Los destructivos, irreversibles efectos ecológicos de la minería.
Adán Salgado Andrade (especial para ARGENPRESS.info)
Tomado de: http://www.argenpress.info/2013/05/los-destructivos-irreversibles-efectos.html
La actividad minera
se remonta a miles de años, desde que nuestros antepasados apreciaron ciertos
minerales, algunos sólo por sus cualidades de ornato, como el oro (en esos
tiempos, claro) o por utilidades específicas, como el hierro, empleado en la
hechura de utensilios domésticos o instrumentos de guerra. Y muy lejos quedaron
los tiempos en que para obtener oro, por ejemplo, bastaba con acercarse a
algunos ríos en cuyos no muy profundos cauces, se hallaban pepitas de ese
preciado, amarillento, relumbrante metal. Los absurdos mitos de que existían
ciudades totalmente hechas de oro, llevaron a ambiciosos, codiciosos
mercenarios, como los españoles, primero, a explorar los océanos, en busca de
nuevas tierras que materializaran tan descabelladas historias.
Pasado el tiempo,
en la materialista, depredadora época actual, metales justo como el oro, y
decenas de otros, crecen en su importancia, tanto por su valor, así como por su
utilidad. El oro no sólo se emplea para joyería o fuente de valor, en forma de
lingotes o monedas, sino que tiene varios usos industriales, como en la
electrónica, en donde es vital para la elaboración de tarjetas madre y
procesadores de computadoras. También se emplea en la odontología, para hacer
piezas o amalgamas (se había dejado de emplear, por los altos costos, pero de
nuevo crece su empleo, dado que es un metal inerte, o sea, no produce efectos
secundarios en el paciente). En medicina, se le emplea para combatir el cáncer
o la artritis reumatoide o también para realizar diagnósticos, mediante
isótopos de oro radioactivo o en aparatos que permiten la sobrevivencia del
paciente, como implantes. Otro campo que lo emplea bastante es el de la
aeronáutica, en donde la construcción de vehículos que puedan desplazarse sin
problemas sobre la superficie de Marte, por ejemplo, es vital, por lo que
partes esenciales de tales aparatos son hechas de oro o cubiertas con películas
auríferas, con tal de reducir al mínimo fricción y desgaste.
Ante tantos usos y,
claro, la cuestión de que en estos tiempos de profundas debacles económicas,
que ven en el almacenamiento del oro una fuente de atesoramiento y de, digamos,
salvavidas, cuando la economía no sólo de una persona, sino de un país entero
pudiera “aliviarse” vendiendo algo de sus reservas o posesiones de oro, el
precio de este codiciado metal ha ido en aumento, debido, sobre todo, a que su
extracción es cada vez más difícil e, igualmente, costosa (hay que agregar,
también, que últimamente, la especulación con metales como el oro, la plata o
incluso el cobre, ha contribuido a disparar sus precios, mediante los llamados
ETF’s, exchange traded funds, que son instrumentos “financieros” basados en la
posesión de metal que una firma especuladora tenga en ciento momento. Así, los
inversionistas que depositen su dinero en esa firma, ganarán más si ésta
aumenta sus reservas de oro, a la vez que suba el precio de éste, digamos.
Claro que el acaparamiento del metal, sólo para que suba su precio, es mera y
mezquina especulación. Es como si alguien comprara el pan hecho todos los días,
sólo para que subiera su precio, aunque no se lo comiera. Pero a estos extremos
se llega en el capitalismo salvaje, con tal de tener grandes ganancias).
Si antes, como
dije, bastaba con acercarse a los ríos a recoger pepitas de oro o cavar una
mina que contuviera tal metal, que afloraba a los pocos metros del tiro
perforado, con los siglos eso ya es prácticamente inexistente y para extraer el
poco oro que en tierra aún pueda existir, se ha creado desde hace años lo que
se conoce como “minas a cielo abierto” (open pit mining).
De hecho, lo mismo
está ocurriendo con muchos otros minerales o metales “estratégicos”, tales como
el mencionado oro, plata, cobre aluminio, molibdeno, cromo, manganeso, zinc,
níquel, platino, diamantes, coltan, entre otros. Hablando del coltan, este
mineral cada vez más escaso, es vital como aislante térmico en la industria
electrónica. Lamentablemente la mayor parte se extrae de una zona selvática
protegida existente en la república democrática del Congo, en donde viven los
últimos gorilas de montaña existentes en el planeta. Allí, explotados mineros
reciben sueldos de hambre por extraer el coltan y, debido a esos salarios de
hambre, cazan a los gorilas para comer, acelerando la extinción de éstos (1)
Así, las minas a
cielo abierto, conocidas como megaminas, por ser extensamente invasivas y
destructivas, han venido a ser la “solución”, como veremos.
No sólo porque con
la minería tradicional, de cavar un tiro, la extracción se vuelve más difícil y
costosa, sino porque con ésta no se podría extraer hasta, digamos, la última
molécula de oro, es que se ha optado por las megaminas. Pero también se tiende
ya a incursionar en los fondos marinos, que, se asegura, son aún más ricos en
minerales, que en tierra firme. Eso se está haciendo con la igualmente
destructiva en invasiva minería marina, que ya he tratado en otro artículo, y
que consiste en cavar y triturar los fondos oceánicos cercanos a apagadas
fumarolas marinas. Ese brutal método, crea una especie de smog marino que tarda
mucho tiempo en volver a sedimentarse, matando a cuanto ser vivo caiga en la
zona en que se disemina, debido a que congestiona sus sistemas respiratorios. Y
ese destructivo método también se ha aceptado muy complacientemente por las
mafias empresariales y gubernamentales (2).
Los minerales que
aún quedan en la tierra se extraen, como ya señalé, mediante las megaminas.
Éstas muy dañinas operaciones consisten en que, una vez probado que existe oro,
por ejemplo, en tal lugar, aunque sea de “muy baja ley”, se explotará. Y esto
de la “ley”, es un término que indicaría la cantidad que contendría un metro
cúbico de piedra triturada. Así, por ejemplo, si ese metro cúbico de piedra
triturada posee un gramo o menos de oro, se dice que es de “muy baja ley”. Cuando
ese metro cúbico contiene al menos una onza de oro, es decir, 31.1 gramos, se
dice que es de “buena ley”. Sin embargo, desde este indicador puede percibirse
el grado de desperdicio y destrucción que implica la megaminería, pues es
absurdo que para obtener un gramo o un décimo de gramo, en la “peor” de las
situaciones, se deba de extraer una tonelada de material pétreo, ¡absurdo!
Está claro,
entonces, que para expurgar ese gramo o gramos de oro, los métodos no son
convencionales ni ecoamigables, o sea, que no dañen el entorno. Sin embargo,
hay que aclarar que la extracción de oro, excepto por las pepitas en los ríos
de antaño, siempre ha sido contaminante, pues antes de las megaminas, en las
minas tradicionales, se empleaba mercurio para que se uniera al oro y
posteriormente aquél se separaba. El mercurio es un mineral muy tóxico para el
ambiente y perjudicial a la salud humana, que provoca daños al sistema
nervioso, renales, gastrointestinales y malformaciones durante el embarazo.
Pero la megaminería
no sólo envenena con sus procedimientos, sino que altera brutalmente la
ecología de los lugares en donde se realiza.
Una vez “limpiado”
el, sitio de toda forma de vegetación existente, básicamente el proceso
consiste en realizar, primero, la excavación masiva del lugar, empleando
explosivos, hechos con nitrato de amonio, combinado con aceite combustible
(ANFO). La excavación es similar a la que se hace cuando se van a explotar
materiales de construcción, como grava, por ejemplo, pero mucho más intensa. Se
van haciendo círculos concéntricos, a manera de bancos o escalones, comenzando
desde el centro, y conforme la excavación se va haciendo más profunda, se van
ampliando los escalones concéntricos, los cuales van agrandándose en diámetro
hasta alcanzar cientos de metros de extensión, llegando a kilómetros con el
tiempo. Se van haciendo taludes inclinados, no verticales, con tal de evitar
deslizamientos de tierra, que incluso se revisten de cemento y se va trazando
un camino, también revestido, para que por el circulen los enormes camiones,
conocidos aquí como yucles, capaces de cargar cada uno hasta 330 toneladas por
viaje. Llegan a ser tan enormes los cráteres resultantes, que pueden ser vistos
desde el espacio.
Y en el siguiente
video, pueden ver un ejemplo de tales megaminas: http://www.youtube.com/watch?v=S16q_x8TUo0.
Se refiere a la megamina Betze Post, ubicada en Nevada, Estados Unidos, de la
que se extraen cada año 90 millones de toneladas de roca, suficientes para
cubrir con casi 17 metros de espesor de material el Parque Central de Nueva
York).
El material
extraído se va apilando en terrenos contiguos al enorme cráter que día a día va
creciendo, en espera del siguiente paso. Justo por ese apilamiento, es que las
megaminas no sólo se apropian de las tierras en donde se perfora el invasivo
cráter, sino que también se absorben cientos de hectáreas aledañas, lo que
incrementa el daño ecológico de por sí provocado. Aquí en México, por ejemplo,
con las leyes tan laxas y las mafias en el poder tan corruptas que tenemos,
muchas megaminas practican el despojo de tierras de los ilusos campesinos a los
que engañan con sus “grandes proyectos”, a los que les compran o “rentan” sus
tierras por bicocas (cinco pesos por hectárea anualmente, por ejemplo), pero,
no sólo eso, sino que se apropian ilegalmente de más hectáreas.
Luego de que el
material pétreo se extrae, se tritura al máximo, hasta dejarlo casi como arena.
Después, se forman montículos que se rocían con agua mezclada con cianuro,
peligroso veneno muy dañino al medio ambiente y a la salud, que, incluso, está
prohibido su empleo en varios países, pero en donde sí se permite, las
megaminas se desentienden del brutal daño ecológico que ese veneno provoca.
Como señalé, una vez rociada el agua con cianuro, se va filtrando por las
arenosas pilas para unirse al oro que contengan, si lo hay, y se forma una
solución líquida de cianuro-oro, que se recolecta en la base de la pila
(lixiviación) y se bombea hacia un molino, en donde el oro y el cianuro son
separados químicamente. Sin embargo, ese proceso de filtración del cianuro
puede llevar meses, así que se provoca contaminación del medio ambiente, debido
a las vaporizaciones y a las filtraciones del cianuro. Y al decir “rociar”, es
que se emplean miles de litros de agua envenenada por pila, así que se podrá
imaginar el daño brutal que se deja en el medio ambiente. Y cada que una pila
se “exprime” del oro que contenga, se le agrega más tierra y se repite el
rociado, hasta que sea demasiado alta para seguirlo haciendo.
No terminan los
estragos ambientales allí, sino que las pilas que ya “no sirven”, o sea, que se
les extrajo hasta la última molécula de oro, se van desechando a cielo abierto,
pero como son millones de metros cúbicos de tierra contaminada con cianuro, se construyen
algo así como represas para contener tantos desechos. Se supone que deberían de
recibir una especie de “tratamiento” para reducir los contenidos de cianuro,
pero muy pocas empresas lo hacen, sobre todo por lo costoso, así que,
simplemente, lo van apilando, formando largas “colas” (tailings) de lodos
envenenados con cianuro, cuyo contenido líquido, se filtra y llega a mantos
acuíferos, en tanto que las vaporizaciones, como dije, contaminan el medio
ambiente circundante. Y esas represas son tan inestables, que han habido
terribles accidentes, como el sucedido en el año 2000, cuando la “cortina” de
una de esas represas, ubicada en Rumanía, falló, regándose más de 340 mil
litros de desperdicio lodoso, contaminado con cianuro, los que fueron a dar al
río Tisza, matando 1240 toneladas de peces y contaminando el agua potable de
2.5 millones de personas. Cabría preguntarse, ¿cuándo sucederá aquí un desastre
similar? Piénsese también en los millones de litros de agua que se requieren
para el proceso de lixiviación descrito, que se contaminan irreversiblemente
también, además, como señalé, de que el cianuro se filtra a los mantos
acuíferos. ¿Vale la pena, entonces, seguir con la minería? Para el capitalismo
salvaje, depredador, la respuesta es ¡sí!
Es tan desperdiciador
este destructivo método extractivo del oro, que, en general, se requieren de 30
toneladas de desechos pétreos para extraer una sola onza de oro, es decir,
pírricos 31.1 gramos.
Por tanto, el
agotamiento de las minas de muchos metales, como el cobre, están expandiendo a
niveles sin precedentes esta destructiva actividad, con el mismo nivel de
desperdicio y depredación de los recursos naturales. Para extraer 30 kilogramos
de cobre, por ejemplo, se requieren triturar 4 toneladas de piedra extraídas
desde 600 metros de profundidad… y así por el estilo.
En México, las
sucesivas mafias en el poder han permitido que empresas tanto nacionales, como
extranjeras, principalmente canadienses, practiquen la destructiva megaminería,
“concesionándoles” ya el 25% del territorio nacional, lo que redundará en un
irreversible daño ambiental y brutal merma de nuestros recursos naturales. Por
ejemplo, la empresa canadiense Goldcorp posee varias minas aquí. Una de ellas,
Peñasquito, ubicada en Zacatecas, comenzó a operar en el 2011, está
“concesionada” a 22 años, y es considerada de “muy baja ley”, o sea, que cada
tonelada de piedra triturada contiene entre 0.1 y 1 gramo, cuando mucho. Aún
así, estima la empresa extraer 500 mil onzas anuales de oro (15.55 toneladas),
es decir, que se tendrían que extraer entre 500 mil a un millón de toneladas
anuales de piedra. Actualmente, el enorme cráter tiene un radio exterior de 3.5
kilómetros de diámetro y ya lleva, en el centro, 400 metros de profundidad, ¡el
equivalente a un edificio de 160 pisos de altura! ¡Imaginen el gigantesco
boquete que quedará al final de los 22 años de explotación! (3).
Esas casi 16
toneladas de oro, considerando un precio actual de $1465 dólares por onza, unos
$17600 pesos, ascenderían a $732.5 millones de dólares (mdd) anuales. Como
señalé, esa empresas pagan sólo un pequeño “derecho” por hectárea, de un máximo
de $111 pesos. Suponiendo que Peñasquito explote unas 400 hectáreas, sólo debe
de pagarle a la nación $44,400 pesos anuales (esa megamina se había apoderado
ilegalmente de 600 hectáreas más, pero el Tribunal Superior Agrario le ordenó
restituírselas a sus dueños, 29 campesinos). El precio promedio de extracción
del oro en la megaminería es de unos $857 dólares por onza, casi un 60% del
precio de venta, así que la utilidad neta anual sería de unos $300 mdd, ¡un
negocio redondo! Por eso son tan rentables las megaminas, a pesar de los costos
y las dificultades que implica la extracción del oro.
Además, resulta
irónico que el oro extraído en nuestro territorio lo deban importar las mafias
en el poder, cuando lo requieren, al precio comercial fijado (¡neocolonialismo,
pues!).
Por el citado daño
ecológico que provocan las megaminas, en muchos lugares del país, y del mundo,
hay frecuentes protestas, como una que recién, al escribir estas líneas, se dio
en Jalisco, por parte de ejidatarios, que exigen se cierre la megamina Gan-Bo,
operada por una empresa china, pues afirman que “lo que suelta la mina cuando
se muelen las piedras, está dañando la vegetación. Los árboles frutales como
tamarindo, naranjos y limones ya no pegan o se están secando. No los queremos
en el pueblo. La mina no ha dejado empleos, ni riqueza, sólo perjuicio”. (4)
Pero mientras sigan
siendo tan codiciados el oro, la plata, el platino, el uranio… seguirá la
destructiva fiebre megaminera en todo el mundo, hasta que la última molécula de
esos y otros metales “estratégicos” sea extraída… ¡aunque el planeta se acabe!
Notas:
1) Ver mi artículo
al respecto: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2009/09/el-coltan-otro-recurso-natural-mas-para.html
2) Ver mi artículo:
http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2010/05/mineria-marina-el-nuevo-desastre.html
3) http://www.jornada.unam.mx/2013/04/29/estados/036n1est
4) http://www.jornada.unam.mx/2013/05/06/estados/033n3est
IMAGEN:
http://www.google.com.pe/imgres?imgurl=http://www.wired.com/images_blogs/wiredscience/2009/08/mines_berkeley1a.jpg&imgrefurl=http://www.wired.com/wiredscience/2009/10/gallery_mines/&h=503&w=670&sz=123&tbnid=sB0vG_IUuL3UrM:&tbnh=98&tbnw=130&zoom=1&usg=__NJc5ghQU5LNbiLvvcxlnnsmEUoU=&docid=N9DjS1BzPaW4TM&sa=X&ei=yqirUb0v5fzgA5TqgJgC&ved=0CDYQ9QEwAQ&dur=262