miércoles, 31 de diciembre de 2014

ANTONIO BRACK EGG, FALLECIÓ EN LIMA


Antonio Brack Egg, quien fue ministro del Ambiente del 2008 al 2011, falleció hoy en Lima (74 años de eddad) después de encontrarse internado tres días en la clínica Tessa.
Como se recuerda, el investigador inició la batalla contra la minería ilegal en el país y es autor de múltiples libros sobre recursos naturales y asuntos relacionados al ambiente.
Su legado ya es recordado por los usuarios en las redes sociales, quienes se expresaron con mucho pesar por su fallecimiento.
“El día de hoy ha fallecido un peruano brillante, Antonio Brack Egg. Gracias Antonio por tu amor al Perú, tu trabajo y esfuerzo”, escribió el ministro del Ambiente, Manuel Pulgar-Vidal, en su cuenta de Twitter.

FUENTE: http://gestion.pe/politica/antonio-brack-fallece-74-anos-lima-2118964

domingo, 21 de diciembre de 2014

El DESHIELO EE.UU.- CUBA, ES LA PRIMERA CONSECUENCIA DE LA CAÍDA DEL PETRÓLEO

"El deshielo EEUU-Cuba es la primera consecuencia de la caída del petróleo"

EL CONFIDENCIAL Lunes 22 de dic 2014

Entrevista a erik d. langer

Igual que la abrupta subida del trigo fue el 'chispazo' que desató la Primavera Árabe, el cambio de rumbo que experimenta Cuba se inició con otro lejano aleteo de mariposa: la caída del precio del petróleo. Al menos así lo ve el profesor Erik D. Langer, historiador y director del Centro Edmund Walsh de Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Georgetown. Estudioso de las relaciones entre EEUU y los países latinoamericanos, Langer tiende a llevar el análisis de la actualidad al terreno de la retrospectiva histórica, ofreciendo un contexto que otros expertos ignoran. Y para saber lo que sucederá en Cuba en los próximos años, propone una mirada al pasado.
P. Ahora que ya han pasado 24 horas y hemos tenido tiempo para reposar un poco el anuncio. ¿Cómo lo ve?
R. Me parece una maniobra estratégica muy efectiva, muy positiva y que va a tener mucho impacto en las Américas en general y también para la política de los Estados Unidos.
P. ¿Pero abre una nueva era para la isla?
R. Hay que ver cómo reacciona el gobierno cubano. Está claro que ha actuado por instinto de supervivencia, pero no se sabe, porque no se sabe si realmente habrá una apertura completa que traiga vientos de cambio reales. 
P. Ayer hablamos con cubanos que más bien lo veían como una victoria para Raúl Castro y la Revolución, como si Cuba hubiese logrado hacer entrar en razón a EEUU.
R. Por supuesto, son muy hábiles tratando de hacer pasar fracasos por victorias. Pero yo entiendo que esto ha sido una rendición del gobierno cubano, no del gobierno norteamericano. Obama hace tiempo que quería abrir este proceso pero no se podía hacer mientras Cuba no accediese a dejar en libertad a Alan Gross. Su detención ha sido lo que ha evitado que esto se haga antes. Durante mucho tiempo esta ha sido la manera de seguir adelante sin tener que preocuparse por las consecuencias de una nueva relación con EEUU.


P. ¿Y qué ha cambiado para que Cuba haya rectificado?
R. La bajada del precio del petróleo. El deshielo de Cuba es el primer efecto de la caída del petróleo y va a haber muchas más secuelas en todo el mundo. Venezuela ha manejado su economía mal pero, además, ahora ya no tiene caja para seguir apoyando a todas las economías del Caribe. Y los Castro se han dado cuenta de que ya no van a poder seguir con el modelo de los últimos años. Es importante entender que Cuba recibía petróleo de Venezela pero no lo usaba todo, sino que una parte la vendía para conseguir dólares y sostener su economía. Esto ya no funciona porque el precio ha caído demasiado y ahora hay un agujero enorme en el presupuesto cubano. Necesitaban una salida.
P. Supongo que la vuelta de Cuba al escenario diplomático americano tendrá repercusiones en el resto del Continente. Por ejemplo sobre Mercosur, el Alba, etcétera...
R. Es pronto para decir cuál va a ser el impacto exactamente, pero lo que sí es verdad es que la última estructura de la guerra fría se ha derrumbado. Como pasó con el muro de Berlín, ahora ha caído el muro cubano y creo que va a ser algo muy positivo para la región porque ya no será posible mantener esta lógica de amigos y enemigos, de buenos y malos, al menos no con la misma naturalidad. 
La última estructura de la guerra fría se ha derrumbado y, como pasó con el muro de Berlín, ahora ha caído el muro cubano
P. ¿Qué supone esto en términos concretos? 
R. Todas las estructuras, desde la OEA al anticomunismo, todo lo que se organizó desde 1948 y se impulsó en los años 60, todas esas estructuras pierden vigencia. Obviamente se mantiene el embargo formalmente, algo que sólo el Congreso puede cambiar, pero en términos de relaciones diplomáticas las cosas van a mejorar. Se notará muy claramente en las cumbres porque, por ejemplo, el presidente Obama va a poder ir y sentarse en una mesa con Raul Castro a su lado, sin problemas, algo que antes era muy problemático. Con eso se ha resuelto ese nudo gordiano también. Diría que de una forma sencilla y bastante positiva.
P. Obama parece dispuesto a hacer ahora todo lo que no pudo hacer en seis años. ¿Espera alguna sorpresa más en política exterior durante su mandato?
R. La verdad, no lo sé. Lo curioso es que el presidente Obama es más poderoso ahora como “pato cojo” (presidentes en sus dos últimos años de su segundo mandato). Está actuando más como un líder que cuando tenía que preocuparse por ser reelegido. Tiene rienda suelta para hacer lo que quería hacer desde el principio.
P. Volvamos a Cuba. ¿Qué futuro tiene la isla? La Casa Blanca da por hecho que con la entrada del libre mercado se acabará formando una sociedad democrática pero ahí están China y Vietnam para demostrar que un gobierno comunista puede fortalecerse con una economía más abierta si la utiliza a su favor. ¿Es diferente Cuba por su situación geográfica?
R. Dependerá de la astucia y la habilidad del gobierno cubano. Hasta ahora no han tenido que preocuparse, ha sido un aislamiento perfecto y perfectamente conveniente al régimen, a pesar de esa cercanía con EEUU. Yo creo que la diferencia con Vietnam y China es que Cuba está a solo 100 km de la costa de EEUU y esa influencia históricamente ha sido muy muy grande, incluso cuando era colonia española. 
Un cubano saluda a la cámara el día después del acuerdo con EEUU, en La Habana (Efe).Un cubano saluda a la cámara el día después del acuerdo con EEUU, en La Habana (Efe).

P. ¿Y volverá a ser tan influyente EEUU en Cuba si se abre la isla?
R. Sí, si se abre plenamente regresará dicha influencia y será muy difícil para el gobierno cubano resistir al cambio de la forma que lo han hecho chinos y vietnamitas con sus arreglos de mercado. Además hay un contexto económico muy diferente. Cuba está en el patio, ojalá no trasero, pero sí en el patio de EEUU. Si miramos el caso de Nicaragua, por ejemplo, la presión e EEUU fue tan fuerte que sí, ahora tienen un gobierno sandinista, pero elegido en las urnas... No es una dictadura y tiene una economía completamente capitalista. 
P. También hay quien teme lo contrario: que Cuba se convierta en Puerto Rico. O, sin ir tan lejos, en un país caribeño totalmente dependiente de EEUU como por ejemplo Bahamas.
R. Obviamente también es una posibilidad y de hecho Cuba ha estado en esa situación antes, pero creo que el legado de Castro es muy fuerte también y que los cubanos van a ser muy conscientes de lo que significa su grado de dependencia de EEUU. Están en una situación muy distinta a la que estaban cuando se independizaron de España.
España tiene ahora un rival que no tenía antes y EEUU es una economía muchas veces más grandes que la de España
P. Aunque en este proceso no parece haber tenido mucho protagonismo, España sigue siendo  parte de la ecuación en Cuba. ¿Los intereses diplomáticos y económicos de España se resentirán con la vuelta de los americanos a la isla? 
R. Obviamente España tiene ahora un rival que no tenía antes y EEUU es una economía muchas veces más grandes que la de España. Pero, por otra parte, España ha demostrado que sabe actuar en América Latina, aunque no siempre sea una historia feliz. Lo primero que diría a las empresas de EEUU es que pueden aprender mucho del ejemplo español para hacer negocios en Cuba. Por otra parte, los intereses de España ya están enraizados en Cuba y tampoco se puede pensar que lo que gana EEUU lo va a perder España. Por ejemplo, si hay una reactivación de la economía cubana eso favorece a todos, también a las empresas españolas allí.
P. ¿Cree que definitivamente ha acabado la época de las sanciones, que el camino es ya recto hacia el fin total del embargo y hacia la normalización completa del comercio?
R. Como sabes, eso depende del Congreso y hay que ver que pasa con el nuevo Congreso que toma posesión en enero. Los temas de diplomacia los lleva el Senado y en enero se forma ya la mayoría republicana en esa cámara. Ellos, en general, son más duros con gobiernos comunistas y con Cuba. Pero, al mismo tiempo, son más cercanos al comercio y hace décadas que las grandes empresas está haciendo lobby para poder actuar más en la isla. Es, si lo piensas, la última frontera dentro de la región donde poder desembarcar y hacer negocios. Así que creo que va a haber una lucha en el Partido Republicano de nuevo, entre recalcitrantes conservadores y los más moderados, los más partidarios de hacer negocios. Pero, claro, a nivel diplomático lo que anunció ayer Obama ya no tiene marcha atrás. 
P. Hemos hablado antes de las experiencias de China, Vietnam y Puerto Rico. Pero si hay un miedo entre la élite cubana, y entre muchos ciudadanos cubanos, es a acabar como Rusia. ¿Está preparada Cuba para abrazar el capitalismo de golpe?
R. Es sin duda como para preocuparse porque hay dos generaciones que nunca han conocido nada más allá del comunismo. Lo que ha mostrado el caso de la URSS y de muchos países de Europa Oriental es que cuando cayó el comunismo las instituciones se mostraron muy débiles y se produjo un capitalismo de pillaje que destruyó la economía. Para el contexto social cubano, basado en modelos soviéticos y comunistas, es un peligro muy grande. Pero esto es algo lejano en este momento porque, por ahora, sigue en el poder el gobierno comunista y mientras estén ahí no van a permitir que ocurra nada así. Sólo se podría abrir este escenario si hay una revolución democrática, pero eso no parece estar en el futuro próximo, aunque quién sabe.
Es un potencial peligro que pase como en Rusia, donde las estructuras dirigentes hoy están heredadas de la etapa comunista
P. Me ha recordado a la metáfora que se suele utilizar sobre el tigre que nace en el zoo y cuando es adulto lo sueltan en la jungla. No sabe cazar y las pasa canutas. ¿Les pasará eso a los cubanos si despiertan en un país capitalista pronto?
R. Creo que sí y creo que los viejos apparatchik comunistas se pueden convertir en los nuevos popes y aprovecharse, sobre todo a nivel local. Es un potencial peligro que pase como en Rusia, donde existen dos nuevas estructuras dominantes heredadas de la etapa comunista. La primera de ellas tiene más dificultades de cobrar forma en Cuba porque allí no existen esos grandes conglomerados y empresas industriales que se derrumbaron y fueron vampirizadas por unos pocos oligarcas. Pero si existen en las regiones dirigentes comunistas que se podrían reinventar como nuevos caudillos. En la URSS ocurrió especialmente en ex-repúblicas soviéticas como Bielorrusia, Kazajistán, etcétera, donde dominan elites que ya no son comunistas pero que son los mismos y tienen las mismas tendencias e instintos hacia represión y el control político total. 

P. La Casa Blanca tiene grandes expectativas en la posibilidad de que Cuba se llene de estadounidenses de visita que lleven el cambio en su mochila. Pero a veces se olvida que hace ya muchos años que a Cuba viajan europeos y latinoamericanos procedentes de países democráticos...
R. El gobierno comunista va a hacer todo lo posible para mantener el control sobre todos los visitantes y no creo que cambien demasiado la estructura de eso, porque no le conviene. Si empiezan a llegar estadounidenses, por la proximidad, van a llegar realmente muchos. El asunto es cuánto el gobierno cubano y el gobierno estadounidense van a permitir que la gente vaya de vacaciones a Cuba y se vuelva a convertir en un lugar de atracción turística para americanos. Si los estadounidenses pueden volver a entrar en Cuba sin ninguna restricción sí me parece probable que esto traiga cambios en la isla, por un tema de cantidad como poco.
P. ¿Sacar a Cuba de la lista de países terroristas es algo realmente importante o es meramente simbólico? Es decir ¿le cambia la vida a un país o a un gobierno estar o no estar en esa lista?
R. Para los cubanos-americanos de Miami es algo muy significativo porque es verdad que la Inteligencia de Cuba ha sido muy efectiva y ha causado la muerte de mucha gente. Yo no creo que sean terroristas en sí, aunque los cubanos-americanos dirían que sí lo son. Sacarlos de esa lista a mi me parece muy simbólico, una muestra de que los tiempos han cambiado y también de que la definición de terrorismo ha cambiado. Cuba ya no forma parte de ese renglón porque en realidad nunca se ha ocupado de terrorismo como lo entendemos hoy, sino de un combate guerrillero, e incluso su apoyo a la FARC en Colombia parece que se está acabando también. 
Si los estadounidenses pueden volver a entrar en Cuba sin ninguna restricción, sí me parece probable que esto traiga cambios en la isla

P. ¿Cree que el proceso de paz en Colombia y el deshielo en Cuba son parte de lo mismo?R. Parte de lo que está pasando en Colombia sí creo que tiene que ver con los movimientos de ajedrez que están ocurriendo en Cuba, ya que se están moviendo muchas piezas. Sólo con el tiempo veremos si ambas cosas estaban relacionadas, pero yo pienso que sí. 
P. La Casa Blanca ya ha admitido que no se puede descartar un viaje de Obama a Cuba. ¿Ve a Obama en guayabera en La Habana o será ya el próximo presidente, Jeb Bush, Hillary Clinton...? 
R. Probablemente Hillary, pero no sé como le va a quedar a ella la guayabera. No se sabe, pero a lo que deberíamos estar atentos es a lo que ocurra en Panamá (cumbre de las Américas, abril de 2015). Allí veremos como se llevan Raúl Castro, si sigue vivo, y el presidente Obama. Puede que salga de ahí una invitación para visitar la isla, o puede que Obama invite al Comandante a visitar Washington. La otra posibilidad es que el Papa Francisco también trate de mediar para conseguir esa visita. Quién sabe, ¡es que esto acaba de empezar!

FUENTE: http://www.elconfidencial.com/mundo/2014-12-19/el-deshielo-eeuu-cuba-es-la-primera-consecuencia-de-la-caida-del-petroleo_596248/


OTROS SIMILARES

“Cuba doblegó a EE.UU.” ?

21 de dic 2014
Desde hace varios años Estados Unidos viene aplicando una técnica que le permite optimizar la extracción de petróleo del subsuelo, hecho que se ha convertido en un factor desequilibrante a nivel internacional cuyas consecuencias la estamos observando en la actualidad. Se denomina “fracking” y consiste en la perforación vertical y luego, a gran profundidad, proseguirlo de manera horizontal, aplicando fuertes presiones de agua y otros elementos, con lo cual consiguen “exprimir” las piedras para conseguir abundante crudo y de buena calidad. 

Gracias a la generalización de esta técnica, pese a los serios cuestionamientos por los daños ecológicos que puede ocasionar, Estados Unidos viene reduciendo drásticamente sus importaciones de barriles de petróleo y en pocos años podrá autoabastecerse e incluso exportar una gran cantidad de este preciado producto. El hecho no sería de tamaña trascendencia internacional si no fuera porque actualmente los Estados Unidos consumen cerca del 20% del crudo producido mundialmente y, a pesar de todo, este año siguió siendo el primer importador de petróleo en el ranking internacional.
Para dimensionar lo que está dejando este proceso basta con mirar las cifras: Entre setiembre de 2006 y julio de 2014 el país norteamericano ha reducido sus compras de barriles en un 63%, y se estima que para el 2017 superará a Arabia Saudita y Rusia como productor mundial de petróleo, según las informaciones de portales internacionales especializados en el tema.
De acuerdo a las estadísticas, los mayores proveedores de crudo de los Estados Unidos son Canadá, Arabia Saudí, México y Venezuela. Una sencilla explicación de por qué, más allá de las rimbombantes declaraciones de en contra del “Imperio”, Nicolás Maduro sigue manteniendo una fluida relación comercial con su “enemigo”. Y razones suficientes existen, teniendo en cuenta que un elevadísimo porcentaje de los ingresos del Estado venezolano provienen de la venta de barriles de crudo.
La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) produce aproximadamente un tercio del crudo mundial y es uno de los grandes jugadores a la hora de la fijación de la cotización internacional del producto. Las informaciones divulgadas recientemente indican que Estados Unidos ha reducido sus compras a este cartel en un 40% en los últimos años, dejándolo a niveles de 1985, es decir, a casi 30 años atrás.
La crisis que se vive actualmente con el precio del petróleo, que en un año ha caído más del 50% y cuyo motivo fundamental es lo señalado antes, está generando un terremoto, no solo económico, sino también político. Venezuela es el sostén de Cuba gracias a la financiación y a la venta de petróleo a poco más de 22 dólares, cuando el mercado hoy lo fija entre 55 y 60 dólares por barril, según los datos publicados en medios internacionales. Se estima que el auxilio venezolano a Cuba es de varios miles de millones de dólares anuales. Con un precio del petróleo en caída libre se reducen drásticamente los ingresos de un Estado venezolano en grave crisis, lo cual debilita la posibilidad de seguir “chorreando” dinero a la isla. Cuba necesita urgentemente un nuevo financista.
Quizás esto explique de alguna manera el anuncio que sacudió la semana pasada al mundo referente al restablecimiento de las relaciones entre los Estados Unidos y Cuba. Más allá de los aplausos de sectores de izquierda de nuestro país que calificaron esto como la “victoria del pueblo cubano” , la realidad que se impone es otra. Ni bien se conoció la noticia, el presidente de Bolivia, Evo Morales, afirmó que Cuba doblegó a los Estados Unidos gracias a la perseverancia y a la unidad del pueblo y que el país del norte se vio obligado a ceder ante el aislamiento al que fue sometido por el mundo. Ese mismo día, una página siguiente en el mismo diario publicaba que el presidente de Rusia, Vladímir Putin, acusaba a Occidente, y a Estados Unidos como cabeza, de querer al “oso ruso” como “trofeo de caza”. Rusia se encuentra inmersa en una profunda crisis económica, con fuerte devaluación de su moneda e inflación, causadas por el desplome del petróleo y las sanciones económicas que le fueron aplicadas por su injerencia en Ucrania. ¿Alguien puede tener dudas de quién está doblegando a quién en este escenario internacional?
rsosa@abc.com.py
FUENTE: http://www.abc.com.py/edicion-impresa/opinion/cuba-doblego-a-eeuu-1318559.html


OTROS SIMILARES

A la búsqueda de un nuevo enemigo

Pese a las ayudas soviéticas y el petróleo venezolano, el castrismo no supo construir un socialismo próspero y sostenible. Tapó su fracaso con la retórica de la guerra contra EEUU. Ahora tendrá que inventar otro rival

http://elpais.com/elpais/2014/12/19/opinion/1419013622_643090.html

domingo, 24 de agosto de 2014

LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN YA NO SON EL "CUARTO PODER"

Marcelo Colussi (especial para ARGENPRESS.info)

Los medios de comunicación y su influencia en la vida cotidiana.
De acuerdo a nuestra tradición occidental la realidad es una, dada desde siempre, puesta ahí en forma indubitable a la espera que el ser humano se contacte con ella. La realidad, en definitiva, existe independientemente del sujeto que se relaciona con ella. En ese marco, la verdad, siguiendo las enseñanzas aristotélicas y los teólogos medievales, es la “adecuación del sujeto que conoce con la cosa conocida”. La cosa, la realidad, está siempre ahí a la espera que el sujeto se dirija a ella para aprehenderla, para conocerla a través de sus sentidos y la razón. Esa fue la idea dominante por dos milenios en nuestra tradición cultural, y es la concepción que sigue prevaleciendo en el sentido común. El peso está puesto en la realidad objetiva.

En el Renacimiento, con el cambio de paradigmas que comienza a tener lugar en ese momento histórico de la humanidad, la noción de la realidad va variando. Con el mundo moderno que se empieza a construir a partir del nuevo ideal de ciencia copernicana, la realidad va a pasar ser “construcción”, es decir: producto de la forma en que el sujeto se relaciona con la cosa. La realidad deja de ser una, única, inobjetable. Llegados a nuestros días con un pensamiento cada vez más centrado en el sujeto, interesa fundamentalmente el proceso de “construcción” de esa realidad. Los datos de las distintas ciencias sociales y de una epistemología que rompe vínculos con la tradición aristotélica ponen el énfasis en la relatividad de la realidad: la misma pasa a ser entendida como construcción histórica, por tanto cambiante, variada, siempre relativa. El peso, ahora, está puesto en el sujeto y en las relaciones que establece con la cosa. Así como una botella está medio vacía o medio llena, según el punto de vista, así comienza a entenderse esta nueva visión de la realidad. La verdad deja de ser un absoluto.

Todo esto nos sirve para entender que la realidad de la que queremos hablar en términos político-sociales es una realidad “construida”, no absoluta, no terminada. Lo político, en tanto la esfera donde se juegan las relaciones de poder entre grupos humanos, no es una realidad dada de antemano, única e indubitable. Esa realidad política es producto de una historia, y por tanto, es cambiante, dinámica, en perpetuo movimiento. En esa construcción, más allá de la bienintencionada idea de paz y rechazo de la violencia, el conflicto juega un papel determinante. La historia, la realidad política en definitiva, es producto de una conflictividad estructural. La realidad política tiene que ver con el juego de los poderes que se van estableciendo, los cuales están en continuo cambio. La forma en que percibimos esa realidad no es nunca ni ingenua ni neutra. Lo que sabemos de esa realidad política -que es una realidad social, por tanto determinada por factores sociales, económicos en principio, así como culturales en sentido amplio- es siempre una construcción hecha desde el ejercicio de poderes. Lo que pensamos, sabemos, decimos de esa realidad, es lo que quien detenta la mayor cuota de poder social piensa.

El pensamiento político es el reflejo de las luchas de poder que estructuran toda sociedad, y que le dan su dinámica. Este pensar, en general, ha sido patrimonio de un pequeño grupo de pensadores -en general plegados a los poderes dominantes- que piensan, organizan y dan forma a lo que luego las grandes mayorías repiten. En relación a esto, algo inédito en la historia y que viene marcando una tendencia cultural ya desde inicios del siglo XX es el papel que juegan los modernos medios masivos de comunicación. Lo que la gran mayoría piensa, o más correctamente repite en términos políticos-ideológicos, cada vez más proviene de esos medios comunicacionales: prensa escrita primero, luego radio, después la televisión con una fuerza arrolladora, actualmente toda la diversidad de medios audiovisuales: internet, videojuegos. Estos llamados “mass-media” han ido creciendo hasta convertirse en una especie de nuevo medio ambiente creando una inversión que hace que para muchas personas ya no haya otra realidad relevante que la que esos medios producen.

Según una publicación de la empresa encuestadora Gallup, estadounidense y para nada sospechosa de pensamiento crítico con ideología de izquierda, el 85% de lo que un adulto urbano término medio “sabe” hoy día de su realidad política proviene de esos medios masivos de comunicación, de la televisión ante todo. Es ya sabido, es una frase hecha -pero no por ello menos importante- aquello de “si no está en la televisión no existe”.

Esa es nuestra realidad política actual: los medios de comunicación, tradicionalmente el “cuarto poder”, han subido drásticamente de categoría. Hoy día son uno de los factores del poder mismo, construyendo la realidad político-ideológica a escala planetaria. Muy buena parte de nuestras apreciaciones sobre esa realidad son los productos prefabricados que esas usinas culturales elaboran, cada vez con mayor sutileza, con mayor esmero.

La evolución de los medios de comunicación ha estado siempre asociada a las distintas revoluciones tecnológicas, así la imprenta precedió al motor de vapor, la radio a la televisión, el ferrocarril a los automóviles, el telégrafo al teléfono, etc. De igual forma la expresión oral precedió a los manuscritos mediante el pergamino que podía mostrar texto y miniaturas ilustradas. Primero se transmitían sonidos, luego sonidos e imágenes. Hasta llegar al nuevo medio de transmisión de información, a saber: internet. Ha sido un medio que empezó transmitiendo sólo texto, luego imágenes, sonido, hasta llegar al lugar que ocupa en la actualidad.

La televisión: un ejemplo de “diosa todopoderosa” en la comunicación

Para entender este poder que detentan los medios, nos vamos a permitir hacer un pequeño recorrido por el medio de comunicación que más ha impactado a escala global en la población: la televisión. Sin dudas, ella es uno de los inventos que más ha influido en la historia de la humanidad. Su importancia es tremendamente grande, dado que influye en los cimientos mismos de la civilización: es la expresión máxima de los medios masivos de comunicación, por tanto es parte medular de la cultura, de esta sociedad que llamamos ahora “sociedad de la información y la comunicación”. Lo es, de hecho, en forma cada vez más omnipresente, más avasallante. Sin temor a equivocarnos podemos decir que el siglo XXI será el siglo de la cultura de la imagen, de la pantalla, cultura que ya se entronizó en las pasadas décadas del siglo XX y que, tal como se ven las cosas, parece afianzarse cada vez con más fuerza sin posibilidad de retroceso. El “¡no piense, mire la pantalla!” parece haber llegado para quedarse. Hoy día esa pantalla ya no es sólo la televisión; ahí tenemos también la de los teléfonos celulares, la de las agendas electrónicas, las sofisticaciones de plasma líquido que nos invitan por todas partes a quedar anonadados. En definitiva: la imagen nos va envolviendo cada vez más siguiendo el modelo televisivo.

Cuando la televisión se masificó se inició también el debate sobre si, por fin, este medio encarnaría el sueño de educación al alcance de toda la población, información veraz y objetiva sobre la realidad mundial, cultura para todos, programas de debate, aporte a las ciencias y a las artes. Pero ya con varias décadas de desarrollo parece que ninguno de estos ideales se ha realizado (quizá a través de ningún medio sucedió, pero con la televisión menos aún).

A medida que pasa el tiempo la televisión es más criticada pero, al mismo tiempo, más consumida. Prácticamente desde su aparición misma no fue un medio informativo y educativo sino que se constituyó en objeto de entretenimiento para terminar siendo el centro de todo hogar moderno. De la misma manera en que no se piensa dos veces si se compra una cocina o una cama cuando una pareja de recién casados estrena residencia o cuando un joven se independiza, tampoco se puede dejar de pensar en comprar un televisor. Hoy día, incluso, en los hogares de clase media ya es “obligado” más de un aparato. Este objeto se ha convertido en una parte esencial de la vida de todos los seres humanos, ricos y pobres, urbanos o rurales, varones o mujeres, jóvenes o adultos. Se calcula que actualmente están funcionando no menos de 2,000 millones de aparatos televisivos, y la tendencia es seguir creciendo.

La televisión construye un mundo virtual muy especial. La fuerza de las imágenes hace que a menudo reciban un estatus de realidad superior a la realidad misma. En las modernas sociedades masificadas, aglomerándose enormes cantidades de seres humanos pero estando paradójicamente muy separados unos de otros dados los patrones de individualismo y consumismo hedonista que la sociedad actual ha impuesto -“es más fácil para la mayor parte de la gente encontrar un dinosaurio que un vecino”, dijo sarcásticamente Alain Touraine (1)-, al mirar todas esas personas las mismas imágenes en forma simultánea, la televisión consigue ser el referente más potente de validación y estandarización de la realidad. El punto de partida para entender esto es la dificultad que el sistema nervioso en su conjunto tiene para distinguir las imágenes de la realidad de las imágenes virtuales o de representación de la realidad. Por eso lloramos viendo una película de ficción o nos emocionamos con los anuncios de bebidas. El cerebro ha ido evolucionando en los organismos más complejos, incluida la especie humana, basándose en la credulidad de lo que ve. Todo el mundo sabe que añadir una imagen a una noticia cualquiera le confiere un carácter de más veracidad. Las informaciones icónicas producen en el cerebro la sensación de ser algo intrínsecamente creíble. A lo largo de la evolución no ha sido necesario desarrollar la capacidad de discriminar las imágenes virtuales de las reales, puesto que las primeras no existían o eran poco relevantes (espejismos, reflejos en el agua). La aparición de la realidad virtual cambió en muy buena medida la historia humana.

La memoria aún tiene más dificultades para distinguir la procedencia de las imágenes mentales que posee. ¿De dónde me viene la idea que tengo de la nieve viviendo en el trópico, de mi experiencia o de las películas que he visto? Y la idea de la Edad Media, ¿de mi imaginación, de los textos que he leído o de las imágenes que he visto? ¿Y la idea de un sindicalista? ¿La de los indígenas? ¿Y la de la guerra? ¿Cómo llegamos a los conceptos de los “buenos” y los “malos”? (los primeros, siempre blancos; los segundos: negros, indios, musulmanes). Es necesario insistir en esto: la televisión influye más sobre la humanidad que todo el arsenal nuclear. La televisión crea la realidad cultural en la que nos desenvolvemos, hoy día con más fuerza que la familia, las iglesias o la escuela formal.

La dificultad para distinguir entre imágenes reales y virtuales, junto con el aislamiento social y la cantidad de tiempo dedicado a ver la televisión (en promedio: dos horas diarias un adulto y cuatro horas y media un niño) borra las fronteras entre realidad y ficción e invierte el referente para conocer quiénes somos, cómo es la realidad y cuál es el mundo deseable. Por supuesto, a los círculos que detentan el poder esto les viene como anillo al dedo. Por eso, seguramente, se dio el crecimiento exponencial de la televisión como pocos, o como ningún otro avance científico del siglo XX. Y en esa línea se hallan todos los dispositivos audiovisuales; el internet ya se perfila como, sino que ya es, uno de los núcleos principales en torno al que se tejerá la vida para el siglo XXI.

Para mantener la atención, el negocio televisivo transforma todo lo que trata en espectáculo, en show, para decirlo en la lengua dominante. El discurso político, el conocimiento, el conflicto, el temor, la muerte, la guerra, el sexo, la destrucción pasan a ser fundamentalmente espectáculo, comedia, show farandulesco. El espectador es acostumbrado a ver el mundo sin actuar sobre él. Al separar la información de la ejecución, al contemplar un mundo mosaico en el que no se perciben las relaciones, se crea un estado de aturdimiento, indefensión y modorra en el que crece con facilidad la parálisis social. Como tecnología de implantación de imágenes en el sistema nervioso central, la televisión permite hablar directamente al interior de la subjetividad de millones de personas y depositar en ella imágenes (que difícilmente se pueden modificar) capaces de lograr que la gente haga lo que de otra manera nunca hubiera pensado hacer. (No olvidemos la ley de Galbraith (1958): “se publicita lo que no se necesita” (2)). ¿Cómo conseguir suprimir las numerosas maneras diferentes de comer que había en los distintos territorios y culturas y sustituirlas (en una tercera parte del planeta) por unas hamburguesas o un vaso de bebida gaseosa? Sólo una tecnología como la televisión es capaz de lograrlo con la eficacia mostrada en el escaso margen de pocas generaciones, cosas que no logró ninguna iglesia ni ningún partido político. Aunque la televisión se inventó en los años 20 del pasado siglo, se desarrolló como tecnología de implantación masiva de imágenes coincidiendo con el período de mayor bonanza y acumulación capitalista tras la segunda guerra mundial, liderada por la gran potencia hegemónica de ese entonces: Estados Unidos.

Hacia una cultura de la imagen

La cultura audiovisual que la televisión, y hoy día los otros medios digitales (videojuegos, internet), han ido creando una cultura donde se invierte la evolución de lo sensible a lo inteligible, alterando la relación entre entender y ver, distorsionando en buena medida la comprensión del mundo, dificultando la capacidad de abstracción, y por tanto, de actuar sobre la realidad. La humanidad no es “más tonta” desde que ve televisión, sin dudas; pero es más manejable, más manipulable. El primado de la imagen lo permite.

El video-dependiente término medio, de televisión o de las nuevas tecnologías que entronizan la imagen -es decir: cada vez más gente en el planeta- tiene menos sentido crítico que quien no depende casi exclusivamente de las imágenes como fuente de conocimiento, de quien lee y piensa reflexivamente, críticamente. Es mucho menor el esfuerzo de ver que el de leer. Consideremos cómo es dejarse llevar por imágenes: se suceden unas a otras, el orden está fijado, se trata fragmentariamente cada tema y no hay espacio para reflexionar (es decir: para darle vueltas al asunto, para examinar el contexto global en que se produce un acontecimiento, integrarlo con otros aspectos de la realidad con los que interactúa, darse el tiempo para pensar en futuras acciones en relación al material recibido por los sentidos). Pero de todos modos es incorrecto achacar nuestros males y esta cultura “light” del “no piense y mire pasivamente” al avance tecnológico. Las nuevas tecnologías modelan las problemáticas y perfilan cambios en la constitución subjetiva, sin dudas; sin embargo el poder de creación, de innovar, de formar y participar en los procesos de transformación social sigue siendo exclusivamente responsabilidad nuestra, y como siempre, el vínculo interpersonal es el factor determinante en el desarrollo y uso de las potenciales capacidades intelectuales. La tecnología nos condiciona, pero el proyecto antropológico de base (“político”, si preferimos decirlo de otro modo) es el que decide cómo y para qué se usa ella. En otros términos: la ciudadanía sigue siendo lo fundamental, más allá de la tecnología que se utilice.

Vale aclarar muy enfáticamente que la “culpa” de los males del mundo no es de la televisión ni de los medios de comunicación en general, de esta tendencia al consumo de imágenes, de los medios digitales (televisión y toda la parafernalia que le sigue, el internet, la pantalla de los teléfonos celulares inteligentes y de los medios que podrán venir en un futuro en esta línea). También ellos, como instrumentos de enorme penetración, pueden servir para otros fines: para ampliar nuestro conocimiento, para mejorar nuestra condición. También la televisión, o los medios de comunicación en general, pueden ser un arma liberadora. De todos modos, las experiencias conocidas hasta la fecha abren algunos interrogantes.

Esto nos lleva a replantear la cultura de la imagen que está en la base de toda esta proliferación de medios masivos que cada vez van imponiéndose más. Como dijo Zbigniew Brzezinsky (1968) (3): “En la sociedad actual el rumbo lo marca la suma de apoyo individual de millones de ciudadanos incoordinados que caen fácilmente en el radio de acción de personalidades magnéticas y atractivas, quienes explotan de modo efectivo las técnicas más eficientes para manipular las emociones y controlar la razón”. En otros términos: los medios de comunicación al servicio de los proyectos dominantes, de los poderes fácticos.

La humanidad no es más tonta desde que ve televisión, se decía más arriba, pues el núcleo del problema no está en el consumidor sino el productor. Lo que se busca enfatizar ahora es que ese productor de imágenes es cada vez más también un gran poder político. En los años 60 del pasado siglo el padre de la semiótica, el italiano Umberto Eco, decía que “quien detente los medios de comunicación detentará el poder” (4). Evidentemente, viendo cómo marchan las cosas actualmente, no se equivocaba.

Vale la pena aquí recordar lo dicho por el nazi Joseph Goebbels, padre de la manipulación mediática moderna: “¿A quién debe dirigirse la propaganda: a los intelectuales o a la masa menos instruida? ¡Debe dirigirse siempre y únicamente a la masa! (...) Toda propaganda debe ser popular y situar su nivel en el límite de las facultades de asimilación del más corto de alcances de entre aquellos a quienes se dirige [¿niño de seis años?]. (…) La facultad de asimilación de la masa es muy restringida, su entendimiento limitado; por el contrario, su falta de memoria es muy grande. Por lo tanto, toda propaganda eficaz debe limitarse a algunos puntos fuertes poco numerosos, e imponerlos a fuerza de fórmulas repetidas por tanto tiempo como sea necesario, para que el último de los oyentes sea también capaz de captar la idea”. (5)

No hay ninguna duda que la inmediatez y unidireccionalidad de los mensajes audiovisuales, de los que la televisión es el principal exponente, junto al cine, la foto, el internet o los videojuegos, generó una cultura de la imagen que hoy pareciera muy difícil, si no imposible, revertir. En la dinámica humana la conducta reiteradamente repetida termina creando hábito (“algunos puntos fuertes poco numerosos se imponen a fuerza de fórmulas repetidas” enseñaba el ministro de Propaganda del Tercer Reich. Igual que la intuición de Eco, tenía razón). La cultura de la imagen que hace años viene repitiéndose con fuerza creciente ya creó un hábito en todas las capas sociales en estas últimas generaciones, y hoy por hoy pareciera imposible desarmarla. Pero en esa cultura anida un límite intrínseco, quizá imposible de ser franqueado: no importa el tipo de programa televisivo que se presente, siempre el mirar la pantalla no permite una actitud crítica como sí posibilita, por ejemplo, la lectura. De todos modos, esa cultura de la imagen no parece que vaya a desaparecer. Por el contrario, llegó para quedarse, y ya ha formado un nuevo sujeto, que será con el que habrá que contar de aquí en más.

La actual cultura mediática (audiovisual en lo fundamental) es la que cada vez más viene condicionando el pensamiento político. Por eso el comunicador social tiene una cuota de poder tan importante en sus manos: sépalo o no, es un vehículo de capital influencia por el que se va creando la ciudadanía, la opinión pública, la ideología. “Pensamos” política e ideológicamente en términos pasivos lo que el “espectáculo mediático” nos presenta, sin mayores cuestionamientos: que “los musulmanes son todos unos fanáticos terroristas”, que “los narcotraficantes constituyen el nuevo demonio que mueve la política en nuestros narco-Estados latinoamericanos”, que “las “temibles” maras son el principal problema de Centroamérica”, que “Osama Bin Laden manejaba buena parte del mundo desde una tenebrosa cueva en las montañas de Afganistán”, que estamos mal porque “los políticos corruptos se roban todo”. Y también, sin formulaciones críticas al respecto, que “la democracia” es un bien en sí mismo, que los países exitosos son tales porque han abrazado la democracia. Nuestro pensamiento, recordémoslo una vez más, muchas veces se moldea por poderes hegemónicos que imponen “lo que se debe pensar”. En el ámbito académico eso es descarnadamente cierto también, aunque debería ser el lugar de la crítica por excelencia. La cultura de la imagen lo barre todo: el “copia y pega” pareciera haber llegado para quedarse. ¿Y no son sino eso los noticieros que nos llenan la cabeza de “información”: copia de lo que se muestra en las pantallas de los dispositivos digitales y repetición acrítica?

El actual mundo globalizado, la “aldea global” como se le ha dado en llamar (McLuhan), en forma creciente es regido por un pensamiento único, en muy buena medida vehiculizado por los medios masivos de comunicación, y en especial los audiovisuales. En términos políticos -o dicho de otro modo: en términos de ciudadanía- esa globalización viene a uniformar puntos de vista, a tener parámetros universalmente compartidos. Ahora bien: si se habla de “globalización” debe entenderse bien de qué se trata.

Retos actuales ante el nuevo escenario de la comunicación digital y global

Se entiende por “globalización” el proceso económico, político y sociocultural que está teniendo lugar actualmente a nivel mundial por el que cada vez existe una mayor interrelación económica entre todos los rincones del planeta, por alejados que estén, gracias a estas tecnologías que han borrado prácticamente las distancias permitiendo comunicaciones en tiempo real, siempre bajo el control de grandes corporaciones multinacionales. En realidad, la globalización propiamente dicha comienza con la expansión del naciente capitalismo de Europa cuando sale a “conquistar” el mundo, allá por inicios del siglo XVI. Ahí verdaderamente comienza a hacerse global, mundial, planetario en sentido estricto, todo el sistema económico, y por tanto, su impronta político-cultural. Conquistadores europeos, con mano de obra esclava africana, sojuzgan a pueblos americanos, sentando las bases para una homogenización de toda la “aldea global”. Pero es recién ahora, con el final de la Guerra Fría, que el sistema capitalista puede sentirse abiertamente triunfador y dueño de toda la escena mundial. Ahora es cuando puede decirse que la globalización triunfó.

Esa globalización que se vive actualmente (económica, política y cultural) es el caldo de cultivo donde las nuevas tecnologías de la información y la comunicación son el sistema circulatorio que la sostiene, haciendo parte vital de la nueva economía global centrada básicamente en la comunicación virtual, en la inteligencia artificial y en el conocimiento como principal recurso, todo lo cual permite el nuevo capitalismo financiero, hiper concentrado en poquísimas manos, superando a los Estado-nación modernos.

Las nuevas tecnologías digitales, más allá de la explosión con que han entrado en escena y su consumo masivo siempre creciente, no benefician por igual a todos los sectores. “En América Latina la presencia o el desarrollo de una SIC [sociedad de la información y la comunicación] está más ligada a la consolidación de grandes consorcios multinacionales del audiovisual que a la incorporación de la convergencia a los procesos productivos. Esto último se ha polarizado en un sector capaz de desmaterializar la economía, en tanto que sobrevive otro gran sector que permanece al margen de los cambios tecnológicos y continúa trabajando dentro de un esquema de producción clásico, ayudado de herramientas que también podríamos definir como clásicas. En nuestros países sólo un sector de la población (muy probablemente el que acumula el consumo tecnológico de distintas generaciones), es la que se ha incorporado efectivamente al proceso de producción ligado a la información y el conocimiento”. (6)

La repetida insistencia en relación a las maravillas de las nuevas tecnologías digitales de la información y la comunicación, en realidad puede tener mucho de espejismo manipulado desde los grandes centros de poder que se benefician de ellas, de su comercialización y de su uso como mecanismo de control a escala planetaria. El hecho de que en cierta forma la utilización de las tecnologías de la información y la comunicación pueda facilitar las cosas en ciertos aspectos para las grandes mayorías, no es efectivo si no se terminan con los problemas estructurales, con las brechas sociales enormes que siguen siendo el paisaje cotidiano: el hambre, la exclusión crónica, el analfabetismo, las enfermedades curables, el racismo. Pese a este portento de las tecnologías de la inteligencia artificial, el hambre sigue siendo uno de los principales problemas del mundo. ¡Siglo de la hiper tecnología… y nos seguimos muriendo a causa del hambre! Simplemente bochornoso.

No está demostrado que por el hecho de utilizar alguna de las nuevas tecnologías digitales se elimine automáticamente la exclusión social o se termine con la pobreza crónica. De todos modos, sabiendo que estas herramientas encierran un enorme potencial, es válido pensar que no disponer de ellas propicia la exclusión, o la puede profundizar. Visto que la red de redes, el internet, es la suma más enorme nunca antes vista de información que pone al servicio de la humanidad toda una potente herramienta de comunicación, no acceder a él crea desde ya una desventaja comparativa con quien sí puede acceder. De todos modos, el desarrollo propiamente dicho, el aprovechamiento efectivo de las potencialidades que abren las nuevas tecnologías comunicacionales, no se da por el sólo hecho de disponer de una computadora, de hacer uso de las redes sociales o de un teléfono celular de última generación, o de una consola de videojuegos, tan a la moda hoy día. Los videojuegos, valga agregar, que cada vez comienzan a ser jugados desde las más tempranas edades (2 o 3 años), bastante poco amigables para los adultos -los que no han crecido en esta cultura cibernética- funcionan como “verdaderas propedéuticas informales para el acercamiento amistoso y lúdico a los aparatos electrónicos. […] Ese tiempo invertido los acerca sin reparos mayores a la manipulación de aparatos de tecnología digital” (7). Después de varios años de “acostumbramiento”, ya desde niños, los jóvenes encuentran como algo absolutamente natural, y más aún: imprescindible, el mundo de las tecnologías de la información y la comunicación. El consumismo está ya puesto en marcha, y la obsolescencia programada hará que cada cierto tiempo haya que reemplazar el equipo en cuestión. Obviamente todos estos aparatos podrán ser “bonitos”, pero no dejan de ser instrumentos, útiles, herramientas. La diferencia fundamental no la hacen los instrumentos, sino los sujetos que los utilizan.

Lo que sí hace la diferencia es la capacidad que una población pueda tener para aprovechar creativamente estas nuevas formas culturales. Si el internet “ha transformado la vida”, como tan insistentemente dice cierto pensamiento dominante (desde una perspectiva más mercadológica que crítica, terminando por constituirse en “mito”, en manipulación mediática), ello permite descubrir el porqué de esa tenaz repetición: está claro que alimenta muy generosamente a quienes lucran con su comercialización.

En realidad, con el comercio expandido por todo el orbe nació la globalización. Hoy asistimos a su entronización cultural, basada en muy buena medida en tecnologías que unen el mundo a velocidades vertiginosas, pero como se dijo en alguna ocasión: la globalización comenzó la madrugada del 12 de octubre de 1492, cuando Rodrigo de Triana pronunció su grito de ¡tierra!

Entre los íconos de esta globalización se inscribe también el mercado como punto máximo del desarrollo y “la democracia” como expresión superior de la organización política. Los medios masivos de comunicación, cada vez más globalizados y concentrados, juegan un papel clave en la expansión de este fenómeno y de sus mitos. Hoy día, la ciudadanía (ciudadanía global, ciertamente) es moldeada cada vez más por ellos.

Ese proceso de homogenización político-cultural y el papel que en él pueden jugar los medios masivos de comunicación, se perfilaba ya algunas décadas atrás; así, por ejemplo, el Informe McBride de UNESCO del año 1980 lo expresaba explícitamente: “La industria de la comunicación está dominada por un número relativamente pequeño de empresas que engloban todos los aspectos de la producción y la distribución, las cuales están situadas en los principales países desarrollados y cuyas actividades son transnacionales. (…) Se deben adoptar medidas encaminadas a ampliar las fuentes de información que necesitan los ciudadanos en su vida cotidiana. Procede emprender un examen minucioso de las leyes y reglamentos vigentes para reducir las limitaciones, las cláusulas secretas y las restricciones de diversos tipos en las prácticas de información. (…) Con harta frecuencia se trata a los lectores, oyentes y los espectadores como si fueran receptores pasivos de información”. (8)

Sin dudas, el rol de los medios abre interrogantes sobre su aporte a la consolidación de la democracia genuina. Como dice Marcial Murciano: “El papel de árbitro que siempre ha mantenido el Estado en la moderna democracia se reduce y el mercado, ordenado ahora por los nuevos líderes empresariales, no asegura ninguno de los principios redistributivos que la democracia contemporánea debe asegurar al ciudadano que ahora debe situarse en un plano local y mundial al mismo tiempo. Probablemente más que en ningún otro período de nuestra historia reciente se hace necesario abrir un nuevo debate político-cultural sobre la posición de dominio y control de los actores económicos sobre el sistema de los medios, en el nuevo contexto de la democracia participativa y la globalización. Sin dudas son tiempos de nuevas exigencias para las políticas de comunicación democrática”. (9)

Más allá de todo el despliegue científico-técnico con que nos movemos como sociedad globalizada que entró en la modernidad -todos tenemos teléfono celular, el internet es un hecho, todos directa o indirectamente consumimos petróleo… ¿es eso el progreso?- en el ámbito ideológico-político seguimos apegados a mitos, a frases hechas, a estereotipos: ¿qué diferencia la creencia de cualquier mito popular (fantasmas, hadas mágicas, personajes mitológicos, etc.) de los mitos en torno a la democracia? Y los medios masivos de comunicación, en vez de ser críticos al respecto, los alimentan generosamente.

La ética del comunicador

Un comunicador social dispone de un acceso y poder de convocatoria sobre la población como no lo tienen otros profesionales. Quiera que no, es un formador de opinión, de ciudadanía. Hoy, con la importancia definitoria de los medios de comunicación en nuestras sociedades masificadas, es un agente vital en la reproducción de pautas socio-culturales. O, también, un agente fenomenal para el cambio de esas pautas.

Si bien es cierto que la actual cibercultura abre la posibilidad de una cierta liviandad, de un pensamiento icónico muchas veces nada reflexivo, también da la posibilidad de acceder a un cúmulo de información y a nuevas formas de procesar la misma como nunca antes se había dado, por lo que estamos allí ante un fabuloso reto.

La cultura digital que ha llegado con una fuerza avasalladora, sin precedentes, presenta un gran desafío: obviamente, en tanto tecnología, no es ni “buena” ni “mala”. Plantearlo en esos términos es sumamente reduccionista. Pero no se puede dejar de considerar cómo funciona, quién la maneja, qué papel juega para los grandes poderes globales como negocio y como mecanismo de control social. O también como contra-mensaje, como contra-poder. La posibilidad de construir ahí un espacio alternativo está servida. Se trata de ver cómo hacerlo.

No debe dejarse de tener en cuenta que se han abierto ciertos canales para una relativa democratización de la información. En cierto sentido, todos podemos dejar nuestra marca en la red de redes, decir, transmitir, denunciar, hacer evidentes ciertas cosas. Pero hay que cuidarse de no caer en la ilusión de creer que los cambios sociales son sólo cuestiones de modernización tecnológica. La tecnología, si no está al servicio de la causa del Ser Humano como especie, sigue siendo un mecanismo de dominación. La comunicación social y todo su creciente arsenal tecnológico deben servir para fomentar desarrollo genuino, para afianzar la democracia de base, para buscar el bienestar para todos, y no estar al servicio de ninguna opresión. Si no es así, se termina convirtiendo en cómplice (¡o en actora principal!) de la explotación. Es por eso que decíamos que los comunicadores ya no son el “cuarto poder”: constituyen uno de los principalísimos poderes dominantes del mundo.

Ahora bien: el comunicador social no es neutro; de hecho, desempeña un papel muy importante en la conformación de ciudadanía, y siempre está tomando partido, tiene una posición, está ubicado con los pies sobre la tierra. Es imposible pedir “objetividad” como generalidad, como un bien en sí mismo. “La objetividad no existe en ningún aspecto de la vida, ni del periodismo de ningún lugar del mundo. En tantos seres sociales formados por una historia, un contexto y una mirada del mundo particular, única e irrepetible, resulta imposible creer que puede haber una mirada objetiva sobre un hecho, acontecimiento o relato”, afirma Natalia Locco (10). En todo caso, siguiendo a Victoria Camps: “lo que el buen informador debe proponerse, no es tanto ser objetivo cuanto creíble” (11).

Ahí estriba el asunto crucial de su misión profesional: ser serio, ético, tener sentido crítico, saberse agente formador de las grandes multitudes a quien se dirige. El conocimiento técnico, por más excelente que sea, no es ninguna garantía de una buena práctica, de un buen ejercicio profesional. Para ello es imprescindible contar con un proyecto humano, social, político en su sentido más amplio.

En relación a lo anterior Ignacio Ramonet expresa: “En estos tiempos de globalización neoliberal, la información se ha convertido en uno de los problemas principales de la democracia (…) Se puede hacer un paralelismo con lo sucedido con la alimentación. Había escasez de alimentos -y sigue habiendo en algunos países-, luego la revolución agraria permitió producir en abundancia. Hoy sabemos que muchos de los alimentos son tóxicos, pueden envenenarnos (el caso de la "vaca loca" por ejemplo). Lo mismo sucede con la información; está contaminada. Hay que crear una ecología de la información para limpiarla, para que se respete la verdad, para mejorar la calidad informativa y así mejorar la calidad de la democracia”. (12)

Debe quedar claro que nadie tiene el poder absoluto para cambiar todo un entramado social o para impedir sus cambios en forma terminante. Las transformaciones, las mejoras en la calidad de vida, las mutaciones son procesos complejos, largos, muy arduos. Cada quien aporta su grano de arena al respecto. Quienes abrazan la profesión de comunicar tienen, sin duda, un privilegio especial: su accionar influye de un modo más profundo que otros en ese proceso. Por eso hay que tener muy claro los principios éticos con los que deben manejarse. Más allá de la imperiosa necesidad de trabajar para asegurar la propia subsistencia, la disyuntiva que se plantea es: ¿se trabaja para continuar con este sistema o para proponer otro?

Notas:
1) Touraine, A. La transformación de las metrópolis. Versión digital disponible en: http://www.carlosmanzano.net/articulos/Touraine02.htm
2) Galbraith, J. La sociedad opulenta. (2008). Barcelona: Editorial Ariel.
3) Zbigniew Brzezinsky, The Technetronic Society, en Encounter, Vol. XXX, No. 1 (enero de 1968).
4) Eco, U. (1968) Para una guerrilla semiológica. Artículo reproducido en el libro de Eco, La estrategia de la ilusión, Lumen/de la Flor, 1987. Barcelona.
5) Goebbels, J. En un artículo publicado el 30 de abril de 1928 en “Der Angriff”, órgano de prensa del Nacional Socialismo.
6) Crovi, Diana. “Sociedad de la información y el conocimiento. Entre el optimismo y la desesperanza”. UNAM. México, 2002.
7) Urresti, M. “Ciberculturas juveniles”. La Crujía Ediciones. Buenos Aires, 2008.
8) UNESCO. “Un solo mundo, voces múltiples. Comunicación e información en nuestro tiempo”. Fondo de Cultura Económica. México, 1993
9) Murciano M. (2005) Nuevos conglomerados mediáticos y libertad de expresión: grupos de comunicación, democracia y política de comunicación. En CICom: Comunicación, democracia y ciudadanía. Centro de Investigación en Comunicación, Escuela de Comunicación, Universidad de Puerto Rico. Puerto Rico.
10) Locco, N. En Sabina Finck: El dilema de la objetividad. Versión digital en: http://catedragauna.com.ar/el-dilema-de-la-objetividad/
11) Camps, V. En Rodríguez, B.: Una información libre es tan necesaria como el agua o el aire para los seres vivos. Versión digital en: http://www.barahonainformativo.com/2012/01/una-informacion-libre-es-tan-necesaria.html
12) Ramonet, I. Una reflexión sobre los medios y la democracia. Versión digital disponible en: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=118309

Bibliografía:
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- Brzezinsky, Z. (1968).The Technetronic Society, en Encounter, Vol. XXX, No. 1
- Centro Knight para el Periodismo en las Américas. (2009) “El impacto de las tecnologías digitales en el periodismo y la democracia en América Latina y el Caribe”. Austin, Texas Centro Knight.
- Crovi, D. (2002). “Sociedad de la información y el conocimiento. Entre el optimismo y la desesperanza”, en Revista mexicana de Ciencias Políticas y Sociales. México. Año XLV, N°. 185, mayo-agosto de 2002, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, UNAM.
- Del Pino, Julio; Duaso, A. y Martínez, R. (2001) “Prácticas de ocio, cambio cultural y nuevas tecnologías en la juventud española de fin de siglo”. Madrid. Opiniones y Actitudes N°. 37.
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- García Canclini, N. (1995) “Consumidores y ciudadanos. Conflictos multiculturales de la globalización”. México. Ed. Grijalbo.
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- Urresti, M. (2008) “Ciberculturas juveniles”. Buenos Aires. La Crujía Ediciones.
- Wolton, D. (2000) “¿Internet, y después? Una Teoría Crítica Sobre los Nuevos 'Media'”. Barcelona. Ed. Gedisa.

FUENTE: http://www.argenpress.info/2014/08/los-medios-de-comunicacion-ya-no-son-el.html
IMAGENhttps://www.google.com.pe/search?q=medios+de+comunicaci%C3%B3n&biw=1024&bih=564&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ei=tm_6U9XhN4bKsQTArILgBw&sqi=2&ved=0CAYQ_AUoAQ#facrc=_&imgdii=kWNYWRgQ23ILWM%3A%3B9sql7fTT7HBKhM%3BkWNYWRgQ23ILWM%3A&imgrc=kWNYWRgQ23ILWM%253A%3Be6FQMW6wBcFB4M%3Bhttp%253A%252F%252F1.bp.blogspot.com%252F_3ApLSZO21NA%252FTGiq3pSsLrI%252FAAAAAAAAABw%252FAUB7bu78Cd0%252Fs1600%252FTAREA%2525237%252BCOLLAGE%252BMEDIOS%252BDE%252BCOMUNICACI%2525C3%252593N.JPG%3Bhttp%253A%252F%252Ftecnologiaeducati.blogspot.com%252F2010%252F08%252Ftarea-7-collage-de-los-medios-de.html%3B1024%3B804