hoy día esa pantalla ya no es sólo la televisión; ahí tenemos también la de los teléfonos celulares, la de las agendas electrónicas, las sofisticaciones de plasma líquido que nos invitan por todas partes a quedar anonadados. En definitiva: la imagen nos va envolviendo cada vez más siguiendo el modelo televisivo.

Cuando la televisión se masificó se inició también el debate sobre si, por fin, este medio encarnaría el sueño de educación al alcance de toda la población, información veraz y objetiva sobre la realidad mundial, cultura para todos, programas de debate, aporte a las ciencias y a las artes. Pero ya con varias décadas de desarrollo parece que ninguno de estos ideales se ha realizado (quizá a través de ningún medio sucedió, pero con la televisión menos aún).

A medida que pasa el tiempo la televisión es más criticada pero, al mismo tiempo, más consumida. Prácticamente desde su aparición misma no fue un medio informativo y educativo sino que se constituyó en objeto de entretenimiento para terminar siendo el centro de todo hogar moderno. De la misma manera en que no se piensa dos veces si se compra una cocina o una cama cuando una pareja de recién casados estrena residencia o cuando un joven se independiza, tampoco se puede dejar de pensar en comprar un televisor. Hoy día, incluso, en los hogares de clase media ya es “obligado” más de un aparato. Este objeto se ha convertido en una parte esencial de la vida de todos los seres humanos, ricos y pobres, urbanos o rurales, varones o mujeres, jóvenes o adultos. Se calcula que actualmente están funcionando no menos de 2,000 millones de aparatos televisivos, y la tendencia es seguir creciendo.

La televisión construye un mundo virtual muy especial. La fuerza de las imágenes hace que a menudo reciban un estatus de realidad superior a la realidad misma. En las modernas sociedades masificadas, aglomerándose enormes cantidades de seres humanos pero estando paradójicamente muy separados unos de otros dados los patrones de individualismo y consumismo hedonista que la sociedad actual ha impuesto -“es más fácil para la mayor parte de la gente encontrar un dinosaurio que un vecino”, dijo sarcásticamente Alain Touraine (1)-, al mirar todas esas personas las mismas imágenes en forma simultánea, la televisión consigue ser el referente más potente de validación y estandarización de la realidad. El punto de partida para entender esto es la dificultad que el sistema nervioso en su conjunto tiene para distinguir las imágenes de la realidad de las imágenes virtuales o de representación de la realidad. Por eso lloramos viendo una película de ficción o nos emocionamos con los anuncios de bebidas. El cerebro ha ido evolucionando en los organismos más complejos, incluida la especie humana, basándose en la credulidad de lo que ve. Todo el mundo sabe que añadir una imagen a una noticia cualquiera le confiere un carácter de más veracidad. Las informaciones icónicas producen en el cerebro la sensación de ser algo intrínsecamente creíble. A lo largo de la evolución no ha sido necesario desarrollar la capacidad de discriminar las imágenes virtuales de las reales, puesto que las primeras no existían o eran poco relevantes (espejismos, reflejos en el agua). La aparición de la realidad virtual cambió en muy buena medida la historia humana.

La memoria aún tiene más dificultades para distinguir la procedencia de las imágenes mentales que posee. ¿De dónde me viene la idea que tengo de la nieve viviendo en el trópico, de mi experiencia o de las películas que he visto? Y la idea de la Edad Media, ¿de mi imaginación, de los textos que he leído o de las imágenes que he visto? ¿Y la idea de un sindicalista? ¿La de los indígenas? ¿Y la de la guerra? ¿Cómo llegamos a los conceptos de los “buenos” y los “malos”? (los primeros, siempre blancos; los segundos: negros, indios, musulmanes). Es necesario insistir en esto: la televisión influye más sobre la humanidad que todo el arsenal nuclear. La televisión crea la realidad cultural en la que nos desenvolvemos, hoy día con más fuerza que la familia, las iglesias o la escuela formal.

La dificultad para distinguir entre imágenes reales y virtuales, junto con el aislamiento social y la cantidad de tiempo dedicado a ver la televisión (en promedio: dos horas diarias un adulto y cuatro horas y media un niño) borra las fronteras entre realidad y ficción e invierte el referente para conocer quiénes somos, cómo es la realidad y cuál es el mundo deseable. Por supuesto, a los círculos que detentan el poder esto les viene como anillo al dedo. Por eso, seguramente, se dio el crecimiento exponencial de la televisión como pocos, o como ningún otro avance científico del siglo XX. Y en esa línea se hallan todos los dispositivos audiovisuales; el internet ya se perfila como, sino que ya es, uno de los núcleos principales en torno al que se tejerá la vida para el siglo XXI.

Para mantener la atención, el negocio televisivo transforma todo lo que trata en espectáculo, en show, para decirlo en la lengua dominante. El discurso político, el conocimiento, el conflicto, el temor, la muerte, la guerra, el sexo, la destrucción pasan a ser fundamentalmente espectáculo, comedia, show farandulesco. El espectador es acostumbrado a ver el mundo sin actuar sobre él. Al separar la información de la ejecución, al contemplar un mundo mosaico en el que no se perciben las relaciones, se crea un estado de aturdimiento, indefensión y modorra en el que crece con facilidad la parálisis social. Como tecnología de implantación de imágenes en el sistema nervioso central, la televisión permite hablar directamente al interior de la subjetividad de millones de personas y depositar en ella imágenes (que difícilmente se pueden modificar) capaces de lograr que la gente haga lo que de otra manera nunca hubiera pensado hacer. (No olvidemos la ley de Galbraith (1958): “se publicita lo que no se necesita” (2)). ¿Cómo conseguir suprimir las numerosas maneras diferentes de comer que había en los distintos territorios y culturas y sustituirlas (en una tercera parte del planeta) por unas hamburguesas o un vaso de bebida gaseosa? Sólo una tecnología como la televisión es capaz de lograrlo con la eficacia mostrada en el escaso margen de pocas generaciones, cosas que no logró ninguna iglesia ni ningún partido político. Aunque la televisión se inventó en los años 20 del pasado siglo, se desarrolló como tecnología de implantación masiva de imágenes coincidiendo con el período de mayor bonanza y acumulación capitalista tras la segunda guerra mundial, liderada por la gran potencia hegemónica de ese entonces: Estados Unidos.

Hacia una cultura de la imagen

La cultura audiovisual que la televisión, y hoy día los otros medios digitales (videojuegos, internet), han ido creando una cultura donde se invierte la evolución de lo sensible a lo inteligible, alterando la relación entre entender y ver, distorsionando en buena medida la comprensión del mundo, dificultando la capacidad de abstracción, y por tanto, de actuar sobre la realidad. La humanidad no es “más tonta” desde que ve televisión, sin dudas; pero es más manejable, más manipulable. El primado de la imagen lo permite.

El video-dependiente término medio, de televisión o de las nuevas tecnologías que entronizan la imagen -es decir: cada vez más gente en el planeta- tiene menos sentido crítico que quien no depende casi exclusivamente de las imágenes como fuente de conocimiento, de quien lee y piensa reflexivamente, críticamente. Es mucho menor el esfuerzo de ver que el de leer. Consideremos cómo es dejarse llevar por imágenes: se suceden unas a otras, el orden está fijado, se trata fragmentariamente cada tema y no hay espacio para reflexionar (es decir: para darle vueltas al asunto, para examinar el contexto global en que se produce un acontecimiento, integrarlo con otros aspectos de la realidad con los que interactúa, darse el tiempo para pensar en futuras acciones en relación al material recibido por los sentidos). Pero de todos modos es incorrecto achacar nuestros males y esta cultura “light” del “no piense y mire pasivamente” al avance tecnológico. Las nuevas tecnologías modelan las problemáticas y perfilan cambios en la constitución subjetiva, sin dudas; sin embargo el poder de creación, de innovar, de formar y participar en los procesos de transformación social sigue siendo exclusivamente responsabilidad nuestra, y como siempre, el vínculo interpersonal es el factor determinante en el desarrollo y uso de las potenciales capacidades intelectuales. La tecnología nos condiciona, pero el proyecto antropológico de base (“político”, si preferimos decirlo de otro modo) es el que decide cómo y para qué se usa ella. En otros términos: la ciudadanía sigue siendo lo fundamental, más allá de la tecnología que se utilice.

Vale aclarar muy enfáticamente que la “culpa” de los males del mundo no es de la televisión ni de los medios de comunicación en general, de esta tendencia al consumo de imágenes, de los medios digitales (televisión y toda la parafernalia que le sigue, el internet, la pantalla de los teléfonos celulares inteligentes y de los medios que podrán venir en un futuro en esta línea). También ellos, como instrumentos de enorme penetración, pueden servir para otros fines: para ampliar nuestro conocimiento, para mejorar nuestra condición. También la televisión, o los medios de comunicación en general, pueden ser un arma liberadora. De todos modos, las experiencias conocidas hasta la fecha abren algunos interrogantes.

Esto nos lleva a replantear la cultura de la imagen que está en la base de toda esta proliferación de medios masivos que cada vez van imponiéndose más. Como dijo Zbigniew Brzezinsky (1968) (3): “En la sociedad actual el rumbo lo marca la suma de apoyo individual de millones de ciudadanos incoordinados que caen fácilmente en el radio de acción de personalidades magnéticas y atractivas, quienes explotan de modo efectivo las técnicas más eficientes para manipular las emociones y controlar la razón”. En otros términos: los medios de comunicación al servicio de los proyectos dominantes, de los poderes fácticos.

La humanidad no es más tonta desde que ve televisión, se decía más arriba, pues el núcleo del problema no está en el consumidor sino el productor. Lo que se busca enfatizar ahora es que ese productor de imágenes es cada vez más también un gran poder político. En los años 60 del pasado siglo el padre de la semiótica, el italiano Umberto Eco, decía que “quien detente los medios de comunicación detentará el poder” (4). Evidentemente, viendo cómo marchan las cosas actualmente, no se equivocaba.

Vale la pena aquí recordar lo dicho por el nazi Joseph Goebbels, padre de la manipulación mediática moderna: “¿A quién debe dirigirse la propaganda: a los intelectuales o a la masa menos instruida? ¡Debe dirigirse siempre y únicamente a la masa! (...) Toda propaganda debe ser popular y situar su nivel en el límite de las facultades de asimilación del más corto de alcances de entre aquellos a quienes se dirige [¿niño de seis años?]. (…) La facultad de asimilación de la masa es muy restringida, su entendimiento limitado; por el contrario, su falta de memoria es muy grande. Por lo tanto, toda propaganda eficaz debe limitarse a algunos puntos fuertes poco numerosos, e imponerlos a fuerza de fórmulas repetidas por tanto tiempo como sea necesario, para que el último de los oyentes sea también capaz de captar la idea”. (5)

No hay ninguna duda que la inmediatez y unidireccionalidad de los mensajes audiovisuales, de los que la televisión es el principal exponente, junto al cine, la foto, el internet o los videojuegos, generó una cultura de la imagen que hoy pareciera muy difícil, si no imposible, revertir. En la dinámica humana la conducta reiteradamente repetida termina creando hábito (“algunos puntos fuertes poco numerosos se imponen a fuerza de fórmulas repetidas” enseñaba el ministro de Propaganda del Tercer Reich. Igual que la intuición de Eco, tenía razón). La cultura de la imagen que hace años viene repitiéndose con fuerza creciente ya creó un hábito en todas las capas sociales en estas últimas generaciones, y hoy por hoy pareciera imposible desarmarla. Pero en esa cultura anida un límite intrínseco, quizá imposible de ser franqueado: no importa el tipo de programa televisivo que se presente, siempre el mirar la pantalla no permite una actitud crítica como sí posibilita, por ejemplo, la lectura. De todos modos, esa cultura de la imagen no parece que vaya a desaparecer. Por el contrario, llegó para quedarse, y ya ha formado un nuevo sujeto, que será con el que habrá que contar de aquí en más.

La actual cultura mediática (audiovisual en lo fundamental) es la que cada vez más viene condicionando el pensamiento político. Por eso el comunicador social tiene una cuota de poder tan importante en sus manos: sépalo o no, es un vehículo de capital influencia por el que se va creando la ciudadanía, la opinión pública, la ideología. “Pensamos” política e ideológicamente en términos pasivos lo que el “espectáculo mediático” nos presenta, sin mayores cuestionamientos: que “los musulmanes son todos unos fanáticos terroristas”, que “los narcotraficantes constituyen el nuevo demonio que mueve la política en nuestros narco-Estados latinoamericanos”, que “las “temibles” maras son el principal problema de Centroamérica”, que “Osama Bin Laden manejaba buena parte del mundo desde una tenebrosa cueva en las montañas de Afganistán”, que estamos mal porque “los políticos corruptos se roban todo”. Y también, sin formulaciones críticas al respecto, que “la democracia” es un bien en sí mismo, que los países exitosos son tales porque han abrazado la democracia. Nuestro pensamiento, recordémoslo una vez más, muchas veces se moldea por poderes hegemónicos que imponen “lo que se debe pensar”. En el ámbito académico eso es descarnadamente cierto también, aunque debería ser el lugar de la crítica por excelencia. La cultura de la imagen lo barre todo: el “copia y pega” pareciera haber llegado para quedarse. ¿Y no son sino eso los noticieros que nos llenan la cabeza de “información”: copia de lo que se muestra en las pantallas de los dispositivos digitales y repetición acrítica?

El actual mundo globalizado, la “aldea global” como se le ha dado en llamar (McLuhan), en forma creciente es regido por un pensamiento único, en muy buena medida vehiculizado por los medios masivos de comunicación, y en especial los audiovisuales. En términos políticos -o dicho de otro modo: en términos de ciudadanía- esa globalización viene a uniformar puntos de vista, a tener parámetros universalmente compartidos. Ahora bien: si se habla de “globalización” debe entenderse bien de qué se trata.

Retos actuales ante el nuevo escenario de la comunicación digital y global

Se entiende por “globalización” el proceso económico, político y sociocultural que está teniendo lugar actualmente a nivel mundial por el que cada vez existe una mayor interrelación económica entre todos los rincones del planeta, por alejados que estén, gracias a estas tecnologías que han borrado prácticamente las distancias permitiendo comunicaciones en tiempo real, siempre bajo el control de grandes corporaciones multinacionales. En realidad, la globalización propiamente dicha comienza con la expansión del naciente capitalismo de Europa cuando sale a “conquistar” el mundo, allá por inicios del siglo XVI. Ahí verdaderamente comienza a hacerse global, mundial, planetario en sentido estricto, todo el sistema económico, y por tanto, su impronta político-cultural. Conquistadores europeos, con mano de obra esclava africana, sojuzgan a pueblos americanos, sentando las bases para una homogenización de toda la “aldea global”. Pero es recién ahora, con el final de la Guerra Fría, que el sistema capitalista puede sentirse abiertamente triunfador y dueño de toda la escena mundial. Ahora es cuando puede decirse que la globalización triunfó.

Esa globalización que se vive actualmente (económica, política y cultural) es el caldo de cultivo donde las nuevas tecnologías de la información y la comunicación son el sistema circulatorio que la sostiene, haciendo parte vital de la nueva economía global centrada básicamente en la comunicación virtual, en la inteligencia artificial y en el conocimiento como principal recurso, todo lo cual permite el nuevo capitalismo financiero, hiper concentrado en poquísimas manos, superando a los Estado-nación modernos.

Las nuevas tecnologías digitales, más allá de la explosión con que han entrado en escena y su consumo masivo siempre creciente, no benefician por igual a todos los sectores. “En América Latina la presencia o el desarrollo de una SIC [sociedad de la información y la comunicación] está más ligada a la consolidación de grandes consorcios multinacionales del audiovisual que a la incorporación de la convergencia a los procesos productivos. Esto último se ha polarizado en un sector capaz de desmaterializar la economía, en tanto que sobrevive otro gran sector que permanece al margen de los cambios tecnológicos y continúa trabajando dentro de un esquema de producción clásico, ayudado de herramientas que también podríamos definir como clásicas. En nuestros países sólo un sector de la población (muy probablemente el que acumula el consumo tecnológico de distintas generaciones), es la que se ha incorporado efectivamente al proceso de producción ligado a la información y el conocimiento”. (6)

La repetida insistencia en relación a las maravillas de las nuevas tecnologías digitales de la información y la comunicación, en realidad puede tener mucho de espejismo manipulado desde los grandes centros de poder que se benefician de ellas, de su comercialización y de su uso como mecanismo de control a escala planetaria. El hecho de que en cierta forma la utilización de las tecnologías de la información y la comunicación pueda facilitar las cosas en ciertos aspectos para las grandes mayorías, no es efectivo si no se terminan con los problemas estructurales, con las brechas sociales enormes que siguen siendo el paisaje cotidiano: el hambre, la exclusión crónica, el analfabetismo, las enfermedades curables, el racismo. Pese a este portento de las tecnologías de la inteligencia artificial, el hambre sigue siendo uno de los principales problemas del mundo. ¡Siglo de la hiper tecnología… y nos seguimos muriendo a causa del hambre! Simplemente bochornoso.

No está demostrado que por el hecho de utilizar alguna de las nuevas tecnologías digitales se elimine automáticamente la exclusión social o se termine con la pobreza crónica. De todos modos, sabiendo que estas herramientas encierran un enorme potencial, es válido pensar que no disponer de ellas propicia la exclusión, o la puede profundizar. Visto que la red de redes, el internet, es la suma más enorme nunca antes vista de información que pone al servicio de la humanidad toda una potente herramienta de comunicación, no acceder a él crea desde ya una desventaja comparativa con quien sí puede acceder. De todos modos, el desarrollo propiamente dicho, el aprovechamiento efectivo de las potencialidades que abren las nuevas tecnologías comunicacionales, no se da por el sólo hecho de disponer de una computadora, de hacer uso de las redes sociales o de un teléfono celular de última generación, o de una consola de videojuegos, tan a la moda hoy día. Los videojuegos, valga agregar, que cada vez comienzan a ser jugados desde las más tempranas edades (2 o 3 años), bastante poco amigables para los adultos -los que no han crecido en esta cultura cibernética- funcionan como “verdaderas propedéuticas informales para el acercamiento amistoso y lúdico a los aparatos electrónicos. […] Ese tiempo invertido los acerca sin reparos mayores a la manipulación de aparatos de tecnología digital” (7). Después de varios años de “acostumbramiento”, ya desde niños, los jóvenes encuentran como algo absolutamente natural, y más aún: imprescindible, el mundo de las tecnologías de la información y la comunicación. El consumismo está ya puesto en marcha, y la obsolescencia programada hará que cada cierto tiempo haya que reemplazar el equipo en cuestión. Obviamente todos estos aparatos podrán ser “bonitos”, pero no dejan de ser instrumentos, útiles, herramientas. La diferencia fundamental no la hacen los instrumentos, sino los sujetos que los utilizan.

Lo que sí hace la diferencia es la capacidad que una población pueda tener para aprovechar creativamente estas nuevas formas culturales. Si el internet “ha transformado la vida”, como tan insistentemente dice cierto pensamiento dominante (desde una perspectiva más mercadológica que crítica, terminando por constituirse en “mito”, en manipulación mediática), ello permite descubrir el porqué de esa tenaz repetición: está claro que alimenta muy generosamente a quienes lucran con su comercialización.

En realidad, con el comercio expandido por todo el orbe nació la globalización. Hoy asistimos a su entronización cultural, basada en muy buena medida en tecnologías que unen el mundo a velocidades vertiginosas, pero como se dijo en alguna ocasión: la globalización comenzó la madrugada del 12 de octubre de 1492, cuando Rodrigo de Triana pronunció su grito de ¡tierra!

Entre los íconos de esta globalización se inscribe también el mercado como punto máximo del desarrollo y “la democracia” como expresión superior de la organización política. Los medios masivos de comunicación, cada vez más globalizados y concentrados, juegan un papel clave en la expansión de este fenómeno y de sus mitos. Hoy día, la ciudadanía (ciudadanía global, ciertamente) es moldeada cada vez más por ellos.

Ese proceso de homogenización político-cultural y el papel que en él pueden jugar los medios masivos de comunicación, se perfilaba ya algunas décadas atrás; así, por ejemplo, el Informe McBride de UNESCO del año 1980 lo expresaba explícitamente: “La industria de la comunicación está dominada por un número relativamente pequeño de empresas que engloban todos los aspectos de la producción y la distribución, las cuales están situadas en los principales países desarrollados y cuyas actividades son transnacionales. (…) Se deben adoptar medidas encaminadas a ampliar las fuentes de información que necesitan los ciudadanos en su vida cotidiana. Procede emprender un examen minucioso de las leyes y reglamentos vigentes para reducir las limitaciones, las cláusulas secretas y las restricciones de diversos tipos en las prácticas de información. (…) Con harta frecuencia se trata a los lectores, oyentes y los espectadores como si fueran receptores pasivos de información”. (8)

Sin dudas, el rol de los medios abre interrogantes sobre su aporte a la consolidación de la democracia genuina. Como dice Marcial Murciano: “El papel de árbitro que siempre ha mantenido el Estado en la moderna democracia se reduce y el mercado, ordenado ahora por los nuevos líderes empresariales, no asegura ninguno de los principios redistributivos que la democracia contemporánea debe asegurar al ciudadano que ahora debe situarse en un plano local y mundial al mismo tiempo. Probablemente más que en ningún otro período de nuestra historia reciente se hace necesario abrir un nuevo debate político-cultural sobre la posición de dominio y control de los actores económicos sobre el sistema de los medios, en el nuevo contexto de la democracia participativa y la globalización. Sin dudas son tiempos de nuevas exigencias para las políticas de comunicación democrática”. (9)

Más allá de todo el despliegue científico-técnico con que nos movemos como sociedad globalizada que entró en la modernidad -todos tenemos teléfono celular, el internet es un hecho, todos directa o indirectamente consumimos petróleo… ¿es eso el progreso?- en el ámbito ideológico-político seguimos apegados a mitos, a frases hechas, a estereotipos: ¿qué diferencia la creencia de cualquier mito popular (fantasmas, hadas mágicas, personajes mitológicos, etc.) de los mitos en torno a la democracia? Y los medios masivos de comunicación, en vez de ser críticos al respecto, los alimentan generosamente.

La ética del comunicador

Un comunicador social dispone de un acceso y poder de convocatoria sobre la población como no lo tienen otros profesionales. Quiera que no, es un formador de opinión, de ciudadanía. Hoy, con la importancia definitoria de los medios de comunicación en nuestras sociedades masificadas, es un agente vital en la reproducción de pautas socio-culturales. O, también, un agente fenomenal para el cambio de esas pautas.

Si bien es cierto que la actual cibercultura abre la posibilidad de una cierta liviandad, de un pensamiento icónico muchas veces nada reflexivo, también da la posibilidad de acceder a un cúmulo de información y a nuevas formas de procesar la misma como nunca antes se había dado, por lo que estamos allí ante un fabuloso reto.

La cultura digital que ha llegado con una fuerza avasalladora, sin precedentes, presenta un gran desafío: obviamente, en tanto tecnología, no es ni “buena” ni “mala”. Plantearlo en esos términos es sumamente reduccionista. Pero no se puede dejar de considerar cómo funciona, quién la maneja, qué papel juega para los grandes poderes globales como negocio y como mecanismo de control social. O también como contra-mensaje, como contra-poder. La posibilidad de construir ahí un espacio alternativo está servida. Se trata de ver cómo hacerlo.

No debe dejarse de tener en cuenta que se han abierto ciertos canales para una relativa democratización de la información. En cierto sentido, todos podemos dejar nuestra marca en la red de redes, decir, transmitir, denunciar, hacer evidentes ciertas cosas. Pero hay que cuidarse de no caer en la ilusión de creer que los cambios sociales son sólo cuestiones de modernización tecnológica. La tecnología, si no está al servicio de la causa del Ser Humano como especie, sigue siendo un mecanismo de dominación. La comunicación social y todo su creciente arsenal tecnológico deben servir para fomentar desarrollo genuino, para afianzar la democracia de base, para buscar el bienestar para todos, y no estar al servicio de ninguna opresión. Si no es así, se termina convirtiendo en cómplice (¡o en actora principal!) de la explotación. Es por eso que decíamos que los comunicadores ya no son el “cuarto poder”: constituyen uno de los principalísimos poderes dominantes del mundo.

Ahora bien: el comunicador social no es neutro; de hecho, desempeña un papel muy importante en la conformación de ciudadanía, y siempre está tomando partido, tiene una posición, está ubicado con los pies sobre la tierra. Es imposible pedir “objetividad” como generalidad, como un bien en sí mismo. “La objetividad no existe en ningún aspecto de la vida, ni del periodismo de ningún lugar del mundo. En tantos seres sociales formados por una historia, un contexto y una mirada del mundo particular, única e irrepetible, resulta imposible creer que puede haber una mirada objetiva sobre un hecho, acontecimiento o relato”, afirma Natalia Locco (10). En todo caso, siguiendo a Victoria Camps: “lo que el buen informador debe proponerse, no es tanto ser objetivo cuanto creíble” (11).

Ahí estriba el asunto crucial de su misión profesional: ser serio, ético, tener sentido crítico, saberse agente formador de las grandes multitudes a quien se dirige. El conocimiento técnico, por más excelente que sea, no es ninguna garantía de una buena práctica, de un buen ejercicio profesional. Para ello es imprescindible contar con un proyecto humano, social, político en su sentido más amplio.

En relación a lo anterior Ignacio Ramonet expresa: “En estos tiempos de globalización neoliberal, la información se ha convertido en uno de los problemas principales de la democracia (…) Se puede hacer un paralelismo con lo sucedido con la alimentación. Había escasez de alimentos -y sigue habiendo en algunos países-, luego la revolución agraria permitió producir en abundancia. Hoy sabemos que muchos de los alimentos son tóxicos, pueden envenenarnos (el caso de la "vaca loca" por ejemplo). Lo mismo sucede con la información; está contaminada. Hay que crear una ecología de la información para limpiarla, para que se respete la verdad, para mejorar la calidad informativa y así mejorar la calidad de la democracia”. (12)

Debe quedar claro que nadie tiene el poder absoluto para cambiar todo un entramado social o para impedir sus cambios en forma terminante. Las transformaciones, las mejoras en la calidad de vida, las mutaciones son procesos complejos, largos, muy arduos. Cada quien aporta su grano de arena al respecto. Quienes abrazan la profesión de comunicar tienen, sin duda, un privilegio especial: su accionar influye de un modo más profundo que otros en ese proceso. Por eso hay que tener muy claro los principios éticos con los que deben manejarse. Más allá de la imperiosa necesidad de trabajar para asegurar la propia subsistencia, la disyuntiva que se plantea es: ¿se trabaja para continuar con este sistema o para proponer otro?

Notas:
1) Touraine, A. La transformación de las metrópolis. Versión digital disponible en: http://www.carlosmanzano.net/articulos/Touraine02.htm
2) Galbraith, J. La sociedad opulenta. (2008). Barcelona: Editorial Ariel.
3) Zbigniew Brzezinsky, The Technetronic Society, en Encounter, Vol. XXX, No. 1 (enero de 1968).
4) Eco, U. (1968) Para una guerrilla semiológica. Artículo reproducido en el libro de Eco, La estrategia de la ilusión, Lumen/de la Flor, 1987. Barcelona.
5) Goebbels, J. En un artículo publicado el 30 de abril de 1928 en “Der Angriff”, órgano de prensa del Nacional Socialismo.
6) Crovi, Diana. “Sociedad de la información y el conocimiento. Entre el optimismo y la desesperanza”. UNAM. México, 2002.
7) Urresti, M. “Ciberculturas juveniles”. La Crujía Ediciones. Buenos Aires, 2008.
8) UNESCO. “Un solo mundo, voces múltiples. Comunicación e información en nuestro tiempo”. Fondo de Cultura Económica. México, 1993
9) Murciano M. (2005) Nuevos conglomerados mediáticos y libertad de expresión: grupos de comunicación, democracia y política de comunicación. En CICom: Comunicación, democracia y ciudadanía. Centro de Investigación en Comunicación, Escuela de Comunicación, Universidad de Puerto Rico. Puerto Rico.
10) Locco, N. En Sabina Finck: El dilema de la objetividad. Versión digital en: http://catedragauna.com.ar/el-dilema-de-la-objetividad/
11) Camps, V. En Rodríguez, B.: Una información libre es tan necesaria como el agua o el aire para los seres vivos. Versión digital en: http://www.barahonainformativo.com/2012/01/una-informacion-libre-es-tan-necesaria.html
12) Ramonet, I. Una reflexión sobre los medios y la democracia. Versión digital disponible en: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=118309

Bibliografía:
- Annan, K. (2003). “Discurso inaugural de la primera fase de la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información, Ginebra.
- AUSJAL. (2011) “La cultura juvenil en la universidades de AUSJAL”. Caracas. AUSJAL.
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FUENTE: http://www.argenpress.info/2014/08/los-medios-de-comunicacion-ya-no-son-el.html
IMAGENhttps://www.google.com.pe/search?q=medios+de+comunicaci%C3%B3n&biw=1024&bih=564&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ei=tm_6U9XhN4bKsQTArILgBw&sqi=2&ved=0CAYQ_AUoAQ#facrc=_&imgdii=kWNYWRgQ23ILWM%3A%3B9sql7fTT7HBKhM%3BkWNYWRgQ23ILWM%3A&imgrc=kWNYWRgQ23ILWM%253A%3Be6FQMW6wBcFB4M%3Bhttp%253A%252F%252F1.bp.blogspot.com%252F_3ApLSZO21NA%252FTGiq3pSsLrI%252FAAAAAAAAABw%252FAUB7bu78Cd0%252Fs1600%252FTAREA%2525237%252BCOLLAGE%252BMEDIOS%252BDE%252BCOMUNICACI%2525C3%252593N.JPG%3Bhttp%253A%252F%252Ftecnologiaeducati.blogspot.com%252F2010%252F08%252Ftarea-7-collage-de-los-medios-de.html%3B1024%3B804

lunes, 11 de agosto de 2014

HENRY PEASE GARCIA Y. murió en Lima

Los políticos lamentan el fallecimiento de Henry Pease

Legisladores y líderes políticos resaltaron la coherencia del ex presidente del Parlamento, quien murió a los 69 años

El politólogo, sociólogo y ex presidente del Congreso Henry Pease falleció la noche del viernes 9 en la Clínica Angloamericana. Sus restos vienen siendo velados en privado en la parroquia Santa María Reina, en San Isidro, y serán enterrados mañana por la tarde en el cementerio El Ángel.
A través del Twitter, la presidenta del Congreso, Ana María Solórzano, confirmó que el Parlamento le rendirá a Pease honores póstumos mañana.
La partida del también ex teniente alcalde de Lima durante la gestión de Alfonso Barrantes Lingán conmocionó a los políticos de diversas agrupaciones, quienes usaron las redes sociales para expresar sus condolencias y lamentaron su deceso, tras destacar los aportes que este hizo a la política peruana a lo largo de su carrera.
FUENTE: http://elcomercio.pe/politica/actualidad/politicos-lamentan-fallecimiento-henry-pease-noticia-1748865

Henry Pease García (Lima, 11 de diciembre de 1944 - ibídem, 9 de agosto de 2014)[1] fue doctor en ciencia política, sociólogo, periodista, político peruano y Profesor Principal de la Pontificia Universidad Católica del Perú.
Fue uno de los líderes y candidato presidencial de Izquierda Unida. Ha sido Congresista de la República (1993-2006). Presidente del Congreso de la República (2003 – 2004). Además, de Director de la Escuela de gobierno y políticas públicas de la PUCP.
Falleció en Lima a la edad de 69 años el sábado 9 de agosto de 2014.

Biografía

Fue hijo del almirante Benjamín Franklin Pease Olivera y María Manuela García Yrigoyen, fue hermano del fértil, intelectualmente, historiador Franklin Pease y del empresario Jimmy Pease. Estudió en el Colegio de la Inmaculada de los jesuitas. Sus estudios universitarios los realizó en la Pontificia Universidad Católica del Perú, donde fue un connotado dirigente estudiantil, Ex Presidente de la FEPUC y posteriormente impartiendo clases de realidad social peruana en Estudios Generales Letras por más de 30 años, así como en la Escuela de Graduados y en la Facultad de Ciencias Sociales. Obtuvo una maestría en Sociología y un doctorado en la misma carrera en la Pontificia Universidad Católica del Perú.
Asimismo ejerció el cargo de teniente alcalde de Lima durante el período de Alfonso Barrantes, parte del CCD de la Constitución de 1993 y congresista de la República hasta el año 2006. Ocupó la Presidencia del Congreso del Perú en el periodo 2003 - 2004.
Ha sido homenajeado en diversas oportunidades. Muestra de esto son las 42 distinciones que ha acumulado a lo largo de sus casi 50 años de vida laboral. Entre estas conmemoraciones resaltan la Orden El Sol del Perú en el grado de Gran Cruz (2005), la Medalla de Honor del Congreso de la República del Perú en el grado de Gran Cruz (2004), Medalla de Honor del Tribunal Constitucional “José Faustino Sánchez Carrión” por haber cumplido una actuación distinguida en el ejercicio profesional y académico en defensa de los principios y valores del Constitucionalismo y el Estado de Derecho (diciembre del 2006), Gran Cruz extraordinaria de la Orden de la Democracia. Cámara de Representantes de la República de Colombia (2003), entre otras. Además obtuvo la Medalla de la Alfabetización. Ministerio de Educación (diciembre 1963). Esta última, es la distinción primigenia realizada cuando era líder estudiantil en la PUCP.
Se ha caracterizó por ser de los políticos más ilustres y leales del Perú. Se evidencia esto, cuando en la época del terror y el autogolpe ejecutado por el régimen fujimorista, el congresista Pease se enfrentó directamente contra el autoritarismo y la dictadura. La defensa de la democracia y del Estado de Derecho han sido una constante sin desviación en su vida. A pesar de haber recibido amenazas, Henry Pease no se amilanó frente al miedo.
Demostró siempre una perspectiva considerablemente más amplia que muchos de sus colegas, argumento de esto, es la propuesta que el ofrece a la clase política, en la época de Sendero Luminoso, para que sea el Servicio Policial quien se hiciera cargo de esta estirpe de la sociedad como se había logrado con éxito en países de Europa, pero dicha clase política no aceptó. Sin embargo, en 1992, fue el GEIN (Grupo Especial de Inteligencia Nacional de la Policía) el que capturó a tres cuartas partes de la cúpula del grupo terrorista.
Publicó cuantiosas veces libros sobre su perspectiva política. Algunos de estos son "La oposición democrática al fujimorato: Valentín Paniagua en su momento culminante. PUCP Escuela de Gobiero y Políticas Públicas Lima 2009", "Reforma Política (para consolidar el régimen democrático) Fondo Editorial de la PUCP Lima 2008", "Por los pasos perdidos. El parlamento peruano entre el 2000 y 2006. Fondo Editorial del Congreso de la República. Julio 2006", "Así se destruyó el Estado de Derecho. Lima, 2000.", "Perú 1968-1980: Cronología Política. Colección de siete tomos de fichas sobre hechos políticos. Desco, Lima 1974-1980", entre otros como "La democracia y sus instituciones en debate. Seminario de reforma del estado 2010.(editor con Giofianni Peirano) Fondo editorial de la PUCP 2011", "La política económica y la democracia en debate. Desco, Lima 1981" los cuales ha editado con otros autores. Ha sido, además, fundador de la revista limeña "Quehacer", la cual aún está en vigencia, como en sus inicios, con un análisis político coyuntural peruano.

Política

Su paso por la política fue sido fundamental para la transición a la democracia en los años posteriores al fujimorato. Ha ejercido diversos cargos en dos de los tres poderes del Estado, en el Ejecutivo y en el Legislativo, iniciándose como Secretario del Ministro de Justicia Javier de Belaúnde en 1966. Fue Teniente Alcalde de Lima en 1983 para el trienio de 1984-1986, Candidato a la Alcaldía de Lima en 1989 encabezando la liste de la alianza electoral Izquierda Unida (IU). Fue en 1990 Candidato a la Presidencia de la República por la misma lista. Esto se debió al inicio de la ruptura de IU, puesto que el líder inicial de la Alianza rompió con esta y abandonó cuando ya se tenía recolectadas las firmas para la inscripción. Por esto, en un acto de reciprocidad para la gente que firmó y confió en IU, Pease ocupó el lugar de candidato presidencial de dichas elecciones. Fue Congresista de la República desde 1993 hasta el 2006. En su último período, fue Vicepresidente (2001-2002) y entre el 2003 y 2004 Presidente de dicho Congreso republicano. Entre sus actos más heroicos se encuentra la Marcha por la Paz, la cual encabezó en 1989 cuando ya era candidato a la presidencia. Esta marcha se realizó, el 3 de Noviembre de dicho año, como una respuesta ante una anuncio del grupo terrorista Sendero Luminoso, el cual llamó al pánico al país el mismo día. Sin embargo, gracias al movimiento político inspirado por Pease y secundado por todo el resto de partidos políticos, entre ellos Mario Vargas Llosa, se realizó la marcha más grande y numerosa de la historia del Perú. Esta fue repetida luego en todas las capitales del país en símbolo de un Perú unido y valiente contra el miedo de Sendero Luminoso.
Fue muy amigo de personajes como María Elena Moyano, quien fue lideresa del distrito de Villa el Salvador; de Valentín Paniagua, quien fue el Presidente del Perú de la transición a la democracia del país en el año 2000, anécdota aparte, fue elegido por representantes del todos los partidos representantes en el domicilio de Pease; de Alfonso Barrantes, de quien fue Teniente Alcalde en 1983. Pease es uno de los personajes políticos más respetados y queridos de la época, entre otras cosas, por su indudable lealtad y honradez a la ética y al país.
Falleció a los 69 años, aproximadamente a las 10 de la noche del sábado 9 de agosto de 2014 en la Clínica Angloamericana de Lima, a la que llegó luego de una complicación en su estado de salud.

Publicaciones

Libros

  • ¿Cómo funciona el presidencialismo en el Perú? PUCP Escuela de gobierno y políticas públicas Lima 2010
  • La oposición democrática al fujimorato: Valentín Paniagua en su momento culminante. PUCP Escuela de Gobiero y Políticas Públicas Lima 2009. También publicado en el Libro homenaje a Valentín Paniagua Corazao. Fondo Editorialde la PUCP Lima 2010
  • Reforma Política (para consolidar el régimen democrático) Fondo Editorial de la PUCP Lima 2008
  • Por los pasos perdidos. El parlamento peruano entre el 2000 y 2006. Fondo Editorial del Congreso de la República. Julio 2006
  • La Autocracia fujimorista. Del Estado intervencionista al Estado mafioso. Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú y Fondo de Cultura Económica, Lima, 2003.
  • Así se destruyó el Estado de Derecho. Lima, 2000.
  • Electores, partidos y representantes. Sistema electoral, sistema de gobierno y sistema de partidos en el Perú. Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima 1999.
  • Remando a contracorriente. Lima, Congreso de la República 1995
  • Los años de la langosta. La escena política del fujimorismo. Ipadel, Lima 1994.
  • Propuesta Alternativa. Dictamen en minoría y Proyecto de Constitución. Lima, Congreso de la República, 1993.
  • Democracia local: reflexiones y experiencias. Desco, Lima 1989.
  • Democracia y precariedad bajo el populismo aprista. Desco, Lima 1988.
  • Un perfil del proceso político peruano. Desco, Lima 1981.
  • Los Caminos del Poder. Tres años de crisis en la escena política. Desco, Lima 1979. Reeditado en 1981.
  • El Ocaso del Poder Oligárquico. Lucha política en la escena oficial 1968-1975. Desco, Lima, 1977. Reeditado en Lima en 1979, 1980 y 1986. Edición Argentina El Cid Ed. Desco, 1979.
  • Perú 1968-1980: Cronología Política. Colección de siete tomos de fichas sobre hechos políticos. Desco, Lima 1974-1980.

Libros con otros autores

  • La democracia y sus instituciones en debate. Seminario de reforma del estado 2010.(editor con Giofianni Peirano) Fondo editorial de la PUCP 2011
  • Reforma del Estado El papel de las políticas públicas (editor con L.Villafranca)Lima 2009
  • Reforma del Estado peruano. Seminario en el 90 aniversario de la PUCP. (Editor junto con Giofianni Peirano) Fondo Editorial PUCP Lima 2008
  • Construyendo un gobierno metropolitano. Ipadel, Lima 1991.
  • La política económica y la democracia en debate. Desco, Lima 1981.
  • América Latina 80: democracia y movimiento popular. Desco, Lima, 1981.
  • Mitos de la democracia. Desco, Lima 1978.
  • Estado y Política Agraria. Desco, Lima 1977
  • Propiedad Social: polémica. Desco, Lima 1975.
FUENTE: http://es.wikipedia.org/wiki/Henry_Pease_Garc%C3%ADa

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jueves, 7 de agosto de 2014

EL CAPITAL DEL SIGLO XXI: Comentario crítico desde la economía política. Por Héctor Vega

EL CAPITAL DEL SIGLO XXI: Comentario crítico desde la economía política. Por Héctor Vega *

El libro de Thomas Piketty, Le Capital au XXIè siècle. Seuil, Les Libres du Nouveau Monde, 2013 [976 páginas con tablas y estadísticas], tiene el gran mérito de contribuir al esclarecimiento de la desigualdad de ingresos en algunos países [34] de Europa y EEUU. La estadística de la obra sobre el capital, según lo aclara el autor, proviene esencialmente de fuentes fiscales e intenta describir un mapa de la distribución de riquezas. El capital en Piketty tiene una acepción diferente al concepto en Marx. Se trata de una diferencia no sólo en lo conceptual sino además en la intención. Para Marx el propietario de los medios de producción, sean estos capital físico o en dinero, maneja un medio de explotación. En Marx la tasa de explotación, es decir la proporción de trabajo excedente con respecto al trabajo necesario es el concepto genérico aplicable a todas las sociedades de explotación. La plusvalía sólo se aplica al capitalismo, donde el producto del trabajo asume la forma de valor. Marx desentraña el sentido de la explotación en su forma capitalista, es decir mediante la plusvalía, la cual se extrae del trabajador en un proceso en el cual éste vende su fuerza de trabajo pero no vende el valor trabajo que crea. Los reformadores del modelo no buscan cambiarlo. La obra de Marx es el paso central para desactivarlo. Es decir, desactivar una situación de poder.

Marx nunca se hizo ilusiones acerca del cambio del sistema capitalista desde su lógica puesto que los capitalistas siempre han tenido claro el medio a través del cual obtienen sus ganancias: el mercado. Con un sarcasmo, que intenta apaciguar ilusiones y esperanzas, Marx nos instruye acerca de la lógica del sistema. No se trata de acusar el capitalismo a la manera ingenua de los idealistas que describen la explotación como un robo. Si todo se intercambia a su valor –y el mercado lo fija– para qué ocuparnos de cuanto le corresponde al trabajador, –razonan los capitalistas– puesto que no es el trabajador que crea el valor sino el mercado. Así, el valor como el costo son hechos establecidos e inamovibles. El costo es el valor de la subsistencia del trabajador…y punto.

I° En el siglo XXI, los esfuerzos de los capitalistas van dirigidos a la integración de los trabajadores en el sistema.
[Notas al final del texto]
Marx entiende que es en el mercado donde se realizan los valores y desde donde se reproduce el sistema que deberá dar la solución de crecimiento del producto que haga compatible dicho crecimiento con la distribución de la riqueza. –, puesto que desde ese producto se extraerán los recursos para su crecimiento. Pero ¿adónde nos conducirá el crecimiento de ese producto? ¿Podrá generarse suficiente riqueza como para ser distribuida igualitariamente? Las estadísticas que proporciona Piketty bastan para desechar esa ilusión. Pero, ¿Es posible redistribuir los ingresos en el seno de la misma estructura que preside la distribución, mediante impuestos a los ingresos, a la herencia y la firma de un decreto destinado a elevar el salario mínimo, como Piketty lo propone? Al igual que la ilusión anterior esta propuesta parece un ejercicio ingenuo e inútil que deberíamos recomenzar cuando el mercado y el orden establecido, donde reinan los monopolios, las grandes corporaciones y los bancos, restablecieran el valor al cual se intercambian los productos y se redefinan las partes que correspondan a patrones y trabajadores. En definitiva ¿basta expropiar los ricos para compensar los pobres? Pregunta pertinente a hacerse puesto que no está en la intención de Piketty cambiar el sistema capitalista.
Piketty rechaza las ideas fundamentales de Marx en relación al sistema capitalista; se centra en la valorización de activos tangibles y financieros y la transferencia de dichos activos mediante la herencia del patrimonio de una generación a otra. Patrimonio que desarrolla un crecimiento sin límites y que se transmite hereditariamente. Olvida que el capitalismo financiero mediante los mecanismos de la Deuda [crédito, emisión de deuda de las empresas, gestión de la deuda mediante derivados] involucra al conjunto de la población, promueve el ahorro forzoso de millones de trabajadores, como es el caso de los fondos de pensiones, desde donde se proporciona estabilidad al sistema financiero del capitalismo –, sin que los trabajadores sean necesariamente parte de las ganancias.
Inherente al capitalismo es el control de los medios de producción, lo cual permite la recuperación del valor agregado por el trabajador. Piketty confunde activos de diversa clase que constituyen la riqueza de la sociedad, unos que entran en el consumo, como por ejemplo la riqueza patrimonial inmobiliaria, con otros, tangibles o intangibles, donde su función económica es la de medios de producción, que contribuyen al incremento de la producción del período siguiente.
El rendimiento del capital se mide según la rentabilidad del mercado de los Ingresos de la Propiedad.[1] A la cual se agregan elementos adicionales a saber, externalidades, proporcionadas por el estado y exentas de impuestos, cual es el caso de la infraestructura pública; bienes públicos, como el agua, la educación, el medio ambiente, la seguridad pública…cuyo costo se transfiere a la sociedad, e implica un mayor rendimiento del capital.
Se pueden citar otros casos donde el rendimiento del capital se incrementa, generando con ello externalidades negativas; por ejemplo, explotaciones mineras donde la investigación sobre el costo verdadero [true cost] revela situaciones en que muere la actividad agrícola por el uso excesivo e indiscriminado del recurso agua [caso del altiplano chileno] inherente a la actividad minera; o la contaminación de la napa freática con daño a la salud de los habitantes del valle [caso de Pascua Lama en la cordillera o del proyecto minero Pacto-Junín en Ecuador entre muchos otros en el mundo[2]]; situación de las salmoneras en regiones septentrionales de Chile con transmisión de virus y contaminación del ambiente ictiológico…Pero también la actividad gananciosa de estas externalidades negativas daña el valor de otros activos, como por ejemplo refinerías o plantas nucleares instaladas en la proximidad de complejos inmobiliarios, etcétera…En resumen se trata del daño al desarrollo general de la economía a través del daño al “capital natural”[3].
Piketty no entra en esas distinciones, mide el valor de los activos por la relación capital-producto [= ingreso], donde los activos parecieran valorarse según su calidad de factor de producción. Opción de la economía neoclásica donde capital y salarios, como parte de una función de producción, se remuneran según la productividad marginal de cada factor. Se legitima así la ganancia como la justa retribución a una contribución indispensable y con ello se elimina cualquier posibilidad de evaluación crítica de los ingresos del capital y del trabajo en la relación entre el crecimiento del Producto y el rendimiento del capital.
II° La relación r>g
La relación central de Thomas Piketty es r>g, que valida con estadísticas desde casi 300 años de historia económica de países avanzados principalmente EEUU y Europa. “r”, es la tasa de crecimiento del rendimiento del capital; “g” es la tasa de crecimiento del producto.
En la remuneración del capital “r”, Piketty incluye en promedio en el curso del año, ganancias, dividendos, intereses, arriendos…en porcentajes. “g” representa la tasa de crecimiento de la economía, es decir el crecimiento anual del ingreso y la producción.
¿Por qué la relación de remuneración del capital [r] crece de manera desmesurada respecto al crecimiento de la economía [g], aumentando con ello la desigualdad en los ingresos? ¿Puede reproducirse en el siglo XXI esta situación constatada en los últimos dos siglos, con efectos dramáticos sobre la desigualdad de los ingresos? Son las interrogantes que plantea el trabajo del autor.
Controversias sobre la base conceptual de los cálculos que presenta Piketty oscurecen la relación r>g sobre todo en lo que se refieren a su valor como propuesta de validez general. Según lo precisa Eric Walravens, Piketty define junto con Gabriel Zucman en un trabajo anterior, “g” como el ingreso nacional que incluye ingresos de la tierra, los inmuebles, los bienes domésticos y los ingresos netos obtenidos del extranjero. Esta definición, según Walravens, es más precisa que el PIB pero es diferente pues incorpora componentes del PIB y del PNB. [4]
Piketty toma el capital como un capital patrimonial inmobiliario, o de herencia en términos de activos financieros. Es una contabilidad de activos donde el funcionamiento de la economía y por consiguiente la dinámica de las variables capital y producto no tienen otro sentido que coeficientes técnicos capital/producto. En términos de activos productivos, la ganancia es función de la inversión. No existe ningún tipo de proporcionalidad en esa relación –, a menos que se trate de un modelo estático, con un Presupuesto público y Balance externo en equilibrio donde, con un nivel de inversión se determine la ganancia y la producción.
Piketty establece el rendimiento del patrimonio capitalista, en los últimos 3 siglos por sobre 4 puntos sobre el crecimiento del producto. En el largo plazo el rendimiento del capital [r], antes de impuestos, se situaría entre 4% y 5% incluso entre 3% y 6%. En los siglos XVIII y XIX estas cifras oscilarían entre 4% y 5% y en el siglo XX entre 3% y 4%. Antes del siglo XX, señala el autor, prácticamente no había impuestos sobre el patrimonio. Plantea así mismo que los ingresos del capital en relación al Ingreso Nacional oscilan en el largo plazo entre 25% y 40%, donde el saldo, 75% y 60% respectivamente, representa la parte de los ingresos del trabajo.
Según las estadísticas del autor, el crecimiento del producto [g] en los dos últimos siglos, ha sido inferior a 1%, incluso, entre 0,2% y 0,5% antes del siglo XIX y salvo el siglo XX, período en que ha sido sensiblemente superior. El autor comenta que bastaría que los herederos ahorren una parte limitada de los ingresos del capital, por ejemplo 1%, para que el capital heredado por las generaciones venideras fuera un quinto del crecimiento del producto.
Cabe preguntarse, –el autor no lo plantea– el escenario a que debería enfrentarse la humanidad si r=g. Desde ya el hecho que “r” crezca más que “g” centra la discusión en la distribución del Ingreso Nacional entre los poseedores del capital, digamos “R”, y los poseedores de la fuerza de trabajo, “W”. Pues equiparar el crecimiento del producto observado [1%] al actual rendimiento del capital [4%], es decir, r=g, equivaldría a plantear en términos de distribución del Ingreso, W=R.
Suponiendo que el sistema capitalista actual se mantiene, y con ello la relación constante capital-producto que plantea el autor, y por tanto el rendimiento del capital de 4%, habría que plantearse el precio al cual debería lograrse tal igualdad de ingresos entre capitalistas y trabajadores. Imagino que en términos de infraestructura productiva, activos de todo tipo, materias primas, etcétera los medios necesarios serían equivalentes a varios planetas Tierra. Las condiciones tecnológicas en que se sustenta el aparato productivo, así como las actuales fuentes de energía…y sobre todo la rentabilidad del capital que señala Piketty, manteniéndose dichas condiciones, ponen un punto de interrogación acerca de la continuidad del sistema productivo actual. Quiero decir que esta reflexión nos lleva, más allá del reparto del Ingreso, a plantearnos la viabilidad material y los efectos dramáticos producidos por el modo de explotación del actual sistema capitalista y sus efectos en el calentamiento global.
Baste citar el caso de EEUU. Estudios llevados a cabo revelan una realidad preocupante de daños económicos irreversibles causados por el cambio climático y las emisiones de carbono –, una de las bases materiales del desarrollo de la revolución industrial en el curso de los siglos XVIII y XIX. Actualmente se comprueba una temperatura promedio de la superficie terrestre de 0,74 Celsius por sobre su promedio en el siglo XX. En el período 1970-1990 se calculó una baja de la productividad del país de alrededor de 1.5%. Regionalmente se comprueban bajas de la productividad de 3% en el sureste de EEUU con daños por tormentas, incendios, olas de calor con daños evaluados en miles de millones de dólares, a lo cual se suman en Nueva York, los efectos del huracán Sandy.[5] Con el alza en el nivel del mar con propiedades que quedarán físicamente bajo la superficie del agua en la costa este de EEUU, se proyectan para 2050 pérdidas entre 60 mil y 106 mil millones de dólares. De continuar el deterioro ambiental al ritmo actual, a fines del siglo las pérdidas aumentarían entre 238 mil y 507 mil millones de dólares. Por el calor extremo, en Estados del suroeste y grandes llanuras se calculan pérdidas en rendimiento medios de 50 y 70% en cultivos anuales de maíz, soya, algodón, trigo. Pérdidas que superarían las ganancias en áreas de menor temperatura. Actualmente este escenario se replica en el mundo con efecto sobre los precios de materias primas como el café, el azúcar y la soya, y repercusiones en la recuperación económica de los países desarrollados. Todo ello con efectos desestabilizadores sobre países que importan la mayor parte de sus alimentos.
La reflexión de Piketty no se encamina por esas rutas. Si crece la ganancia más que el producto significa que el producto crece en desmedro de sueldos y salarios con lo cual nos dice Piketty, y esta es su propuesta clave, que el corazón del problema es que la tasa de rendimiento del capital privado es demasiado alta y la mejor solución es en consecuencia bajar esa tasa de rendimiento. ¿Cómo? –, se plantea Piketty. Su respuesta es ¡Aumentando el salario mínimo! a lo cual agrega el incremento de la tasa impositiva del ingreso y la herencia.
Según los cálculos de Piketty la magnitud del patrimonio heredado alcanza a tales niveles que bastaría un ahorro suplementario para que dicho patrimonio creciera mucho más rápidamente que el producto. Con lo cual, al menos teóricamente, habría que enfrentar la hipótesis de capitalización de 100% de los ingresos. Se excluye de esta hipótesis las fluctuaciones del ahorro y la inversión y por tanto la tasa de acumulación del capital. Si la remuneración del capital explica la inversión, es porque en un período anterior dicho rendimiento, constituyó en parte, el ingreso de los capitalistas, y en parte los fondos de utilidad no retirados de la empresa, en total, ahorro del lado capitalista, con funciones diferentes pero que desde el lado de los ingresos, independientemente de la función que puedan cumplir estos [consumo, inversión, liquidez], justifican un nivel de demanda efectiva alcanzado a través de su mediación.[6]
III° Replantear la relación r>g nos obliga a pensar en un cambio de sistema que Piketty elude
Las cifras de Piketty demuestran que la remuneración del capital [r] crece en función directa de la inversión, y la producción [g] desciende en relación con la remuneración del capital [r].
El crecimiento de la tasa de rendimiento del capital no parece plantear dudas, pero la relación de crecimiento de la producción sí parece plantearlas. ¿Por qué el crecimiento de la inversión no se refleja en el crecimiento de la producción en los períodos estudiados por Piketty?
La fructificación de la inversión, es decir su efecto en el nivel de la producción no se realiza necesariamente en el tiempo que corresponda a un período [por ejemplo, un año] –, no es instantánea. Ello explica el cálculo de valor presente de los recursos financieros que se invierten, a la tasa de interés corriente operando en el mercado, y la cantidad de la inversión que se decide finalmente teniendo en cuenta su rendimiento. Segundo, la mayor producción no se obtiene de las ganancias sino de la inversión y esta última es financiada por el ahorro. De aquí surge la relación central entre riqueza –bajo la forma de ahorro– y la inversión. Tercero, la mayor demanda, producto del Producto Nacional Bruto, puede incluir cifras de mayor consumo, déficit presupuestal y excedente de exportaciones, procesos que no se traducen necesariamente en crecimiento de la producción.
A continuación un ejemplo necesario e importante.
Difícilmente la economía China volverá a registrar cifras de crecimiento del PNB a alrededor o a más del 10%; pues ha franqueado la etapa del mayor crecimiento en sectores dirigidos a la exportación, para orientarse hacia el mercado interno, con una mayor demanda [además de mayor sofisticación] explicada por la movilidad social de sectores de la población de clase media instalada en los grandes centros urbanos. En el presente, las tasas de crecimiento se calculan alrededor del 7%. La actividad no baja: se reorienta. Imperan nuevas demandas donde el crédito, de instituciones públicas o privadas, cubre desajustes entre inversión y producción; se ordena a los gobiernos regionales que aceleren el gasto; que cubran nuevas exigencias medio ambientales; coberturas en educación, salud, vivienda; se disminuya la cantidad de dinero en efectivo que algunos bancos deben tener como reserva; se bajan impuestos, etcétera.
La estadística tras la relación r>g no explica estos procesos de arbitraje entre el presente y el futuro lo cual explica las soluciones que Piketty ofrece al final de su obra –, por decir lo menos modestas: alza de impuestos a los ingresos del capital y al patrimonio hereditario y elevación del salario mínimo. Medidas que no impedirían, al cabo de un tiempo, la reproducción de las desigualdades del presente, ahondadas por las fluctuaciones del ciclo.
De hecho Piketty no se enreda en el funcionamiento de la economía. Da por sentado que desde que el rendimiento del capital sobrepasa significativamente el crecimiento de la economía, mecánicamente los patrimonios del pasado se recapitalizarán en un ritmo más rápido que el de la producción y los ingresos. Sus evidencias estadísticas reflejan épocas de conflictos bélicos [1914-1918; 1939-1945], así como períodos de reconstrucción [pos 1945] donde no cabe sumar, para los efectos del rendimiento del capital, activos fijos a valores del mercado financiero.
Comparativa que tiene importancia cuando se trata de analizar la importancia de la acumulación del stock de capital en el proceso de rendimiento del capital.
El autor muestra que posterior a 1970 los ingresos del capital aumentan. En el mundo anglo-americano, sus cálculos señalan que el ratio capital-producto se incrementa entre 250% y 300% del ingreso de esa época, contra 500-600% de hoy día. Lo cual refleja el carácter dominante del capital en la vida económica del presente. De allí proviene el carácter central de la relación r>g que se centra en el volumen físico del capital que proviene año tras año del ahorro-inversión.
Sin un análisis de las fluctuaciones del ahorro y la inversión en el ciclo, como lo pretende Piketty cuando nos describe la desigualdad creciente que se avecina en el siglo XXI, difícilmente podremos establecer los ingresos del capital y menos aún su proyección. Peor aún, caemos en el escenario de una teoría del crecimiento sin fin de los patrimonios. En este esquema la clase media reemplazaría a los rentistas, escenario en el cual 40% de la clase media se haría de 33% del ingreso nacional, en la lógica del sistema que vislumbra Piketty bajo el paraguas de la “recapitalización a ritmo más rápido que el crecimiento de la producción y los ingresos”. El resto, aparte de la cúspide de la pirámide de ingresos, no incluido en la lógica de Piketty, funda su movilidad en esquemas compensatorios del Estado en vivienda, salud, educación, programas asistenciales…y la deuda.
División de roles en un paraíso liberal donde la ganancia condena a los menos hábiles; los ricos y más inteligentes se hacen de la parte del león. Resultado al cual nos lleva la convicción de Piketty de una “recapitalización mecánica de los patrimonios del pasado.” Se elimina así toda lucha política y social, donde el ordenamiento de los ingresos –con desigualdades extremas– aparece reglado por la mecánica de la economía. En todo caso esta mecánica resulta menos cruel que las constataciones de Vilfredo Pareto en 1909 cuando escribía que los débiles morirán de hambre antes que su existencia lleve a la degeneración de la sociedad. Se puede –agregaba Pareto– comparar el cuerpo social al cuerpo humano que prontamente moriría si se le impidiera de eliminar las toxinas [7].
Sin embargo, la recapitalización mecánica no existe. La capitalización no es el proceso lineal que quiere ver Piketty, con su secuela de ricos permanentes fortaleciendo su riqueza patrimonial. Por el contrario, las fluctuaciones del ciclo elimina a muchos de ellos y otros deben contentarse con aumentos moderados en sus remuneraciones –, dado los montos involucrados esto último no parece tener efectos dramáticos en la riqueza de los altos ejecutivos. [8] Si se examinan los salarios de los más altos ejecutivos se comprueba que sus salarios están ligados fundamentalmente al desempeño financiero de sus firmas, donde se incluye en la remuneración total, salario, incentivos, opciones de acciones y bonificaciones. [9] Es decir bases variables, si no, aleatorias.
El debate que preconiza Piketty se sitúa al nivel de un sistema cuyas soluciones no tienen en definitiva otra expectativa que compensaciones cuyo rol social consiste en absorber la crítica fundamental al sistema y la incorporación de los trabajadores a éste mediante la Deuda [infra]. Lo cual puede parecer una caricatura de lo que la clase política chilena [entre muchas otras en el mundo] denomina como objetivo social: la inclusión. La inclusión significa políticas sociales, subsidios del Estado y la voluntad política de ampliar espacios democráticos de ejercicio del poder. Lo cual activa la movilidad social desde capas empobrecidas de la población hacia la clase media con mejores opciones de trabajo y con ello, de calidad de vida. Se crean nuevos criterios relativos al acceso a la educación, salud, vivienda, medio ambiente…y a la justicia social que los resume en su totalidad. Cuando el sistema económico no asegura estos nuevos criterios surgen métodos abreviados, más próximos del crédito o la manipulación bancaria –en definitiva la Deuda– que se sustituyen a cambios políticos y sociales necesarios. Cuando esto ocurre, como un fenómeno generalizado en el cuerpo social, es el momento de preguntarse acerca de las fallas en que hemos incurrido en nuestro proyecto de inclusión.
Dada la velocidad de los cambios en el corto plazo y las variables que intervienen, el desarrollo de los acontecimientos se aprecia claramente en el examen de la Oferta y Demanda Global de la economía. A los fenómenos de inversión y consumo se agregan los de la deuda privada o pública, o financiamientos compensatorios para aquellos que acceden a un mercado de consumo de mayor amplitud sujeto a las fluctuaciones del ciclo. Todo lo cual no implica necesariamente crecimiento, pero sí Deuda financiada mediante el desequilibrio del balance exterior [exportaciones-importaciones, i.e., X-M] o del déficit presupuestal [Gasto-Impuestos, i.e., G-T]; deuda bancaria o estatal…arbitraje entre presente y futuro en períodos de inversión-producción.
Pero ese no es el mundo de Piketty, la desigualdad de los ingresos supone que la recapitalización de los patrimonios del pasado se realizará más rápidamente que el crecimiento de la economía, con nulo crecimiento del ingreso de los trabajadores. En la hipótesis de g=1% y r=5% [en la relación r>g], como ya lo vimos más arriba [p. 4], bastaría ahorrar un quinto de los ingresos del capital para que el capital heredado de la generación precedente progresase al mismo ritmo que la economía en su conjunto. Con un ahorro superior al 1%, el patrimonio tendría tendencia a aumentar rápidamente. Es la ventaja en que nos sitúa el rendimiento del capital.
¿Tiene sentido explicar importantes desigualdades sociales sin entrar en las soluciones que ha buscado el capitalismo financiero? ¿Cómo ha resuelto el mercado en el corto plazo la inclusión dentro de la desigualdad de ingresos? Es la pregunta de millones de consumidores que viven de la Deuda.
Si en la búsqueda de una solución apostamos al crecimiento, es decir a la inversión, caemos en instrumentos del mercado que en parte administra el estado y en parte los privados. Mediante el ahorro total de la población [capitalistas y trabajadores] justificamos la inversión y lo que falta se cubre con el excedente de las exportaciones y el déficit presupuestal. Sin embargo, lo que el balance de fuente y uso de recursos no revela son las fluctuaciones del ciclo cuando las expectativas de ganancias futuras no se cumplen y las expectativas de inversión son menores debido a las menores ganancias del período anterior. De hecho, los procesos de inversión y consumo fluctúan según el ciclo por lo cual no dependen necesariamente de las ganancias que se han obtenido en el período anterior, pues pueden variar en base a acontecimientos sobrevinientes. Esto puede verse claramente en la ecuación de las ganancias formulada por M. Kalecki donde el lado izquierdo [ganancias brutas deducidas los impuestos] aparece justificado en el lado derecho con la inversión bruta, el excedente de exportaciones, el déficit presupuestal y el consumo de los capitalistas, menos el ahorro de los trabajadores.
Esa contabilidad nacional aclara los elementos que de un lado y otro sitúan los elementos que en un paso posterior explican el ahorro necesario para un nivel de inversiones [Ver infra]. Pero, no explican los procesos del capitalismo financiero durante las fluctuaciones del ciclo. Sin esa problemática las arremetidas de Piketty contra la injusticia, en el largo período en estudio [1740-2014], no quedan sino en eso. [10]
En presencia de salarios bajos la estrategia anti cíclica apostará, a partir de la tasa de interés de corto plazo, restablecer el crédito, es decir la deuda, para reactivar las transacciones del mercado. Si M, es cantidad de dinero; T, transacciones; V, velocidad del dinero; ri la tasa de interés de corto plazo; la función del dinero en la coyuntura se expresará por T/M = V[ri]. Lo que significa que dada la función de velocidad del dinero [V], la tasa de interés a corto plazo, ri estará determinada por el valor de las transacciones, T, y la oferta de dinero, M, que determina la política bancaria de corto plazo. [11] Es así como se logra, a una inversión dada, un nivel de ingreso y empleo, es decir un nivel de demanda efectiva. Salarios [W] compatibles a ese nivel se obtendrán agregándoles la deuda [W + Deuda], e incluyendo, de esa manera, la población al mercado mediante el crédito y el dinero plástico.
La tasa de interés del mercado resuelve el financiamiento del lado de las empresas, puesto que se trata de una variable financiera que varía en relación al valor de activos físicos de capital y desde la cual se calcula la utilidad de dichos activos. En el caso del capital financiero la tasa de interés real es una variable financiera que varía en relación al valor de activos de capital financiero.
Hasta aquí los impuestos que propone Piketty no son sino un acompañamiento que capitalistas y comerciantes tienen en cuenta e incorporan en la administración de la deuda cuando se deciden las tasas de interés que gobiernan su monto. Según lo ya explicado, si se aprobaran tales impuestos, lo más probable es que éstos sean recuperados según los mecanismos de la deuda. Todo ello sin mencionar la evasión y la elusión tributaria, tema recurrente en las economías sean estas avanzadas, emergentes o subdesarrolladas.
La deuda como parte del equilibrio social entre capitalistas y trabajadores juega un papel que desestima Piketty. Es la cuestión central al problema del poder y que abordaremos en el párrafo siguiente.
IV° De los ingresos de la propiedad capitalista y el papel de los trabajadores en la reproducción del capitalismo financiero
De los ingresos y Deuda de sectores surge la relación entre sectores de la economía, relación donde las ganancias de un sector se explican por los ingresos de otros. En primera aproximación el análisis de los grandes agregados de la macro economía permiten ver los efectos de los ingresos de la propiedad.
Partamos con los agregados macroeconómicos. A partir de la propiedad del capital inmobiliario y activos de capital, actual o heredado, Piketty calcula un ingreso de la propiedad, bajo la forma de ganancia, renta o interés. Sin embargo, falta algo en la explicación. No basta constatar la importancia del capital patrimonial, sus titulares y su evolución estadística, si no se dilucida el efecto de los ingresos de la propiedad en el ahorro. ¿Cuál es el sentido de la riqueza, y del ahorro que esta devenga, en la inversión durante el ciclo de corto plazo? ¿Qué sucede si el ahorro interno no es igual a la inversión? Allí, en ausencia de ahorro, surgen los interrogantes.
¿Deberemos remitirnos a la deuda interna, o internacional; a la circulación de dinero entre las economías avanzadas y emergentes; [12] al ahorro forzoso de los trabajadores [fondos de pensiones]; al uso de externalidades positivas [o fallas de mercado]; a nuevas formas de realización del excedente [a la Baran]; a nuevas técnicas de intermediación bancaria…?
En globalización los flujos de capitales juegan un rol subsidiario fundamental en la viabilidad del sistema capitalista financiero. Es decir, subsidiario al gran proyecto político de las clases dominantes cuya objetivo final es el de involucrar al conjunto de la sociedad en el financiamiento del sistema. Analizaremos a continuación dicho proyecto, para en el párrafo siguiente abordar la relación de los mercados financieros globales en el gran proyecto de las clases dominantes.
El gran proyecto de financiamiento que desarrollan las clases dominantes en las economías no es una problemática que se aborde en el esquema de Piketty. Pues las proyecciones de sus estadísticas proporcionan sólo resultados anuales [Ver crítica supra]. Piketty deja al lector resolver el proceso de ecualización del ahorro con la inversión. No es su problema y ello plantea la duda sobre la relación central de su texto: la desigualdad en la distribución de los ingresos, cuando ella surge precisamente de las ganancias del capital. Tema abordado en el curso de los ‘30 por Michael Kalecki y la Escuela de Cambridge en los ‘60 del siglo pasado [13].
Dicho razonamiento puede resumirse de la manera siguiente. Cuando la inversión produce un alza de precios en relación al salario y con ello un exceso de demanda efectiva y por consiguiente un alza en los márgenes de ganancia, tendremos el ahorro disponible y de esa manera la ecualización del ahorro con la inversión. Con lo cual la distribución del ingreso entre tasa de salarios y tasa de ganancias, aparece influenciada por la tasa de inversión a través del nivel de precios. Como la posibilidad de ahorro de los capitalistas [o su posibilidad de administración y manejo del ahorro forzoso de los trabajadores, o de la intermediación bancaria, o instituciones financieras en la administración de la deuda] es superior a la de los trabajadores, la ecualización de ahorro e inversión podrá realizarse. Esa es la lógica tras el crecimiento del Producto. Sin explicar la lógica de relaciones entre el ahorro, la inversión, la ganancia y el nivel de precios, no se entiende la participación de los trabajadores en el funcionamiento y reproducción del capitalismo financiero. Proceso que no resuelven las cifras que presenta Piketty en la relación r>g.
En un esquema de relaciones entre 3 sectores de la economía, o departamentos, M. Kalecki aclara la teoría de las ganancias en la distribución de los salarios. Con lo cual nos da una indicación acerca de la lógica de un sistema que basa precisamente su continuidad y desarrollo en la participación “acordada”, bien o mal, con aquellos que poseen la fuerza de trabajo pero no los medios financieros para administrar la Deuda.[14]
El esquema parte del proceso de desajuste entre inversión y ahorro, con las variables de inversión, ganancia e ingresos y nivel de precios. Los 3 sectores de producción o departamentos son los siguientes: un sector de la economía dedicada a la producción de bienes de capital [I], otro, orientado al consumo de altos ingresos [II], y otro al consumo de trabajadores o población de medianos y bajos ingresos [III].
El caso es argumentado por Kalecki en los términos siguientes. Si la mala distribución de ingresos del lado de los trabajadores limita su capacidad de consumo a la producción de dichos bienes, cualquier aumento de inversión del lado de los capitalistas causará un aumento de precios de dichos bienes, lo cual elevará las ganancias en el sector de bienes de consumo para los trabajadores [departamento III de la economía]; beneficiará los salarios en el sector de producción de bienes de inversión [departamento I] y de bienes de consumo para los capitalistas [departamento II]. La tasa real de salarios descenderá reflejando el hecho que el aumento del importe total de los salarios encuentra una oferta invariable de bienes de consumo. Digamos que Kalecki basa su argumento en el supuesto de una oferta elástica.
En síntesis el alza de precios, en relación al salario, determinada por el crecimiento de la inversión llevará a un exceso de la demanda efectiva y por consiguiente al alza de los márgenes de ganancia. Con lo cual aumentará el ahorro disponible y por esa vía se ecualizará el ahorro con la inversión. Inversión que se efectúa según la relación que existe con el stock de capital. 30 años después, en los ‘60, la Escuela de Cambridge retomará la solución de la ecualización de ahorro e inversión dada por Kalecki.
Kalecki sintetiza la relación entre los 3 departamentos de la economía. “La producción de los departamentos I y II también determinará la del departamento III si se conoce la distribución entre ganancias y salarios en todos los departamentos. La producción del departamento III se llevará hasta el punto donde las ganancias obtenidas de esa producción serán iguales a los salarios de los departamentos I y II. Para expresarlo de otra manera, el empleo y la producción del departamento III se llevarán hasta un punto donde el excedente de esta producción sobre lo que los trabajadores de este departamento compran con sus salarios, sea igual a los salarios del departamento I y II”.[15]
Los desajustes entre el ahorro y la inversión surgen de la organización de la producción, en monopolios, oligopolios, carteles, grandes corporaciones…etc., cuando se realiza el producto en el mercado. En la teoría de Kalecki estos son los “factores de distribución” de la economía.[16] Factores de distribución del ingreso y por tanto del consumo de los trabajadores, la producción y el empleo nacionales. Es la solución del sistema donde la realización del producto está determinada por la suma de la inversión y el consumo de los capitalistas. Las modalidades de realización en el mercado, abarcan las externalidades positivas, y la obtención de recursos compensatorios al ingreso propios de la economía capitalista actualmente en crisis. Es un marco de interpretación no sólo de las desigualdades sino además de factores centrales de cualquier transición hacia otro sistema.[17]
A partir de la segunda mitad del siglo XX se activa el trabajo sobre los factores de distribución, inquietud que recientemente puede verse en el trabajo de Saez y Zucman en EEUU.[18] En su trabajo ven las desigualdades como un atentado a la democracia. Subrayan que los Okupa[19] fallan al identificar el enemigo pues los verdaderos culpables de la desigualdad de ingresos no es el 1% al cual culpan sino un grupo más pequeño de un 10% de ese 1%, i.e., los top 0.01% quienes han recibido la mayor parte de los ingresos en estos últimos 30 años. Lo cual, piensan, al igual que Piketty, que es una situación que puede repetirse en el siglo XXI, con estándares de desigualdad media alta ['medium' inequality] más equivalentes al siglo XIX, que a la desigualdad media ['medium' inequality] de la pos guerra mundial II.
¿Intenta Piketty expropiar a los ricos? La situación descrita por las organizaciones internacionales dedicadas al recuento de los ricos es clara. Oxfam presentó en el World Economic Forum [enero, 2014] un informe en que revelaba que los 85 individuos más ricos del mundo poseían valores equivalentes al poseído por la mitad más pobre de la población del mundo, es decir 3500 millones de individuos [incluyendo niños]. Según las cifras ambos grupos poseen US$ 1.7 billones [millones de millones]. Esto es 20 mil millones de dólares si Usted pertenece al primer grupo y 486 dólares si perteneces al segundo![20]
V° De cómo el riesgo especulativo se instala en el siglo XXI de la globalización
A fines del siglo XX y comienzos del siglo XXI se estimó que los desajustes de la relación capital-producto en la economía privada y en el marco de una balanza de pagos equilibrada podían resolverse, en un ambiente de globalización del mercado de capitales. La obra de Piketty no arroja luces sobre la evolución de dicha relación. Lo que observamos en cambio es la erosión del principio que sustenta la globalización financiera a saber, fondos financieros cuando existen fundadas expectativas de crecimiento de la economía. En su lugar predomina un sistema sustentado en la Deuda [emisiones de deuda dependiente de la liquidez sustentada por los bancos centrales] que vive entre el financiamiento y los malos resultados –, en un ambiente pletórico de apuestas sobre el futuro.
[El alivio monetario norteamericano [Quantitive Easing, QE, 85 mil millones de dólares mensuales en régimen –, actualmente 50 mil millones. Se espera que la FED termine el programa de la QE con 15 mil millones de dólares en octubre 2014], eficazmente auxiliado por la impresora de billetes de la FED ilustra claramente el principio de la palanca monetaria y sus efectos desestabilizadores en la economía mundial].
El período de las dos guerras mundiales del siglo XX y la reconstrucción significó inversiones masivas dirigidas por el Estado en sectores con necesidades de capital. Hoy, procesos de innovaciones, nuevos horizontes de la investigación, búsqueda de materias primas, desafíos en la búsqueda de fuentes de energía, cambios climáticos por el efecto invernadero, muestran la lógica exponencial de las inversiones que dichas situaciones debieran producir en la decisión de los gobiernos. Sin embargo, las urgencias creadas por la desestabilización del sistema se trasladan a la administración de la Deuda. Con la titularización y creación de productos derivados, con un riesgo transferido a otros se crearon fluctuaciones que ponen en riesgo el desarrollo de la economía real. En el pensamiento económico oficial los Factores de Distribución pesaron en el siglo XX como preocupación fundamental en la justicia social. En la segunda mitad del siglo pasado y en lo que va del siglo XXI, lo fundamental fue la Deuda, lo cual posibilita que cambios en la distribución de los ingresos sea neutralizado a través de mecanismos de intermediación bancaria, deuda, hipotecas, derivados, modificación de tasas cambiarias y manejo de tasas de interés.
La administración de la Deuda basada en el manejo de la tasa de interés determina el valor de los activos financieros, creando rentabilidades registradas en la relación r>g de Piketty… Es la realidad del capital ficticio de la cual escribía Marx.[21] Se desarticula así la formación de las ganancias con sus procesos de inversión y consumo, que en el período corto, corresponde a decisiones que se toman como reacción a factores que suceden en el pasado inmediato. De hecho, los procesos de inversión y consumo fluctúan según el ciclo por lo cual no dependen necesariamente de las ganancias que se han obtenido en el período anterior, pues pueden variar en base a acontecimientos sobrevinientes. Los Factores de Distribución así como los procesos reactivos de la Deuda en su fuerza cinética no aparecen como elementos de explicación en los capítulos de desigualdad de ingresos. No basta entender –como lo hace Piketty– el New Deal rooseveliano, como poder reactivador del Estado de la inversión y el gasto. En las dos décadas de la posguerra aparecerán los gérmenes de la globalización que Kennedy habrá detectado cuando instaura el impuesto IET [1963] que busca fijar un precio al flujo de capitales norteamericanos que se escapa hacia Europa.
El movimiento de capitales a nivel internacional demuestra que las interpretaciones del FMI y de los banqueros centrales van en dirección contraria a la realidad. En el siglo pasado se popularizó la idea que una ampliación del mercado interno creaba las condiciones para incrementar el ahorro al interior de las empresas. Es decir que la relación capital-producto podía ser mantenida mediante la oferta monetaria. De allí surge, a mediados de los ‘70s la teoría monetaria de la balanza de pagos del FMI, donde el superávit en cuenta corriente justifica el crédito interno, es decir la ampliación de la demanda en el mercado interno. Este ejercicio mecánicamente aplicado explica las acciones presididas y estimuladas por los Bancos Centrales y posteriormente en los años 2008, 2009 y siguientes de la crisis en las economías desarrolladas.
Las sucesivas crisis de los ‘90s y del siglo XXI demuestran que la Deuda globalizada predomina como fundamento privilegiado del crédito interno…en economías estimuladas con importantes emisiones de deuda. Eso conlleva capitales de portafolio invertidos en compra de acciones y bonos de mercados emergentes. A comienzos de 2014 esos fondos por valor de casi US$ 60 mil millones salieron de países considerados como vulnerables, esencialmente países emergentes. Hoy, retornan a esas mismas economías…cuando es escasa la rentabilidad de los bonos en EEUU, Europa y Japón. Los países considerados ayer como vulnerables, hoy resurgen en el interés de los inversionistas. Brasil y Sudáfrica, economías con endeudamientos importantes hoy parecen promisorios para los inversionistas, con índices bursátiles aceptables; en India la elección del primer ministro Narendra Modi, del Bharatiya Janata Party, partido nacionalista hindú, genera expectativas y crea sustentabilidad al punto que el mercado considere aceptable posiciones de bonos, así como en China en moneda local; en Indonesia y Turquía hoy resurgen cuando en un pasado muy reciente pasaban por importantes tensiones políticas e índices bursátiles a la baja.
En este cambio de escenarios. El real brasileño perdió 1%, pero los bonos denominados en real subieron 3%. Los bonos turcos denominados en liras ganaron 2% pero esa moneda cayó más de 2%. Según datos proporcionados por EPFR Global [julio 2014] se inyectaron 4900 millones de dólares en moneda local de economías emergentes [entre abril y junio de 2014] los cuales compensan en parte los 5500 millones de dólares que salieron de esas plazas entre enero y marzo de este año. Nótese que estos 4900 millones de dólares casi igualan a la deuda en dólares, euros y yenes por 5400 millones de dólares.
La situación de rentabilidades financieras con situación de riesgo, demuestra que la realidad de la remuneración “r”, que nos presenta Piketty, poco tiene que ver con la visión patrimonial de la riqueza y bastante más con el riesgo especulativo de los componentes del mercado de capital –, recuérdese el riesgo de la deuda subprime, donde los precios de las hipotecas alcanzaron valores superiores al valor mismo de la propiedad. Es la activación de la titularización con la creación de productos derivados. El riesgo se transfirió a otros. La noción de los montos negociados revela elementos que relacionan el pasado con el futuro, [es decir dinero], mediante valores del mercado, tanto en su realidad de precios como de expectativas de ganancia.
La lógica del ahorro-inversión subsiste representada por el desequilibrio del sector externo bajo la forma del excedente de exportaciones, y el déficit presupuestal en la ecuación de las ganancias brutas; también el ahorro forzoso de los trabajadores bajo su forma más importante en la economía moderna a saber, el ahorro forzoso representado en los Fondos de Pensiones de la seguridad social. El riesgo se transfiere a través la titularización de la Deuda [supra].
Reflexión final: Bienes públicos e impuestos y salario mínimo à la Piketty en el siglo XXI
El gran mérito de Thomas Piketty ha sido de mostrar a través de cifras del Ingreso Nacional la desigualdad [que provoca el sistema capitalista] en el reparto de los ingresos como resultado de la relación entre el rendimiento del capital y el crecimiento de la economía.[22] Sin embargo, Piketty no ve en este análisis el carácter fundamental de las externalidades, la Deuda y los efectos de las fluctuaciones del ciclo del corto plazo en el reparto del Ingreso.
La importancia de la administración de la Deuda en el siglo 21 obliga a asumir los títulos de deuda como parte del flujo de rendimiento del capital concebido, no como riqueza patrimonial à la Piketty sino como fuente de poder capaz de activar en su favor el déficit presupuestario, el excedente de exportaciones y las externalidades positivas y negativas creadas por el crecimiento de la actividad económica.
El resultado de estas operaciones, a favor de las clases dominantes, no se revierte con el pago de mayores impuestos [lo cual lleva necesariamente a un menor déficit presupuestal] o el alza del salario mínimo pues, situado el problema en el ámbito del poder el sistema se defiende mediante la organización de los mercados [monopolios, oligopolios…], los bancos, el manejo de los precios, en fin los llamados Factores de Distribución [supra]; totalidad que determina el presupuesto público, el comercio exterior y los títulos de deuda como parte fundamental de la administración del sistema y de las fluctuaciones del ciclo en el período corto. Es decir, el sistema se defiende y recrea sus propias defensas, con lo cual el mayor gasto, los programas sociales y las reformas estructurales del Estado son recuperados.
El rendimiento del capital [en la relación r>g que nos
presenta Piketty] categoría central del reparto del Ingreso proviene de la inversión que lo genera. La pregunta adecuada –aún antes de la distribución del ingreso– es, qué es lo que determina la inversión. La inversión genera el ahorro necesario para financiarla y las ganancias como lo vimos anteriormente [página 3, supra] equivalen al consumo y la inversión de los capitalistas.[23] De manera que la ecuación del crecimiento de Harrod-Domar [trabajada por el autor] necesita de ciertas precisiones que Piketty no hace. [a] a la igualdad entre Inversión y Ahorro debe agregarse el excedente de exportaciones y el déficit presupuestal. Cuando se transfiere parte del Ingreso a trabajadores, o se incurre en alguna inversión presupuestal, se habrá explicado la parte que eventualmente, vía impuestos a capitalistas, podrá ir a consumo de trabajadores o inversión presupuestal.
Del consumo capitalista se deducirá el efecto de las externalidades positivas [realizadas por el capitalista en el mercado] y las externalidades negativas que falsean el cálculo de los costos de la explotación, incidiendo positivamente en la ganancia del capitalista. Agregados a la inversión los efectos del déficit presupuestal, el excedente de exportaciones y las externalidades en sus dos versiones deberá considerarse además, [b] los efectos del ciclo causados por las fluctuaciones en los aportes de capital financiero. Tales fluctuaciones se reflejan en la oferta de reservas líquidas de las empresas; bonos, créditos de los bancos y la negociación de títulos de la Deuda en el mercado de capitales, etcétera
En la investigación de Piketty sobre la distribución de los ingresos y la renta no veo el tratamiento de los puntos [a] y [b] consustanciales al boom y la recesión. Sin embargo, el autor considera correctamente, como causas importantes en la capitalización y la distribución de los ingresos los efectos de los períodos de guerra [mundial I y II del siglo XX] y reconstrucción.
Existen otros elementos propios del funcionamiento del mercado que Piketty no menciona explícitamente y que se reflejan en la realidad de los precios de mercado y sus efectos en las desigualdades de ingreso de la población. Dichos elementos se resumen en la Deuda que alcanza al grueso de la población, léase crédito bancario [de consumo, hipotecas en operaciones inmobiliarias] y administración del dinero plástico. En seguida aparece una diversidad de títulos de la deuda negociados en el mercado de capitales.[24] Ninguno de estos elementos tiene el carácter de una riqueza patrimonial con base hereditaria, por tanto histórica, que Piketty menciona como causa central de las desigualdades de ingreso con proyección hacia el futuro.
El autor identifica dos variables del crecimiento de esta riqueza: [i] el rendimiento de los activos de capital superiores al crecimiento de la economía y por tanto favorece el crecimiento del patrimonio de los ricos y el crecimiento de las desigualdades; [ii] la acumulación del patrimonio es proporcional a la duración de vida y al impuesto a la sucesión en vigor al momento del deceso del causante. Piketty estima el flujo anual de herencias en un 15% del Ingreso anual en Francia [estimación realizada el 2013]; y cree sorprendente que un hecho de tal magnitud no sea noticia en los diarios o comentado en los manuales. La volatilidad de los activos en la crisis y la existencia misma de sus poseedores [ver párrafo IV, supra] pone un punto de interrogación sobre el alcance de la sucesión como causa de las desigualdades de ingreso en las economías avanzadas.
En este recuento de proyecciones hacia el siglo XXI es preciso mencionar –no ocupa mayor espacio en el trabajo de Piketty– el endeudamiento masivo del gobierno norteamericano, basado en la impresión del billete dólar, lo cual pone en riesgo sus acreencias y con ello el comercio mundial. La Deuda en los negocios y su colocación en el mercado de capitales, es un factor importante en el rendimiento del capital. Sin embargo, las operaciones de Deuda constituyen un factor desestabilizante, véase la crisis subprime; la volatilidad del rendimiento del capital, con sus consecuencias en el endeudamiento, es alentado por el carácter fiduciario del patrón-dólar. En la época del patrón oro, con la relación oro-dinero la intermediación bancaria y financiera se regía por reglas fijas de paridad monetaria. El elemento cambiario se refleja en las cifras que justifican la tasa “r” de Piketty y lo que es peor el carácter global de las desigualdades que se avizoran en el comportamiento de la economía en el siglo 21. Elemento no menor si se tiene en cuenta los 827 millones que en el mundo no tienen lo suficiente para comer y de los cuales 552 millones viven en Asia y Oceanía [cifras del WFP para 2013].
Dadas las situaciones mencionadas, efecto directo de la lógica de funcionamiento del sistema, las soluciones de Piketty resultan intrascendentes en la lucha contra las desigualdades del ingreso en el siglo XXI. Mayores impuestos a los ingresos del capital y al patrimonio que se hereda y un alza del salario mínimo ignoran la situación de poder que existe tras las desigualdades sociales y constituyen propuestas episódicas sin mayor proyección cuando se abordan las desigualdades de ingreso. Esto equivale a presentar el crédito, o la Deuda como respuesta a la desigualdad de ingresos [argumento mencionado más arriba en párrafo III], que el sistema capitalista, cuando se trata de resolver problemas de demanda presenta como solución clave en sus programas de “inclusión social” sin que el sistema de mercado sea tocado. Así, se concibe la demanda de la población al interior del mercado, vía deuda, sin que intervenga la distribución del ingreso. A lo cual se suma el carácter subsidiario de los flujos financieros internacionales.
La riqueza, o patrimonio financiero, está constituido por apuestas sobre las ganancias y los riesgos de mercado, pero también pérdidas relativas a activos fijos representados por dichos valores, en la situación de guerras, catástrofes…El pago, por externalidades positivas –léase por ejemplo, impuesto al combustible, pago del agua del altiplano en el caso de compañías mineras operando en el norte de Chile, etcétera– o externalidades negativas por daños al medio ambiente [contaminación de napas freáticas, desplazamiento de poblaciones…], constituye parte del costo pues incide en el rendimiento del capital.
En un mundo global las apuestas sobre el futuro son cada vez más complejas y alcanzan a un mayor número de inversionistas [apostadores] en sumas cada vez más importantes, de manera que se esperan mayores rendimientos para un mayor número de personas, en riesgos que incluyen un mayor número de variables a saber, geopolíticas, tecnológicas, nuevas materias primas, disponibilidad de nuevas fuentes de energía… Para estos escenarios de capitalización compleja del siglo XXI se ha privilegiado la liquidez como política monetaria en la zona Euro y la FED de EEUU con el Quantitive Easing. Un incremento en la oferta monetaria con efecto en la compra de bonos a través del sector bancario, puede cambiar un parámetro del riesgo a saber, la cantidad de titulares de bonos en el mercado. Se actúa así sobre la ganancia esperada y la minimización del riesgo.[25] Como hemos visto la interconectividad de los mercados financieros globales genera riesgos, por lo cual se explica que las economías emergentes hagan valer la importancia de los flujos financieros internacionales para el financiamiento de sus inversiones. Es la tesis que sustentaron en la reciente 5ª conferencia anual en el mes de julio del Comité de Reinversión de Bretton Woods [en Lima]. Surgió además la demanda hacia los organismos internacionales de ejercer un rol de prestamista de última instancia. La limitante central es que dichos organismos están financiados por las mismas economías avanzadas actualmente en problemas. El non dit de las economías emergentes pos Bretton Woods es asegurar la venta de deuda para así financiar sus reservas internacionales y asegurar sus inversiones. En definitiva el negocio de la Deuda consiste en conocer el grado de credibilidad entre los actores en juego. Comentarios de prensa expresan que si Venezuela deseara colocar deuda tendría que ofrecer un 14%. Sudáfrica paga una tasa de interés de 7,9 % por sus bonos de referencia a 10 años. Los bonos turcos ofrecen rendimientos de 8,7%. Sin embargo, en ambos países se ofrecen bonos en dólares por tasas de 4,5% y 4,6% respectivamente.
El riesgo en negocios complejos concierne a cada vez mayor número de personas e instituciones entre operadores, gobiernos, intermediarios bancarios. Se construyen así canastas de valores –con derivados y garantías para las operaciones de derivados– inversiones financiadas con ahorro forzoso de los sistemas de pensiones…Al número de actores en juego [parámetro central] y cantidad de recursos involucrados debe agregarse todavía otro parámetro a saber, la relación capital-producto. El rendimiento del capital en el siglo XXI se completa así con la combinación de situaciones positivas y negativas.[26]
En definitiva el escenario sociológico en que se mueve Piketty a través de un Producto que crece, donde el resultado es el crecimiento de “r”, es impredecible pues no es el cambio de parámetros presentados –ganancias, riesgos, número de inversionistas y en definitiva “r” – el que va determinar mayores beneficios a una clase dominante situada en tramos de ingreso varias veces superior al resto de la población.
La tasa de crecimiento “g” no aborda el tema de la distribución pues si aumenta el ingreso, dada la distribución actual de gran desigualdad, la situación favorecerá al número actual de ricos. En el caso de los seguros citado por B. Mandelbrot, las mayores indemnizaciones beneficiarán al número de ricos capaz de negociar y pagar la prima de un seguro. En ese caso la apuesta es alta porque sus altos ingresos lo posibilitan. El dinero atrae al dinero…“a quien tiene se le dará.” No hay trabajadores que puedan apostar a una indemnización de seguros alta. No poseen cuentas bancarias, acciones, títulos de deuda, inmuebles, pinturas, antigüedades, etc…Sin nada que perder los explotados no poseen sino sus cadenas [Marx].
La relación capital-producto, a la base de “r” no es constante, es flujo, cambia y conjuntamente con ese cambio, cambia el ahorro [sube o baja] y el ahorro determina la inversión [Cf. párrafo II, supra]. Ese conjunto de relaciones se desarrolla como parte del proceso de crecimiento del Producto. Pero resta resolver el problema de una mejor distribución del ingreso: es la norma del salario mínimo que Piketty propone. Es decir una norma de remuneración-trabajo a la cual debiera agregarse una norma de ganancia-capital.
Sin embargo, ello supone nuevos Factores de Distribución del Ingreso, [tema que no abordan los impuestos sobre las ganancias y la herencia de Piketty], lo cual supone nuevas relaciones de producción, nueva institucionalidad y de organización de la economía: área de propiedad social; economía de bienes públicos; fin del poder de monopolios y oligopolios; nuevas relaciones del campo y la ciudad…En ese contexto de nuevos Factores de Distribución de la economía se consideran los flujos de riqueza en su carácter de capitalización, pérdida o destrucción. La relación capital-producto no es stock sino flujo por cuanto el capital y las variables que influyen en su construcción y crecimiento del Producto deben renovarse. Es el caso de la infraestructura;[27] deben tomarse en cuenta las externalidades positivas y negativas. En conclusión, inversión y ahorro se renuevan en el curso del tiempo. El Producto crece como resultado de una cantidad de inversión y de ahorro que se renueva en el curso del tiempo, pero no se trata sólo de activos fijos sino como parte central de la innovación y desarrollo está el proceso de acrecentar el patrimonio cultural y científico.
Esta evolución no la veo posible sino dentro de la búsqueda de menos desigualdad con un valor trabajo reflejado en nuevas relaciones de precio, producto de la valorización de las externalidades. Proceso ligado al desarrollo de las fuerzas productivas y por ese canal a nuevos modos de producción.
¿Cómo es posible concebir tales transformaciones?
En la sociedad pos industrial se privilegia el rol subsidiario del Estado en la economía. Lo cual significa entregar la economía al mercado y dejar al Estado en su función de reparador de daños. En un ambiente donde el desarrollo de la ciencia implica reconocer su función humanista, es decir universal, siendo el desarrollo de la educación un desafío fundamental y lógico, la condición de existencia del Estado son las identidades colectivas y ciudadanas definidas por el mismo.
Serán dichas identidades las que conducirán al control de las externalidades en un nuevo sistema económico, donde en la relación Estado-colectividades se definirán los criterios de existencia y administración de aquellas. Es la tarea del siglo XXI.
Los bienes públicos constituyen un reflejo de necesidades centrales a saber, educación, salud, vivienda social, medio ambiente, pensiones, previsión social… Durante el siglo XX tales bienes se incorporaron en las economías avanzadas como función del Estado, participando en su oferta y administración. El New Deal rooseveliano sobrevivió la posguerra por algunas décadas, siendo reemplazado en la doctrina y la práctica, a fines del siglo XX, por el supply economics de Reagan y Thatcher. En ese modelo de sociedad no tiene cabida la ciudadanía como base de una economía que busca la legitimación del dominio social. El modelo privatizador establece las normas bajo las cuales se realiza la capitalización de los grupos económicos, entre ellas la regulación de las concesiones y el ensanchamiento del mercado mediante la Deuda. Eso requiere de consensos políticos, negociaciones entre los actores sociales pues se trata de un proyecto de poder.
La experiencia mundial señala que la transición hacia un nuevo modelo de sociedad no es sencilla; a veces resulta traumática y muchas veces es traicionada. Los grupos económicos no están en contra de los Bienes Públicos. Su postulación es otra. Buscan obtener una rentabilidad de su compraventa o administración. En fin reducirlos a un objeto de mercado. Tradicionalmente esto se ha logrado, tratándolos como externalidades a cargo del Estado, financiándolos mediante el presupuesto nacional –, léase déficit presupuestal si fuere necesario. Las aplicaciones de esta metodología son múltiples y abarcan terrenos tan diversos como la explotación de yacimientos mineros donde el Estado les proporciona el agua en desmedro del consumo humano y el medio ambiente; salmoneras que destruyen el medio ambiente y propagan virus afectando la riqueza ictiológica de las zonas donde se instalan; cárceles privadas; hogares de ancianos; jardines infantiles de estándares dudosos, etcéteras.
De allí las carencias, pues nunca el presupuesto público es suficiente, pero aún en ese caso los mecanismos de la Deuda asegurarán los márgenes de ganancias que el sistema consagra. Siempre existirá la salud, la educación, la vivienda, etcétera, financiada de manera privada y al contado. De hecho en una transición hacia una economía social se respetará su existencia. En la transición los objetivos del cambio deben quedar claros desde un comienzo. El mayor peligro consiste en fijar como un área donde los Bienes Públicos son concesionados a Grupos privados bajo los mismos criterios de un negocio de venta de autos, propiedades o artículos para el hogar, etcétera, puesto que con toda lógica, la ciudadanía asumirá que se ha negociado a sus espaldas.
Dejar en manos de la ciudadanía –las identidades colectivas de ciudadanos que mencionamos más arriba– las propuestas de los Bienes Públicos es el primer paso para la vigencia de los Factores de Distribución del Ingreso de una economía social. Por eso, la formación de un Área de Propiedad Social va en la dirección de administrar y desarrollar los Bienes Públicos y con ello las relaciones sociales que la regirán. Se llegará así a la legitimación del dominio social.
Pienso que echar las bases de esa nueva economía, socialmente concebida, representa el desafío del siglo XXI.
Santiago, 28 de julio 2014
* Héctor Vega es Doctor de Estado en Ciencias Económicas de la Universidad Aix-Marseille [Francia]; Doctor de Tercer Ciclo en Ciencias Sociales del Desarrollo de l’EHESS de la Universidad de París y Abogado de la Universidad de Chile. Consultor Internacional [DTCD –PNUD; FAO, OIT, UNCTAD, Gobierno Suizo].
NOTAS
[1] El término Ingresos de la Propiedad fue acuñado y utilizado por a Joseph D. Phillips, como colaborador de Paul A. Baran y Paul M. Sweezy quienes le solicitaron realizara el cálculo del Excedente Económico Real de la economía de los EEUU en la década de los ‘60. Véase Monopoly Capital. An essay on the American Economic and Social Order. Penguin Books. 1968. Cf. Appendix by J. D. Phillips. Estimating the economic surplus, p. 355].
[2] El proyecto Pascua Lama se desarrolla simultáneamente en los territorios de Argentina, Provincia de San Juan y Chile, en la Región de Atacama [IIIa], Provincia de Huasco. El proyecto Pacto-Junin se sitúa en la región de El Intag, Ecuador. Ambos proyectos han sido rechazados por las comunidades por el impacto que genera la megaminería en la salud, el medio ambiente y el desarrollo de las economías. La minera Barrick Gold con sede en Toronto, Canadá está involucrada en Pascua Lama. En el Intag interviene la Minera Codelco y Enami, ambas del Estado de Chile.
[3] En el estudio realizado, para la región de El Intag se hace una evaluación del valor del capital natural [Yo subrayo –HV]. La lógica del razonamiento es el siguiente. Cito. “Una forma de determinar el valor económico es estimar el valor de los activos del capital natural que provee este flujo anual de valor. Esto es como comparar pagos de hipoteca [flujo de valor] al valor de mercado de la vivienda [valor de los activos]. El valor de un activo puede estimarse a partir del flujo de beneficios que proporciona. Si el capital natural de la zona de Intag se tratara como un bien económico, el valor de los activos de los sistemas naturales sería un promedio de USD $15.5 mil millones a una tasa de descuento del 3% que reconoce el carácter renovable de los servicios de los ecosistemas, y que habrá gente en el futuro se beneficien de ellos”. Cf. Kocian, M., Batker, D., Harrison-Cox, J. “Estudio ecológico de la región de Intag, Ecuador: Impactos ambientales y recompensas potenciales de la minería”. Earth Economics, Tacoma, WA, Estados Unidos. 2011.
[4] En el artículo: Capital is Back: Wealth-Income Ratios in Rich Countries 1700-2010: Noted, Thomas Piketty y Gabriel Zucman, previo a El Capital en el siglo XXI, Piketty precisa “g” como el ingreso nacional según se expone en el texto principal. Ver crítica de Eric Walraven [octubre 2013]: http://blogs.mediapart.fr/blog/eric-walravens/221013/le-capital-au-xxie-siecle-de-thomas-piketty-une-formidable-boite-outils-pour-penser-les-inegalités. Según el autor las consecuencias de la confusión entre Ingreso Nacional, PIB y PNB en el período 1975-2010 sería que el rendimiento del capital “r”, para Francia sería de 6,23%, y 7% para Alemania. “g”, sería el PIB y no el Ingreso Nacional como lo presenta el autor. En cuanto al PIB, en el período citado, la cifra para Francia es de 2%. La crítica a las cifras presentadas por Piketty señala que en el Ingreso Nacional se incluyen las riquezas que provienen del extranjero [ingresos netos provenientes del extranjero]. Si en lugar de comparar con el PIB Piketty hubiese comparado con el Ingreso Nacional, en el mismo período, se habría llegado a cifras diferentes para el mismo período: “r” habría sido inferior al crecimiento de “g” en Francia: r=5,95% y g=6,27%, cifras casi equivalentes al Reino Unido r=5,75% y g=5,13%; para Alemania “r” sería muy superior a “g”: r=7,62% y g=3,30%. En nuestra opinión en su definición más corriente y general del Ingreso Nacional es el valor neto de los bienes y servicios producidos por un país en un período determinado. Ese concepto elimina el consumo intermedio que aparece en las diversas etapas del proceso productivo, dejando sólo el valor original y el valor agregado por la producción. Se mide así el valor de los bienes y servicios terminados, eliminando de este valor las materias primas y otros materiales empleados, y el valor del equipo de capital consumido [depreciación].
[5] El huracán Sandy se abatió en la costa este de EEUU, ciudad de New York el 18 de octubre en la temporada de huracanes de 2012. Con un diámetro de 1800 km, afectó gravemente Colombia, Venezuela, Haití, República Dominicana, Jamaica, Cuba, Bahamas, Bermudas, Estados Unidos y Canadá.
[6] La comparación de los ingresos del capital y de los trabajadores, a la luz de los cálculos de Piketty, ha llevado a fuertes controversias en Francia. Cf. Jean-Phillipe Delsol, Les avatars d’un nouveau matérialisme scientifique. 22/04/2014 in http://fr.irefeurope.org/Richesses-et-croissance-les-tromperies-statistiques-de-Thomas-Piketty,a2892. J.Ph. Delsol abogado fiscalista y director del IREF [Institut de rechechers économiques et fiscales], comentando sus cifras, en un período que abarca 17 años, 1996-2012, observa que si se toman las cifras del patrimonio neto de los hogares según el INSEE se llega a que la diferencia entre el rendimiento nominal del patrimonio neto de hogares y la tasa de crecimiento a precios corrientes, sería de 0,4 puntos [3.58% versus 3.18%] –, cifras bastante alejadas de aquellas proporcionadas por Piketty. Para el INSEE [L’Institut National des Statistiques et Études Économiques de Francia] el ingreso de los hogares está constituido por los salarios percibidos, los ingresos de la propiedad [intereses, dividendos, ingresos inmobiliarios…], ingresos provenientes de la producción mercantil y de las prestaciones sociales. Cuando se mezclan esos ingresos más aquellos provenientes de una explotación, llevada a cabo por los hogares, que produce bienes y servicios para su uso final propio [aparte de los servicios de habitación] estamos en presencia de un ingreso mixto que remunera trabajo y capital inmovilizado. Delsol calcula el ingreso bruto de los hogares mediante la adición de los ingresos de la propiedad más el excedente bruto de explotación. El rendimiento neto del patrimonio de los hogares se obtiene de la deducción de los intereses del ingreso bruto.
[7] Ver Vilfredo Pareto, 1909, Manuel d’économie politique. Paris, Marcel Giard & Brière. Reedición Oeuvres Complètes, 1966, vol VII, Genève, Librairie Droz. Benoît Mandelbrot comenta que esta afirmación de Pareto terminó con su reputación. A su muerte en 1923, agrega el autor, los fascistas lo beatificaban y los republicanos lo demonizaban. El filósofo Karl Popper lo denominaba el teórico del totalitarismo [Cf. Une aproche fractale des marchés. Edition Odile Jacob, Paris, 2009, p.175.
[8] En relación a los movimientos en el ranking de ricos de la revista Forbes se revela en octubre de 2013 la caída del magnate brasileño Eike Batista clasificado hasta entonces en el séptimo lugar. Al cual se suman otros que en los últimos 10 años carecen de vigencia en las listas de Forbes.
[9] Según el Wall Street Journal [wsjamericas.com, 28/05/2014] el ranking de presidentes ejecutivos de grandes corporaciones –una lista de 300 grandes empresas que cotizan en bolsa– aparece encabezado por los CEOs de Oracle, CBS y Liberty Global PLC. Según la publicación los tres ganaron un total de US$ 188 millones, lo cual sería equivalente al pago combinado de los 50 presidentes ejecutivos que están en el fondo de la lista. El mejor pagado, el ejecutivo de Oracle habría ganado US$ 76,8 millones. Según la publicación los 10 presidentes ejecutivos mejor pagados recibieron en 2013 una remuneración de casi US$ 420 millones. La media de remuneración de la lista es de US$ 11,4 millones. Las remuneraciones de los 10 presidentes ejecutivos que más ganaron se dividen en efectivo, opciones sobre acciones, acciones con restricciones, premios por desempeño. En la época de Reagan y Thatcher, como parte del supply economics, a la rebaja de impuestos se acoplaba estas alternativas de pago para los más altos ejecutivos de las grandes corporaciones. La tendencia de sus remuneraciones está cada vez más ligada al desempeño futuro de sus firmas.
[10] La ecuación general de las ganancias se presenta de la manera siguiente:
Ganancias brutas deducidos los impuesto = inversión bruta
+ excedente de exportaciones + déficit presupuestal – ahorro de los trabajadores + consumo de los capitalistas
Esta relación es válida aún en la situación que el presupuesto y el comercio exterior estuvieren equilibrados y que los trabajadores no ahorrarán, es decir:
Ganancias brutas después de los impuestos = inversión bruta + consumo de los capitalistas.
Para obtener la ecuación de ahorro e inversión presentada en el texto se resta de ambos lados de la ecuación general de las ganancias el consumo de los capitalistas y se agrega el ahorro de los trabajadores. Cf. Michael Kalecki. Teoría de la dinámica económica. Fondo de Cultura Económica. México-Buenos Aires. 1956, pp. 47-54. La teoría de las ganancias del texto fue originalmente desarrollada por Kalecki en 1935 en los artículos “Essai d’une théorie de Mouvement cyclique des affaires”, Revue d’Économie Politique, marzo-abril de 1935 y “A macrodynamic theory of business cycles”, Econometrica, julio de 1935.
[11] M. Kalecki, Ibidem, p. 76-77
[12] Por ejemplo en el caso actual con índices bursátiles fluctuantes y baja rentabilidad de los bonos en EE.UU, Europa y Japón, impulsan a los inversionistas a transferir sus dineros a mercados como Brasil y Sudáfrica, que sintomáticamente hasta hace poco habían abandonado. Se citan otros mercados, como el de India e Indonesia donde gobiernos conservadores adoptan reformas económicas favorables a las empresas.
[13] M. Kalecki, Op. cit. [1935, 1954, 1956] y la Escuela de Cambridge posteriormente. Cf. síntesis de esta Escuela en Review of Economic Studies. Octubre 1966 [autores, Pasineti, Robinson, Kaldor, Samuelson, Modigliani]; J. Robinson. Hérésies économiques, Paris, Calmann-Levy, 1971 [traducción al francés, 1972]
[14] M. Kalecki, Op. cit. 48-49. La escuela de Cambridge y específicamente Mrs. J. Robinson se vale de la explicación de los esquemas de 3 departamentos de Kalecki.
La administración de fondos de pensiones [AFPs] en el caso chileno resulta una parodia cuando se constata que en los directorios no hay representantes de los imponentes.
[15] M. Kalecki. p. 49…..
[16] Ibidem, p. 49
[17] Héctor Vega. L’économie du populisme et le projet de passage au socialismo proposé par l’Unité Populaire au Chili. Institut de Sociologie de l’Université Libre de Bruxelles. Centre d’Étude de l’Amérique Latine. Bruxelles. 1984, p. 243-291; 292-414 passim. Integración económica y globalidad. América Latina y el Caribe. Ed. Tierra Mía. 2001, p. 54, 55.
[18] Emmanuel Saez [UC Berkeley], Gabriel Zucman [LSE and UC Berkeley] The Distribution of US Wealth, Capital Income and Returns since 1913. Marzo 2014.
[19] Los okupa buscan dar uso a terrenos desocupados; edificios abandonados de manera temporal o permanente. Con ello denuncian el estado de cosas que impide hacer frente a las dificultades económicas y hacen al mismo tiempo efectivo el derecho a una vivienda.
[20] Los cálculos de Oxfam se basan en la lista de millonarios de Forbes del año 2013. Laura Shin, escribiendo acerca de las cifras de Forbes presentadas por Luisa Kroll, editora de Riqueza [enero 2014], señala que mirando más de cerca las cifras descubrió que el grupo de los 85 era más rico que los del año pasado, esto es que para ser incluido en los 20 más ricos de ese grupo había que tener 31 billones de dólares [miles de millones] en lugar de los 23 billones de dólares del año pasado…Reactualizadas las cifras a marzo de 2014 bastó con 67 de los más ricos individuos para equiparar la mitad de los más pobres del mundo. La riqueza de cada uno de esos 67 equivale en promedio a lo que posee 52 millones de personas del fondo de la pirámide de riqueza del mundo. La fortuna de Bill Gates, el hombre más rico del mundo, cuyo valor neto es de 76 mil millones de dólares, equivale a lo que posee 156 millones de personas del fondo de la pirámide. ¿Quiénes son esos 67? Se trata de 28 billonarios estadounidenses y constituyen 42% del total. Ningún otro país se acerca a estos. Otra comentarista, Kasia Moreno [marzo 2014], tiene expresiones de indignación acerca de estas obscenas diferencias, cuando observa que a nadie puede importarle quien son esos 67; así como tampoco podría importarnos que quién abrió las compuertas para que pudiera establecerse esta verdadera Kleptocracia fue un mal actor de Holliwood, Ronald Reagan. Agrega que, en realidad nos importa sólo la inevitable existencia de este pequeño grupo de personas [67 en 2014] que acumula tanta riqueza como la que poseen 3 mil 500 millones de personas en el mundo.
Cf. http://www.forbes.com/sites/laurashin/2014/01/23/the-85-richest-people-in-the-world-have-as-much-wealth-as-the-3-5-billion-poorest/
Ver también http://www.forbes.com/sites/forbesinsights/2014/03/25/the-67-people-as-wealthy-as-the-worlds-poorest-3-5-billion/.
[21] Karl Marx, Capital. Volumen III, Capítulo XXV: Credit and Ficticious Capital, p. 392-404 y Capítulos XXVI-XXXI passim. Foreign Languages Publishing House. Editado por F. Engels. Moscú 1962.
[22] Anteriormente, en 1909, Vilfredo Pareto, Op. cit., vid nota 5, presentó la curva de los ingresos basado en sus investigaciones sobre la riqueza y los ingresos en diferentes países. Sus fuentes, al igual que las fuentes de Piketty fueron estadísticas fiscales de Suiza [Basilea] de 1454 y Alemania [Augsburgo] de 1471, 1498 y 1512; ingresos de la renta de París de fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX y los ingresos individuales en Gran Bretaña, Prusia, Sajonia, Irlanda, Italia y Perú. La pirámide de ingresos lo condujo a resultados brutalmente diferenciados, pues la gran masa de la población vivía en la base de la pirámide y el círculo de afortunados se concentraba en la cima. Sin embargo, lo que para Piketty debe ser objeto de corrección urgente aún a nivel global, para Pareto sus hallazgos no eran sino la comprobación de un hecho que siempre había existido y era parte de la condición humana. Cf. B. Maldelbrot, Op. cit. p. 173-178 y p. 320 vid nota 5.
[23] Consecuencia de ello es que concluimos que la tasa de interés no es determinada por la demanda y oferta de capital nuevo.
[24] Deuda realizada en el mercado de capitales a través de operaciones de swaps de divisas, tipos de interés, valores a plazo; sub fondos para compra y venta de futuros, warrants y opciones sobre instrumentos financieros basados en índices bursátiles y tipos de interés; deuda compuesta de renta inmobiliaria; utilidades y dividendos; colocación de deuda; transacciones de activos y pasivos financieros entre residentes y no residentes; activos financieros que comprenden tenencias de oro monetario, fondos financieros de origen nacional e internacional; inversiones transitorias de excesos de liquidez destinadas entre otros a compra de bonos del gobierno; fondos fiduciarios, etcétera.
[25] Este cambio del riesgo fue ilustrado por B. Mandelbrot [Op. cit. p. 299-301] cuando explica la lógica de los riesgos del negocio de los seguros. Mandelbrot se refiere al estudio de Pareto sobre la distribución de ingresos para, a continuación, referirse al tema de los seguros [Op. cit. p. 179]. El argumento podría resumirse de la siguiente manera. Cuando Pareto buscaba una ley universal sobre la distribución de los ingresos llegó, mediante la ley de las potencias, a determinar que cuando la pendiente de la recta en el espacio cartesiano [donde la coordenada ilustra el monto de los ingresos y la abscisa la población] era más suave, la distribución de los ingresos era uniforme. [En la geometría fractal, explica Mandelbrot, se puede obtener una gama infinita de potencias con pendientes más débiles o más fuertes y que pueden crecer o decrecer]. No siempre es posible pensar que se puede llegar a una situación con la que se encontró Pareto en el sentido que la pendiente era más fuerte y en consecuencia una menor cantidad de receptores de ingreso se adjudicaba los ingresos más elevados. El caso contrario es ilustrado por una pendiente más suave. En el caso de los asegurados, Mandelbrot describe el caso de una pendiente suave, donde un mayor número de asegurados percibe indemnizaciones millonarias. Viendo las grandes indemnizaciones en la industria de los seguros se puede observar que agrupan una cantidad cada vez mayor de personas que las reciben. Para adoptar ese tipo de soluciones basta cambiar un parámetro a saber el de la horizontal donde se inscriben los asegurados. En la vertical se miden las indemnizaciones o rendimientos. En el texto traslado el ejemplo de Mandelbrot sobre los seguros a la situación de negocios cada vez más complejos en el ámbito global.
[26] B. Mandelbrot, Op. cit. p. elabora un escenario de rendimientos en base a una potencia positiva y otros en base a una potencia negativa. Si no existiere correlación el resultado sería suma cero. Si hubiere correlación en ambos desarrollos el resultado puede ser de ruina o de ganancia, según el caso.
[27] Es preciso renovar la infraestructura, encontrar nuevas fuentes de materias primas, renovar la tecnología, incorporar las externalidades en el cálculo económico, lo cual significará hacerse cargo de la contaminación del medio ambiente; sanear lagos y corrientes de agua, restaurar bosques talados…todo lo cual conlleva una modificación del PIB.

FUENTE: http://aquevedo.wordpress.com/2014/08/04/el-capital-del-siglo-xxi-comentario-critico-desde-la-economia-politica-por-hector-vega/